Opinión
Hicieron mucho. Y podrían hacer más
Por Víctor Sampedro
Catedrático de Opinión Pública y Comunicación Política en la URJC
Transcribo, en dos entregas, el análisis que me hace llegar un catedrático marciano de Comunicación Política. Sí: marciano, que no murciano. La distancia sideral le confiere una mirada generosa que sobrevuela las miserias partidistas: ensalza al gobierno actual y el papel de las fuerzas que se reclaman como izquierda alternativa. El extraterrestre les sugiere que, a la luz de sus éxitos, refunden el postcomunismo y la socialdemocracia. No vaya a ser que Elon Musk nos conquiste antes que a los marcianos.
Estimado colega, he leído de un tirón las memorias de Irene Montero tituladas Algo habremos hecho. Gracias por recomendarme su lectura. Al principio creí que el sujeto ausente (ellas) eran las mujeres consideradas culpables de las muchas agresiones que les infligís los terráqueos. Pero luego constaté que hablaba de “nosotras”, siendo “ellas” sólo la exministra y algunas compañeras de Unidas Podemos. Tienen motivos sobrados para reivindicar su labor. Pero me falta el balance conjunto de todas “las izquierdas”. No entiendo por qué, ante un legado tan positivo, los liderazgos se presentan antagónicos habiendo resultado tan complementarios.
Cuesta entenderles. Las primarias del mencionado partido apenas convocan simpatizantes. Otros ni las celebran. Se augura una sangría electoral. Evitable, únicamente, con transfusiones de votos de otras siglas que, siendo “hermanas”, se comportan como Caínes. Los descensos de popularidad de los actuales líderes en los sondeos recomendarían renovar todo el elenco. Pero no parece haber reemplazos ni plazos factibles para que surjan. Habrá que contar con quienes quedan en pie, después de las escabechinas que (les) han hecho.
Yolanda Díaz e Irene Montero no amagan con hacerse a un lado. Pablo Iglesias se ha ganado un lugar propio en los medios, como antes en el sistema de partidos. Ellas compiten por ser lideresas. Antonio Maíllo, IU y el PCE ofrecen “una casa común”; pero conservando las llaves. Otras siglas orbitan en torno a los anteriores satélites. Cuesta percibirlas como astros de una misma galaxia.
La coalición que os gobierna carece de precedentes. Diferentes culturas políticas y la rivalidad electoral entre los socios complican el balance común. Unidas Podemos compite con Sumar, IU y el PCE. Y todos entre sí. ERC disputa votos a Junts y el PNV a EH-Bildu. Encima, no pocos españolistas que se dicen de izquierda recelan de los independentistas. Los hay que odian a Puigdemont más que (a) Abascal.
En Marte creemos que se están disputando unas siglas que, en realidad, son marcas personales antes que colectivas. Las camarillas sustituyen a los camaradas. Pugnan y se purgan. Contumaces, en el PSOE y a su izquierda desconocen la compasión.
Aplicando a Espinoza, que lo tenéis muy olvidado, vuestras izquierdas ni siquiera comparten pasiones tristes, como sería condolerse de las embestidas de los morlacos de la (ultra)derecha. Al contrario, callan cuando no les tocan. O peor, aprovechan para desacreditarse. Y rematan la faena, sin tampoco mostrar pasiones alegres. No alimentan esperanzas porque no comparten triunfos. En fin, que ofrecen una estampa terrible. Un desastre goyesco de una interminable guerra interna. Precisamente, cuando el trumpismo impone la política de las pasiones.
Sin defensa recíproca, los partidos de este espacio carecen de entidad común. Negando los logros ajenos, no se percibe la tarea de gobierno que les valida. Desde Marte, nos parece imposible que sumen los 40-50 escaños necesarios para evitar un gobierno PP + Vox o PP + Junts.
La guerra sucia contra el presidente Sánchez y su entorno fue allanada por la judicialización previa del Procés y la consiguiente criminalización de sus líderes, unida a la de Podemos. Quien tolera que tachen de golpista y terrorista a quien luego es su aliado se expone a que le inhabiliten por cargos semejantes. Al menos, eso es lo que pasa en Marte.
Muy pocos abogasteis por los imputados, procesados y encarcelados. Menos aún os autoinculpasteis de sus supuestos delitos. Y eso que Amnistía Internacional reconoció a los “presos de conciencia” catalanes. Y que ningún tribunal ratificó las terribles acusaciones contra miembros de Podemos. Pagaron un altísimo precio, unos por cuestionar la integridad territorial y los otros, la jefatura del Estado. Pero, gracias a ellos y ellas, España suena más a lo que es, plurinacional. Y la monarquía pasó de tabú a ser motivo de escándalo.
A pesar de tamaños triunfos, los procesos judiciales y los titulares del enemigo sirven de “fuego amigo” en este espacio. Resulta demasiado burdo, pero van pa’lante. ¿No lo dijo así un tal Ferreras? En Marte, donde estamos siempre al rojo vivo, nos resultaría intolerable. Ahí parece que no. ¿Han ilegalizado ya a Amnistía Internacional? ¿No teméis, como nosotros, que os invada Elon Musk?
Se atacan tanto como se victimizan. Sánchez, el primero: publicando una carta de amor y montando un thriller de cuatro días. Yendo de víctima cuesta arrogarse el triunfo más avalado, el macroeconómico. Se quejan de que los españoles no premian la tasa de crecimiento. Pero es que no leéis The Economist. Ni os movilizáis por la economía sino por “malestar político”.
Si la izquierda que se dice “alternativa” denunció el enfado contra la casta, ahora lo genera. Y lo capitaliza una (ultra)derecha trumpista que se desató el 11M de 2004 (¿cómo pudisteis tolerarlo?). Luego se ha normalizado cogobernando autonomías y municipios. Por si fuera poco, los medios les blanquean cuando más se evidencia su necedad e incompetencia. Desde aquí percibimos la indolencia autoritaria con la que abordan vuestro sufrimiento; agravado por su codicia.
No denunciáis con la contundencia necesario lo que aquí, con preocupación, llamamos el autogolpe de València. Tras la Dana, el PP encargó la reconstrucción a un general. Resulta que cobra más que el presidente; porque, según el argumentario (ultra)conservador, Sánchez se escaqueó y puso pies en polvorosa. El nuevo caudillo uniformado dice no admitir debates ni órdenes políticas. Mientras, las empresas ligadas a la corrupción clientelar del PP se siguen lucrando. Pura doctrina del shock, que diría la Klein, que está desatada: merece la pena verla. Añádase que vuestra monarquía, sin origen ni validación democrática, ha resultado ser la institución más favorecida por las encuestas (y los editoriales) tras la Dana.
La prensa marciana, en cambio, ha señalado que el fiasco de la visita a Paiporta se debió a un “fallo de protocolo”. Y recordó que el 23F, también Tejero rompió el “protocolo” golpista que Juan Carlos había acordado con él y Armada. Entonces, el demérito (como aquí le conocemos) apostó por Felipe González. Felipe VI, en cambio, se puso a hablar con las juventudes de Vox sobre desinformación mientras le arrojaban lodo. La verdad sea dicha, nadie parece estar a la altura de lo que (os) pasa. Menos aún de lo que se (nos) avecina.
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