El portavoz del Grupo Socialista en la Asamblea de Madrid se sorprende de que "algunos que ponían dificultades al pacto pidan ahora tanta implicación"
El exministro de Educación enumera en esta entrevista sus requisitos imprescindibles para un acuerdo que rompa con la Lomce, "la ley anticonsenso"
"Veo con muy buenos ojos que haya personas como Errejón que vean Madrid como un espacio para trabajar porque necesita un cambio"
Cuando era ministro de Educación
estuvo a punto de lograrse la quimera del pacto educativo, pero el PP lo
frenó y meses después impuso sin consenso su ley educativa. Ahora,
siete años después, Ángel Gabilondo (Donosti, 1949) se sacude de
rencores poniendo los documentos acordados entonces a disposición del
Gobierno y los grupos políticos para sustituir la Lomce por una ley
acordada.
El actual portavoz del Grupo Socialista en
la Asamblea de Madrid se mantiene "discreto" sobre las batallas internas
del PSOE y no descarta volver a ser candidato en las autonómicas de
2019 para "cambiar" Madrid, de la mano de quien quiera también trabajar
por lo mismo. Aunque sea Errejón.
Honestamente, ¿cree que se va a llegar a un pacto educativo después de la experiencia fallida de 2010?
La experiencia de 2010 fue bastante fructífera en algunos sentidos. El
hecho de que no acabara como nosotros soñábamos no quiere decir que no
se dieran grandes pasos. No lo siento como algo fallido aunque es verdad
que hubiéramos querido más. Fácil no es. Exige un acuerdo territorial,
hay que buscar estabilidad financiera cuando ha habido muchos recortes y
estabilidad legislativa frente a un activismo legislativo. Va a hacer
falta generosidad y competencia de oficio para hacerlo bien. Confiemos
en que sea posible.
Puso a
disposición de la subcomisión encargada los documentos que redactaron
cuando estuvieron a punto de conseguirlo hasta que el PP lo frenó. ¿Le
molesta que ahora quieran abanderar el diálogo?
Ahora es difícil abanderar algo porque está en sede parlamentaria. No
ha sido en el Ministerio donde se ha puesto el espacio del diálogo. El
Parlamento es la casa de todos. Espero que ningún partido quiera
abanderar, aunque es cierto que ha habido una reconversión de muchos al
pacto. Cuando tomé posesión y hablaba de pacto, me miraban con
escepticismo y ahora hay muchas personas que lo defienden con pasión. Me
alegro de que sea así. Pero me sorprende que algunos que ponían
dificultades al pacto piden ahora tanta implicación. Estoy dispuesto
desde donde me corresponda trabajar por que sea posible.
¿Por qué el Gobierno quieren negociar ahora si hace cuatro años estaba aprobando la Lomce sin escuchar a ningún partido?
Por muchas razones. Primero porque ha cambiado el panorama político y
esto influye, aunque no digo que sea la causa. También el hecho de que
se ha visto que es inoperante una ley si no tiene consenso y
participación. La Lomce era un poco el antipacto educativo. No tuvo
consenso, salvo el consenso de estar todos en contra de la propuesta y
algunos creemos que no tuvo la participación debida de la comunidad
educativa. Han hecho su propia travesía y han probado su propia
medicina. Y es reconocer que solo hay un camino que es el acuerdo: no
solo es el mejor, es el único. El más eficiente, sostenible y desde
luego el más presentable.
¿En qué puntos cree que el PP se enmendará en esa reconversión?
No digo que quienes hayan hecho la reconversión hayan sido ellos o
exclusivamente ellos. Ni siquiera todo el PP. Hay posiciones dentro de
cada grupo. En algunos puntos ha habido una cierta conciencia, y es la
conciencia de que hay que entender que para que haya un pacto tiene que
haber acuerdo en todo. Hay que saber dónde no es posible el acuerdo.
Hablar del modelo de Estado o del concordato son temas más difíciles.
Se trata de no meter con calzador algunas cosas contra la voluntad de
los demás. Un acuerdo es también pactar los desacuerdos. No era fácil el
tema de la religión [no evaluable] y la educación para la ciudadanía
[dentro del currículo] pero habíamos logrado un determinado consenso,
que a algunos les parecería mucho y a otros, poco.
¿La Lomce tiene firmada su sentencia de muerte?
Soy partidario de derogar la Lomce. No hay ninguna ley que no tenga
cosas que tienen valor. No digo que cada frase de la Lomce es
insostenible, pero no se puede construir a partir de ella, y esto lo ha
dicho el Parlamento. No soy maniqueo. El pacto es un pacto entre la
calidad y la equidad. No estoy hablando del término medio, de la
mediocridad. A veces hay que ser moderado para llegar al acuerdo.
Enuméreme cinco requisitos imprescindibles para el futuro pacto.
Es importante hablar de educación infantil y reconocer que desde los
cero años es educación. No se trata de las guarderías y tener ahí niños,
sino de considerarlo como periodo educativo, y eso significa unos
recursos. La segunda es una consideración de la diversidad y la
inclusión en la educación. No queremos vivir en un país uniformado, sino
plural, diverso, que permita que los que tienen capacidades distintas
puedan encontrar sus espacios. También hay que sostener todo el sistema
en una educación pública y de calidad. Los derechos no pueden ser para
unos más que otros.
Además los conciertos tienen que
cumplir unos requisitos muy claros: gratuidad, inclusividad, no
separación. Que si los necesitamos, vale. Yo no digo que no sea un
sistema plural, pero no debe entenderse la enseñanza concertada como una
simple competencia a la pública. La universidad no puede estar fuera
del pacto, ni la FP. Estoy en contra de que a los 14 años se tenga que
tomar una decisión irrevocable para toda la vida. Me preocupa la idea de
la FP como camino secundario o lateral para personas con menos
capacidad o menos recursos.
¿Qué opinión le merece la gestión que ha hecho el Gobierno de la política educativa?
Es un poco desagradable que siendo ministro ponga notas a otros
ministros, pero tengo una percepción parecida a la de la comunidad
educativa, que siente que se les ha dejado un poco solos, que ha tenido
que sacar las cosas en el aula, pero no se han sentido agentes ni
partícipes en las decisiones. No son pacientes, el pacto se hace con la
comunidad educativa.
Luego hay una reiterada
apreciación del Gobierno sobre que los recursos no son decisivos. Y lo
son, sobre todo donde hay que desdoblar grupos, hay que buscar tutorías,
poner profes para enseñanzas con especiales
capacidades o para personas que vienen de otros países. La realidad es
que hay menos recursos y profesores. Llámelo recortes o como quiera,
pero los primeros afectados son los centros públicos.
¿Es irreparable el daño que han hecho esos recortes a la igualdad entre los estudiantes?
A mí me toca creer que no es irreparable, pero para decir que no es
irreparable hay que decir que hay un problema. Y no digamos en
comunidades como Madrid. Es el problema. Se están generando dinámicas
que acrecientan la desigualdad. No es que no resuelvan, es que la
aumentan. Si no se dotan de todos esos procesos de apoyo, va a pasar lo
que pasa en Madrid, por ejemplo, donde aumentan los que van a
concertados y disminuyen los que van a la pública. Si está menos
atendida, aunque haya una magnífica dedicación y formación, sí ocurre
que va quedándose como un lugar secundario.
Los presupuestos para 2017 de la Comunidad de Madrid conceden 113 euros
más por alumnos a la concertada que a la pública. ¿Qué le parece?
Me parece mal. Yo creo que esto responde a un cierto modelo, y no
proponemos que se elimine la concertada sino que se entienda su sentido,
y la misión que debe cumplir toda vez que trabaja con dinero público.
Hay una especie de acción política, que es ver que hay un abanico de
posibilidades para que las familias fueran eligiendo como si fuera un
asunto de oferta y demanda donde uno puede ir eligiendo como el gran
supermercado de los centros educativos. Y a eso lo llamamos la libertad,
pero la libertad no es la libertad de adquisición. No lo comparto y me
preocupa.
Ni el Ministerio de
Educación, ni la Comunidad de Madrid ni la Asamblea, gracias en parte al
voto en contra el PSOE, actuaron ante los plagios del rector de la
Universidad Rey Juan Carlos. ¿Cree que debe revisarse el concepto de
autonomía?
La autonomía es autonomía y
rendición de cuentas y no significa clausurar un espacio de la voluntad e
los ciudadanos. No creo que haya que revisarla. El problema es más bien
otro: cómo entendemos y asumimos nuestras propias competencias. El
Gobierno evalúa los centros, en Madrid hay elementos para evaluar los
trabajos que se hacen en la uni, la evaluación de los tramos de los profes, de su actividad investigadora... Se puede entrar y ver si es idónea o no. Ha servido para que nos pongamos en guardia.
Pero el PSOE votó en contra de que el rector diera explicaciones.
No estamos en contra que se hagan esas preguntas en modo alguno. Otra
cosa es que técnicamente se puede entender que la pregunta es adecuada o
inadecuada. Es problema técnico. No sé en qué momento hemos hecho las
cosas mejor o peor, pero creemos que debe ser así. Es un incidente del
que todos hemos aprendido, pero sería una mala lección pensar que el
problema es la autonomía universitaria y que nos amparemos en ella para
no asumir nuestras propias posibilidades.
¿Cree que con Iñigo Errejón como candidato a la Comunidad de Madrid se facilitaría un posible pacto entre PSOE y Podemos en la región?
No sé qué pasará dentro de dos años. Los partidos tienen que hacer sus
propios procesos para elegir candidatos. Quién sabe si seré candidato.
Lo veo lejos para ver qué pasará. Puedo decir que yo veo con muy buenos
ojos que haya personas como Errejón que vean Madrid como un espacio para
trabajar porque necesita un cambio. Hay muchas cosas que me permiten
decir honestamente que no me gusta lo que pasa en Madrid. Y si hubiera
por ahí algún otro a quien no le gusta, podemos buscar puntos de
encuentro, salvo que tengamos otros intereses. Yo creo que podemos
encontrar acuerdos con distintos grupos y por qué no con grupos que
representan lo que Errejón representa. Veremos si él es candidato y si
yo lo soy.
Ya sé que no pertecene al partido, pero a quién prefiere para dirigir el partido: Patxi López, Susana Díaz o Pedro Sánchez.
Tengo dos salidas fáciles y una difícil. La fácil es decir que no soy
del partido socialista y que no debo inmiscuirme. También que hay 37
diputados y que cada uno tiene opciones diferentes. Pero voy a salir por
otro sitio: creo que el problema no está ahí, sino en ser capaces de
merecer la confianza de la ciudadanía y eso solo se merece si
anteponemos sus problemas y necesidades a todas las demás cosas. Porque
puede dar la impresión de que estamos a nuestros asuntos y no a los
suyos.
Si tuviera que hablar desde el fondo de mi
corazón, tampoco sabría decir con todo rigor qué prefiero. En mi escala
de valores hay otras cosas antes que preferir eso.
¿Algunos barones no se han portado correctamente con Pedro Sánchez?
Cada uno ha defendido honestamente lo que es mejor. Corresponde a los
candidatos ver si se han sentido más o menos acompañados en el proceso,
yo no lo puedo decir. Tengo la presunción de que los barones se pueden
haber equivocado, o no, pero por lo que les conozco creo que están
haciendo lo que honestamente piensan que es mejor.
¿Por qué no lo han elegido para formar parte de la ponencia política?
Igual esto no es así.
¿Lo ha rechazado?
Yo no he rechazado. Me ofrezco para hacer documentos, para pensar, para
apoyar... Y el partido sabe que soy una persona dispuesta a colaborar y
gestionar espacios para reflexionar. No he querido hacer una
presentación pública en un sentido u otro. He pedido que se respete esa
discreción pero no me negaré a contestar porque estoy en un proyecto y
quiero trabajar en él.
¿Le han castigado por formar parte del Gobierno en la sombra de Sánchez?
No, en ningún momento. No sabe hasta qué punto me siento querido en el
partido socialista, inexplicablemente querido. Además, por los distintos
candidatos y de distintos sectores. No sé qué razones habrá pero no he
venido a medrar ni a buscar privilegios y me he entregado con todo mi
corazón. No me siento castigado. He recibido más de lo que he dado. Lo
que sí hice yo es quejarme de la expresión gobierno en la sombra
porque no me gustaba. No creo que haya que hacer ese tipo de cosas,
otra cosa es que haya personas próximas para trabajar asuntos concretos,
pero no me gustó esa expresión, al menos entendida así, como
ministrables. En su momento lo dije.
¿Cuál es su opinión sobre las acusaciones de intromisión del Gobierno en el trabajo de los fiscales?
Si aceptamos la hipótesis de que haya injerencia me parece mal. La
transmisión social que ha habido es que no se ha respetado la
independencia de los poderes. Parece y presuntamente. Me parece mal, muy
mal que el mundo de la justicia sea un vehículo de expresión de los
partidos políticos.
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