viernes, 21 de marzo de 2025

Optimismo y pesimismo, dos caras de la misma moneda: la vida.Muchas gracias, al Dr. Manzano Callejo y a Nueva Tribuna, por el regalo de la reflexión siempre tan necesaria, para colocar cada cosa en su sitio y disfrutar libre y conscientemente de la capacidad para distinguir un estado psico-emocional del otro, y no perdernos en el caos de la confusión constante, ya convertida ¡hasta en "normalidad"!


PSICOECOLOGÍA

Optimismo versus pesimismo y resiliencia en la Covid19

El optimismo se asocia con una mejor salud mental y calidad de vida, así como con menos síntomas depresivos y de ansiedad.

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Según el DRAE el optimismo es la propensión para ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable.

La disposición optimista se ha considerado una ventaja en momentos de estrés y en general para obtener los mejores resultados a lo largo de la vida, como por ejemplo ocurre con la salud física. Se considera un rasgo de `personalidad relativamente estable, que es parcialmente heredable, pero también puede cambiar con el tiempo con las experiencias e intervenciones terapéuticas. El optimismo se asocia con una mejor salud autopercibida.

En general, el optimismo se asocia con una mejor salud mental y calidad de vida, así como con menos síntomas depresivos y de ansiedad. Así, durante la pandemia de la COVID 19, el optimismo se relacionó con una menor ansiedad entre los trabajadores de la salud. También se asoció con menores niveles de angustia en situaciones adversas tanto antes como durante la pandemia.

En un nuevo estudio, un equipo de investigadores de la Universidad de Syracuse y la Universidad Estatal de Michigan exploró recientemente las características personales que ayudan a las personas a manejar factores estresantes prolongados, como la citada pandemia.

Dirigido por Jeewon Oh, profesor asistente de psicología en la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Syracuse, el grupo profundizó en el optimismo y el pesimismo y en cómo esas mentalidades influyen en el bienestar psicológico de las personas.

Examinaron las asociaciones entre el optimismo y la adaptación relacionada con la COVID-19, es decir, los comportamientos y el bienestar psicológico en una muestra de adultos de mediana edad y mayores a los que se hizo un seguimiento durante cuatro años.

Plantearon la hipótesis de que un mayor optimismo antes de la pandemia se asociaría con comportamientos adaptativos más adecuados durante la pandemia (es decir, un aumento de los comportamientos preventivos, una disminución de los comportamientos de riesgo y una mayor participación en las actividades en el hogar). También plantearon la hipótesis de que el optimismo se asociaría con un mejor bienestar general.

Participaron 3.620 adultos de mediana edad y mayores del Estudio de Salud y Jubilación (HRS por sus siglas en inglés). El HRS es un estudio de panel prospectivo que recopila una muestra representativa a nivel nacional de estadounidenses de > 50 años. Los datos se han recopilado cada dos años desde 1992. 

En los resultados se comprobó que un mayor optimismo y un menor pesimismo se asociaron con más ejercicio y con la percepción de más apoyo y menos tensión en las relaciones cercanas.

Se examinó el optimismo como un posible factor protector durante la pandemia. También evaluaron la evidencia sobre si el optimismo y el pesimismo son dos constructos independientes en este nuevo contexto, es decir, ¿la presencia de optimismo o la ausencia de pesimismo está asociada con los resultados de la pandemia?). Esta fue una prueba crítica para determinar si el optimismo/pesimismo antes de un nuevo evento adverso se asociaba con la adaptación durante el evento.

Se descubrió que un mayor optimismo y un menor pesimismo (que no optimismo) asociaron con una mejor adaptación conductual y psicológica durante las primeras etapas de la pandemia en los EE.UU. En particular, las personas con poco pesimismo eran más propensas a evitar comportamientos de riesgo y ajustar la forma en que pasan su tiempo en medio de nuevas opciones. Así mismo las personas más optimistas tuvieron mayor capacidad de resiliencia.

Por último, compartir esta reflexión de William G Ward: “El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas”.

 

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Comentario del blog: 

Bueno, ¿Acaso el pesimismo y el optimismo no son reales, igualmente, para quienes los ponen en marcha, haciendo que la realidad resultante cambie por completo hacia un bando o hacia el otro, aunque eso suponga una ruptura y un desequilibrio constantes? 

Tanto el optimismo como el pesimismo también son realidades, que nacen de la voluntad humana. Tras ese nacimiento espontáneo y sensitivo, sólo un chispazo clarificador los puede convertir en realidad subjetiva adecuada a la necesidad de realización: mediante el encendido equilibrador de la consciencia. Un click de unidad perceptiva, cognitiva y modificadora entre espíritu y materia. 

Esa energía perceptiva, serena, lúcida y capaz de poner en marcha percepción, entendimiento, creatividad y voluntad, al servicio del equilibrio siempre necesario, para que el simple existir y estar, pueda SER al mismo tiempo. Y que así todo fluya (con Heráclito) mientras es al mismo tiempo: axial, firme y pleno, pero no rígido ni impositivo (Parménides): llegando al punto de poder ajustar en el barco de la vida  las velas, la quietud y el viento en el mismo fluir. O sea, ajustando las velas que permiten navegar con el viento y no contra él. O sea, sustituir la guerra por la paz, el conflicto por el acuerdo del bien común y no sólo del negocio de unos contra los intereses de los otros. Y viceversa. O sea, Rusia contra Ucrania. Israel contra  Palestina. USA contra el resto del mundo. Capitalismo salvaje, poder destructivo de los egos y  del dinero contra la misma Humanidad que con su participación inconsciente, siempre acaba siendo la víctima del mismo desastre. 

Es lo que ocurre cuando el vacío de los egos sin alma ni conciencia, ni luces inteligentes capaces de discernir y de acertar en lo discernido,  se hacen los amos del woke, justamente, entendido al revés, como sucede con el término "beato" o "beata",en el vocabulario pseudocristiano, que originariamente, en latín, significa "feliz", pero que con el uso y abuso del significado usado al revés, a través de tantos siglos, ha terminado por aplicarse a fanáticos de los rituales solamente en las formas y exhibiciones santurronas en espacios y tiempos, pero sin nada que ver, a la hora de la verdad,  con la Esencia espiritual y vital de lo que dicen adorar y proclamar con tanto fervor. Por ejemplo, ni los neonazis o los neofascistas, ni los multimillonarios amos del mundo, nunca pueden ni podrán ser verdaderos cristianos mientras sean wokes del racismo, de la violencia, de la venganza, del poder del dinero y del mangoneo político para mandar en todo, etc, etc... , por mucho que recen haciendo el paripé. 

También es una barbaridad que los ejércitos tengan capellanes que digan misa cada día, mientras las guerras destrozan a la Humanidad y la Naturaleza, que hacen posible la vida, que -según ellos para recolmo- es obra de ese "dios" al que tanto invocan, adoran y sacan en procesión...vestiditos de uniforme, con las espadas en ristre y dispuestos a armar la de San Quintín...donde haga falta. Que para eso están. Ains!!!

Seguramente esto acabe el día en que la humanidad por mayoría absoluta, con madurez liberadora sea consciente de que "la palabra se hace carne y habita entre nosotros" y el Nosotr@s, lo experimenta constantemente, por eso dejamos de usarla como tirachinas, escopeta, insulto, dron, bomba, maldición, castigo y venganza, para disfrutarla como bendición alimenticia y danza infinita en la Casa Eterna.

 

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