Yanis Varoufakis
Escribir un libro
debería ser un antes y un después para su autor. Este libro no fue una
excepción. Mientras lo escribía, fue como si el tema saltara de la
página y me pidiera una respuesta de la vida real. Pronto me vi en el
corazón de la bestia sobre la que había estado escribiendo.
Comencé a investigar y a escribir ¿Y los pobres sufren lo que deben?
para responder a una serie de preguntas. ¿Por qué se está desintegrando
la Unión Europa (con el Brexit como primer síntoma de su enfermedad)?
¿Por qué la UE está fallando tan estrepitosamente en seguir el modelo de
los Estados Unidos, que antes de consolidarse (en respuesta a sus
varias crisis existenciales) también comenzaron su historia como una
relajada confederación de estados divididos?
Mientras investigaba sobre estos temas, mi propio país, Grecia,
se convirtió en el canario de la mina. Un aviso de que la UE era
incapaz de convertir la crisis financiera de 2008 en un programa de
consolidación. En vez de eso, optaba por una contraproducente mezcla de
incompetencia y autoritarismo.
En el sexto capítulo del libro cuento la historia de países como
Grecia, a los que se les ha hecho arrojarse por el acantilado con
contraproducentes políticas de austeridad, acelerando así la división de
la UE. No había pasado mucho tiempo desde que lo terminé cuando me
llamó el deber. El día de Año Nuevo de 2015 tuve que dejar de escribir y
lanzarme a una pequeña campaña electoral para terminar como ministro de Finanzas de Grecia. El tema de mi libro había saltado de mi portátil y me pedía que pasara del dicho al hecho.
En mis seis meses dentro del gobierno luché por conseguir un trato
mutuamente beneficioso para Grecia y para la UE, un trato que comenzara
el proceso de sanación de una Europa en avanzado estado de
descomposición. Bruselas, Berlín y Frankfurt respondieron con una
brutalidad increíble, como si lo que quisieran fuera acelerar la ruptura
de la UE.
En el verano de
2015 ya era de público conocimiento: Grecia sería encerrada en una
prisión para deudores. Yo rechacé firmar los papeles de rendición y
dimití como ministro. Una vez más, la UE pretendería haber resuelto una
crisis cuando lo único que había hecho era arrojar deuda nueva al pozo
sin fondo de las viejas e impagables. Y las gentes de Europa perderían
la poca confianza que les quedaba en las instituciones de la Unión.
Pocas semanas después de la humillación de Grecia, llegaron a sus
costas miles de refugiados. No hizo falta mucho tiempo para que la UE se
denigrara a sí misma firmando un escandaloso acuerdo con Turquía:
en los hechos, los gobiernos europeos sobornaban al cada vez más
autoritario presidente turco para poder violar las leyes internacionales
sobre protección y derechos de los refugiados.
Libre de deberes ministeriales, volví a mi libro convencido de que mis
preguntas iniciales se habían vuelto infinitamente más urgentes y de que
ahora podría aportar un montón de perspectivas nuevas sobre el tema. Lo
terminé en el verano de 2015. La UE ya había perdido su integridad
machacando a Grecia y estaba en el proceso de vender su alma al
renunciar a sus responsabilidades con los refugiados.
Cuando terminé mi manuscrito, temí que los lectores británicos lo
encontraran demasiado alejado de sus preocupaciones diarias. Pero David
Cameron me quitó esa preocupación enseguida al programar el referéndum
sobre la permanencia en la UE para junio de 2016. De repente, los medios
de comunicación británicos se llenaron de paralelismos entre el Grexit y
el Brexit y los debates sobre las virtudes y el futuro de la UE se
pusieron de moda. Inesperadamente, mi libro había encontrado una
audiencia británica masiva.
En pocas semanas, yo estaba viajando por Reino Unido haciendo campaña
contra el Brexit. Muchos de los que me escuchaban no entendían. "Después
de lo que la UE te hizo a ti y a tu país, ¿cómo puedes decirnos que
deberíamos quedarnos?". Michael Gove y otros partidarios contribuyeron a
esa confusión: habían alabado mi libro presentándolo equívocamente como
el mejor argumento del Reino Unido para dejar la UE.
Baste con decir que esos que piensan que el Brexit estrechará las
relaciones entre el Reino Unido, EEUU, y el resto del mundo no entienden
el origen de la UE ni el papel que jugó EEUU en su formación. Y tampoco
los efectos negativos que la fragmentación de la UE ya está teniendo en
el resto del mundo.
Traducido por Francisco de Zárate
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