sábado, 15 de marzo de 2025

Desde "Hablando de Homepatía" nos llega este regalo del Doctor Gonzalo Fernández -Quiroga, que no tiene desperdicio, como testimonio y escala de valores humanos, con la ciencia y la conciencia, al servicio de la Humanidad. Pues ciencia y conciencia no pueden separarse sin corromperse la una e inuitilizarse la otra. Exactamente la situación que analiza y explica en este post nuestro amigo y hermano, el Dr. Gonzalo Fernández-Quiroga, a quien agradecemos plenamente su trabajo constante por la humanidad, Hablando de Homeopatía, cómo no!

 

Como ya todos sabemos, en estos últimos tiempos, quizá más en lo años prepandemia, la homeopatía sufrió ataques coordinados y financiados, acoso público en redes y medios de comunicación, exclusión de la vida universitaria, etc.  con el objetivo de desprestigiarla y deslegitimarla.

En este post vamos a revisar sí lo que pasó con la homeopatía en esos años puede considerarse un ejemplo de cancelación, tal como se entiende ahora, derivado del así llamado movimiento Woke o Wokeísmo.

¿Qué es el movimiento Woke?

El término woke, “despierto”, empezó a utilizarse en un contexto de estar atento, vigilante, consciente (“stay woke”) a las injusticias sociales y, en concreto, al racismo en EEUU.

Sin embargo, la popularidad del término ha sido tal que ha pasado a describir una amplia gama de ideas y movimientos más allá de injusticias sociales que incluyen el racismo, feminismo, el movimiento LGTBQ+, e, incluso, la lucha contra el cambio climático y todas sus derivadas.

En su difusión fue clave el apoyo de los campus universitarios estadounidenses y grandes medios de comunicación dentro y fuera de EEUU y ha impregnado, e impregna, la política, el debate social y la conversación pública.

¿Cuál es el origen del wokeísmo?

Se cree que el primer uso de la palabra woke tuvo lugar en la década de 1940 entre las comunidades afroamericana de Estados Unidos, donde se utilizaba para expresar el ser consciente de la injusticia racial.

“Stay woke” ha sido una expresión propia de esta comunidad a partir de esos años. Incluso algunos mencionan a Martin Luther King cuando en 1965 la usó en su discurso “Remaining Awake Through a Great Revolution” (Permanecer despierto a través de esta gran revolución”).

Pero fue más tarde, a raíz de la muerte del ciudadano negro Trayvon Martin en Florida (2012) o G. Floyd en Minnesota (2020) cuando se habla más abiertamente de violencia policial contra los negros, pobreza y desigualdad, altas tasas de encarcelamiento para dicha población, etc. y surgen lemas o movimientos como Black lives matter (“la vida de las personas negras importa”) en contra de todas esas situaciones, sobre todo en redes sociales. Y es que las redes sociales son cruciales en este moviendo. Más tarde también se unirá otros movimientos como el #MeToo contra el acoso y abuso sexual contra las mujeres

Por lo tanto, aunque el concepto “woke” proviene de una descripción por las injusticias raciales en Estados Unidos, su uso se ha extendido globalmente y se ha adaptado para abordar múltiples formas de supuesta opresión en diversas culturas.

¿El movimiento woke es de izquierdas?

En general, sí, lo woke está asociado a ideas políticas de izquierda sobre en temas sociales y culturales. Por ello, se habla de la discriminación histórica de determinados sectores o grupos de población y se critican las estructuras de poder que las perpetuarían.

Siendo esto así, hay que matizar que no toda la izquierda está de acuerdo con estos planteamientos. Muchos grupos de izquierda critican lo woke por su excesivo moralismo o por su exagerado enfoque en las identidades Por ejemplo, personas o grupos muy influyentes dentro del movimiento feminista “clásico”, están en contra de la mayoría de leyes que se han promulgado sobre los supuestos derechos queer por favorecer, en su opinión, el borrado de las mujeres y muchos de los logros conseguidos en los derechos de las mujeres. 

Por su parte, la derecha política lo ve como una amenaza a la libertad de expresión y las tradiciones culturales.

 Así que, aunque su origen y máximo apoyo está en la izquierda, no toda la izquierda lo respalda ni toda la derecha lo rechaza de la misma manera.

Capitalismo woke

Las características, por tanto, del movimiento woke estaría representadas por la conciencia social, políticas de inclusión (políticas DEI: identitarias de diversidad, equidad e inclusión), activismo y educación.

Algunas de estas ideas se han incorporado a muchas empresas, multinacionales fundamentalmente, que vieron una oportunidad económica y de influencia globales. Es lo que se ha llamado capitalismo Woke. Estamos hablando de empresas de como Microsoft, Ford, John Deere, Disney, Gillette, Nike, BlacRock, etc.

Hay que decir que todas o casi todas están revertiendo estas políticas sobre todo desde que Donald Trump ha vuelto a la presidencia de USA. Muy ejemplificador es el caso de Meta, donde el propio fundador, Marck Zuckenberg  se ha declarado arrepentido, seguramente para congraciarse con el nuevo poder, de sus políticas que, según él, habrían ido “demasiado lejos”. Estas políticas tuvieron que ver con el silenciamiento o desacreditación de científicos prestigiosos en la pandemia, financiación de empresas verificadoras de noticias (fact –checking network), etc.

Incluso, recientemente, se está destapando el escándalo, que afecta a medios de comunicación y miles de periodistas, pagados para extender estas y otras políticas aprovechándose de USAID (la financiación por parte de EEUU de ayuda al desarrollo a múltiples países u ONGs).

Cancelación

Esta es una de las consecuencias más controvertidas del movimiento woke. La “cancelación”, cultura de la cancelación (cancel culture) implica un boicot o rechazo público hacia individuos o ideas consideradas ofensivas o moralmente inaceptables dentro de los valores woke o progresistas, una especie de escrache, bullyng grupal o linchamiento mediático. Sin tribunales, sin garantías legales, sin juicios.

En la actualidad, hay múltiples ejemplos de personajes públicos “cancelados”, algunos de los cuales, por esas paradojas de la vida, fervientes canceladores ellos mismos.

El caso de la homeopatía

En este contexto el caso de la homeopatía es muy curioso.

La homeopatía es ecológica, sostenible, respetuosa con el medio ambiente y con el organismo, femenina/feminista (lo explico aquí), empática, solidaria, etc todos ellos valores que mas encajarían con los valores woke de la izquierda.

Sin embargo, ha sido especialmente la izquierda (institucional, gubernamental, mediática), la que más acosó, atacó y vilipendió su práctica y sus practicantes ya fueran médicos, veterinarios o farmacéuticos en el ámbito de sus competencias.

Recordemos aquí, que no solo fueron los grupos pseudoescépticos, bien financiados y organizados, muchos de ellos fanfarroneando de su izquierdismo político, sino que fue el propio gobierno socialista (“el gobierno más progresista de la historia”) y sus terminales mediáticas, quienes más se ensañaron con la homeopatía y otras terapias complementarias subvencionando infames campañas oficiales (miren ustedes si no habría mejores destinos para esos fondos) a pesar de su gran popularidad entre la población como las encuestas mostraban (y muestran).

El asunto de las evidencias científicas

Alguien podría decir que, bueno, que lo que se criticó y se critica a la homeopatía es el asunto de las evidencias y no hay ninguna otra animadversión hacia ella.

Algún ingenuo podría pensarlo y no es gratuito puesto que los canales mediáticos predominantes continúan con esa misma cantinela de que no hay ninguna (lo subrayo) evidencia (comentaré en otro momento una charla muy interesante con Chaptgpt al respecto).  En este sentido da igual lo que digas o lo que muestres. Pero por si queda algún ingenuo curioso de verdad, ahí está el último post sobre el tema de mi compañero el Dr. Guillermo Basauri y los tantos y tantos otros publicados en el blog sobre el tema.

En todo caso, esto no debería opacar lo más importante de la homeopatía: su filosofía, su forma de entender al enfermo y la enfermedad, su abordaje profundamente humanista y empático, sus tratamientos con mínimos efectos secundarios y sus resultados, claro.

La cancelación homeopática

En el caso de la homeopatía, por tanto, hubo un claro intento de cancelación: boicots en redes, desprestigio público de médicos que la practicaban, supresión de másteres y cursos universitarios  y censura en medios (de esto último doy testimonio porque yo era portavoz de la ANH en esos años).

Una cancelación cuando aún no se hablaba tanto de este término. Y, por supuesto, que nadie va a disculparse por el daño hecho. Es más, el linchamiento volverá cuando sea menester. Estén preparados.

¿Cómo acabó el intento de cancelación de la homeopatía?

Los intentos de cancelación, con este u otros nombres, nunca acaban. En el caso de la homeopatía no ha sido ni será el único, ni tan siquiera el peor. Lo único que podemos decir, por ahora, es que la homeopatía ahí sigue. Y, además, habiendo conseguido el gran logro, en esta misma época, de que los medicamentos homeopáticos estén registrados en España, igual que en el resto de Europa, como cualquier otro medicamento.

O sea, paradojas de la vida, el gobierno progresista que intentó cancelar la homeopatía, junto a sus linchadores y cooperadores necesarios, fue el mismo que tuvo que registrar sus medicamentos.

Pero, en fin, todo estuvo bien porque, como en la pandemia, aprendimos mucho. Mejor dicho, confirmamos lo ya sabido. Yo, por lo menos. Que ya no nos importan las ideologías, se llamen como se llamen, el blablabla de derechas, izquierdas, centro o extremo centro.

Lo único que cuenta son las personas. Lo que hacemos en la vida. Valientes o cobardes, decentes o indecentes.

Poco más.

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