miércoles, 23 de noviembre de 2011

"No te ajunto, hale!"

¿Quién no recuerda esa expresión infantil, que oíamos a nuestro alrededor tantas veces y que muchos de nosotros habremos dicho en los tiempos escolares sin tener ahora conciencia de ello? Es un recuerdo gracioso de una época remota, en que se solucionaban así los problemas amistosos entre coleguillas de juego en el recreo o en el parque. La rabieta y "el no te ajunto", estaba a la orden del día, y muchas veces si la cosa se agravaba en clase, se añadía otro mantra más amenazador, autodefensivo y chivato: "a la seño vas", con sus variantes en la enseñanza religiosa de "al padre vas" o "a la hermana vas". Estas inofensivas referencias se convierten en patético ridículo e irresponsable actitud, cuando se actualizan en un partido político que acaba de ganar unas elecciones por mayoría aplastante en un momento dificilísimo para el país entero.

El PP ha decidido que no va hablar con AMAIUR, el grupo político vasco, de izquierdas, que ha obtenido escaños por primera vez en el Parlamento español. Teniendo en cuenta el discurso inicial de Rajoy, tan democrático, afirmando que va a gobernar para todos, esta actitud numantina sin sentido y fuera de lugar absolutamente, no es comprensible ni justificable en una democracia. Un presidente del Ejecutivo no puede rechazar a ningún grupo parlamentario sin quebrantar el propio espíritu de la Constitución. Y esto es sólo la invitación al aperitivo. O sea, nos faltan los entremeses, los dos platos y el postre, pan, vino, agua, café, copa y puro. Es evidente, a ojos vistas, que el señor Rajoy se fuma un puro no sólo de vez en cuando en las sobremesas, como ha confesado, sino que se fuma un puro con todo lo que no le cuadre en su compartimento estanco mental, ideológico y de conveniencia fasciodependiente. Porque el problema antidemocrático del PP es que su base imprescindible, y más kamikaze, está encuadrada en esa franja ideológica. Digámoslo sin reservas, en la extrema derecha con la que en el fondo, y desde siempre, la derecha "democrática" española mantiene conectado un gotero de supervivencia, que no se ve sólo en los gritos ni en las aberraciones ex cathedra de Esperanza Aguirre o de Aznar, ni en las afirmaciones contundentes y viscerales que se les escapan con más frecuencia de la deseable, sino en los silencios sospechosos y en los actos incoherentes y fuera de lugar. Como éste que comentamos.

Es obvio que ETA y la extrema derecha se han estado retroalimentando durante años y años. Que son las dos caras de una misma moneda: la ingobernabilidad y la incapacidad manifiesta para entender lo que no viene de ellos mismos. La prueba es que ahora, cuando la organización terrorista ha confirmado oficialmente ante el mundo, que renuncia a la lucha armada, el PP no admite conversar con la izquierda abertxale elegida como representante democrático en el Parlamento. Y se pone a la altura de la misma ETA, que acaba de expulsar a "la Tigresa" porque ha evolucionado, madurado y pedido perdón a las víctimas del terrorismo. ETA y el PP tienen idéntica sensibilidad de papel de lija o de estropajo de aluminio sin pulir, que explica por qué siempre parece que no quieren que la situación terrible del enfrentamiento se acabe de una vez por todas. Ambas fuerzas extremas odian dialogar y prefieren la amenaza constante y la prepotencia de la humillación antes que facilitar la evolución a niveles más altos y humanos, donde ni la opresión justifique la violencia ni la violencia justifique la venganza. Este panorama es el correspondiente conductual con el "no te ajunto" de los niños de parvulario.

Ahora vamos con el segundo acto " a la seño vas" o en este caso "al padre vas", o sea, al rey vas. Porque será el rey Juan Carlos, como jefe del Estado, el que tendrá que resolver la papeleta del kindergarten ppero. Es decir, obligatoriamente deberá recibir a AMAIUR y entrevistarse con sus representantes en la consulta previa a la nominación del candidato a presidente del gobierno, en ejercicio de su deber constitucional como monarca de TODOS los españoles. ¿Qué hará el Rey? ¿recibirá a los sospechosos izquierdantes vascos con toda normalidad democrática sin decir nada más al PP, quedando como Rosita la pastelera a los ojos del ala más dura y facha del partido ganador y como un juan lanas a los ojos del resto de los españoles? ¿o además de recibir a los futuros diputados vascos, dará una lección pedagógica, explicando que los recibe porque ni el jefe de un estado democrático ni los miembros de un gobierno democrático pueden ignorar y ningunear a un sector del electorado que se ha expresado en la legalidad para poder acabar con un problema antiguo y terrible?

Quisiera preguntar a Rajoy, si cree que con actitudes como ésta, del "no te ajunto", está en condiciones de afrontar la jefatura del Gobierno. Si ya empieza discriminando y excluyendo sin más motivo que ser vascos de izquierdas y dando por supuesto que todo vasco de izquierdas en un miembro potencial de ETA. ¿Todavía este gran hombre de estado no ha comprendido que la mejor manera de que ETA no se reproduzca, es suprimir los motivos para que exista? ¿Y qué mejor modo de suprimirlos, que dialogar, escucharse y hacer el esfuerzo de quitarse de la mente y sobre todo, de las tripas, atavismos zafios y garrulos, patrioterismos de opereta, que nos impiden la normalidad democrática en todos lo sentidos?

Quizás el señor Rajoy aún no ha entendido que el sentido de la democracia no es ir a saco por votos masivos para anularla desde una única voluntad impositora. Ni que una mayoría de brutos se imponga por la fuerza a las minorías. Una democracia fuerte y sana, que funcione de verdad, no consiste en conseguir ganar para aplastar consiguiendo una sociedad totalitaria y monocorde, sino en aprender a consensuar y a respetar lo que no se entiende, hasta que por medio del entendimiento se llega a la conclusión de que en el fondo, un demócrata verdadero lo que desea es el bien común y es capaz de tragarse ideas fijas heredadas, orgullo idiota e infantil, cabezonería estúpida e inmadura, para que ese bien común no sea perjudicial para nadie. Ni siquiera para los rivales políticos. Y apovechar todo el potencial humano que existe en cada grupo parlamentario para enriquecer a la sociedad con lo mejor de cada una de las aportaciones. En su diversidad. Lo mismo que un menú no está compuesto por el mismo ingrediente. Para que sea nutritivo debe incluir distintos elementos, si no es así, la nutrición acaba por enfermar al que come siempre solo pan o azúcar o grasa.
La grandeza y el talento de un hombre de Estado, consiste en aprender cada día lo que aún no sabe. Preguntar a los gobernados y escucharles y no hacer exclusiones con ninguna opción. Fundamentalmente, con las más difícíles. Si el PP fuese tan cristiano como afirma cuando viene el papa o se va de romería, debería comprender, mejor que los ateos y descreídos, el valor imprescindible del perdón y meditar de vez en cuando el contenido de la parábola del hijo pródigo.

Un gobierno en potencia incapaz de hablar con todos los miembros electos del Parlamento, es una vergüenza, y está por debajo de la media ética y cívica de la sociedad. No puede reaccionar con el estilo de Puerto Hurraco. Debería ser el árbitro de la gobernabilidad no el primer obstáculo para el entendimiento. Y además no se le podrá tomar en serio. No dará la talla.

Ahí queda el reto, uno más, para este Rajoy asustado ante la que se le viene encima. Todavía está a tiempo de nombrar un sustituto con más seguridad y asertividad. Con más habilidad política.   No basta sólo con ser una buena persona o tener una mano de hierro en plan garfio que aferre el poder, para dirigir el gobierno de un país. Además hay que ser una buena persona inteligente, sensata y sin miedo a disgustar al propio partido que le sostiene, si ese partido le exige transgredir las normas de la democracia. Hay que tener una mano, no de hierro, sino de carne. Humana. Firme y capaz de hacer giros adecuados y de sostener sin oprimir. De saber distinguir un puñetazo de una caricia.
Para gobernar seres humanos, la primera virtud es tener humanidad lúcida que ilumine ese sentido común que tanto le gusta citar a Rajoy. El sentido común sin lucidez humana, es lo mismo que una calculadora. Y para ser gobernados por una de ellas, ¿para qué la democracia y la "clase" política?

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