Opinión
No dejes que la realidad te estropee una buena causa
Directora corporativa y de Relaciones institucionales.
El origen de la frase es confuso, pero su contundencia para definir el pseudoperiodismo es real: "No dejes que la realidad te estropee una buena noticia" o, en su otra versión, "No dejes que la realidad te estropee un buen titular". Hay más, seguramente, y todas tienen el mismo significado: cuando partes de un objetivo ineludible para la orientación y el titular de una noticia, no hay obstáculos que puedan tumbarla, tampoco la verdad, la veracidad o la realidad misma. O sea, renuncias al periodismo para vender un relato falso.
Llevamos meses asistiendo a esta misma táctica, pero extrapolada a un proceso judicial desde el Tribunal Supremo en la causa contra el fiscal general del Estado, que se ha comido en buena parte la causa nuclear contra el defraudador confeso, alias Alberto Quirón, pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid. El juez instructor tiene el titular de la causa y le da igual la realidad, sean los testimonios de los testigos -los que mintieron y los que no- o la ausencia de indicios, de evidencia alguna, sobre afirmaciones suyas en el auto de imputación de Álvaro García Ortiz. Hurtado sostiene, por un lado, que no tiene por qué dudar del testimonio de un testigo que, por serlo, precisamente, está obligado a decir la verdad, aunque no la dijo: Miguel Ángel Rodríguez sostuvo que elDiario.es no contrastó con él la exclusiva sobre el fraude fiscal del novio de Isabel Díaz Ayuso y los periodistas de este medio confirmaron con el pantallazo de un mensaje que sí lo hicieron. Mintió, pues, y ha dejado al juez en evidencia, aunque a éste parece no importarle.
Por otro lado, el juez instructor del Supremo se negó a considerar los testimonios de los periodistas de elDiario.es y la Cadena Ser por las razones contrarias por las que sí creyó a MÁR: no tiene por qué creer su versión de que tenían muchas horas antes que García Ortiz el correo del abogado de Alberto Quirón (2 de febrero de 2024) reconociendo el fraude fiscal y pidiendo un acuerdo a la Fiscalía. Si Hurtado cree que, aun declarando como testigos, los periodistas mienten -aunque sus hechos e informaciones les avalen clamorosamente- y se ha demostrado que MÁR mintió, ¿por qué no los imputa a todos? Porque una actuación contradice la otra.
Hurtado tiene su titular, que además, le fue sugerido desde el Gabinete de la presidenta de la Comunidad de Madrid con una información falsa filtrada a El Mundo y otros medios, que la replicaron tal cual -si yo fuera periodista de estos medios, ya estaría denunciando a quienes te filtran una información falsa de semejante calado y desde una institución pública, por cierto-. El titular de la causa del Supremo contra el fiscal general es de sobra conocido: García Ortiz "va p'alante", a una imputación y al banquillo, tengo pocas dudas, haya o no evidencias; y si la realidad dice al magistrado, como hasta ahora, que no existen tales indicios, se construye otra, es decir, se manipula o miente directamente. Por ejemplo, sosteniendo en el auto que el correo de marras -sin despeinarse y sin prueba alguna-, el de la confesión de los delitos fiscales de Alberto Quirón, circuló "con salida" de la Fiscalía General del Estado "y destino Presidencia del Gobierno". ¿Quién lo hizo circular? ¿Cómo llegó, por email, correo ordinario o por tam-tam? ¿Qué lleva al magistrado Hurtado a hacer una afirmación tan grave sin un solo indicio ni nada parecido?
En un país donde la Justicia fuera igual para todos -y ya sé que la privilegiada situación de la Jefatura de Estado monárquica desmiente esta condición prioritaria de la democracia-, la causa contra García Ortiz, de llegar a admitirse, ya estaría archivada y el proceso contra Alberto Quirón sería un escándalo para todos los/as demócratas: fraude fiscal confeso, comisiones millonarias a costa de las mascarillas en lo peor de la pandemia, enriquecimiento rápido a base de esas comisiones millonarias, defensa del defraudador ejecutada (con mentiras) desde una institución pública, un piso de lujo que podría haber sido comprado con el dinero defraudado y a compartir con una presidenta autonómica, presuntas comisiones pagadas por la pareja de Ayuso al mayor proveedor sanitario de la Comunidad de Madrid, facturas falsas, empresas pantallas, presuntas corrupción en los negocios y administración desleal... Hay de todo en el comportamiento indecente de Alberto Quirón que, además, trata de ocultarse y normalizarse con toda la maquinaria pública de la Presidencia madrileña. Pero la realidad de Hurtado es otra, la falsa, y no hay evidencia a la contra por auténtica que sea que vaya a destruir un relato en el que el malo-malísimo (culpable) es el fiscal general y debe acabar en el banquillo.
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