jueves, 3 de noviembre de 2011

El drama de la conciencia

¿Tan mal anda nuestro mundo que tener conciencia desencadena dramas tan crueles como el que estamos presenciando y compartiendo en el caso de Grecia?

Ante la decisión de llevar a referendum el caso del enésimo rescate griego, el club de la desgracia internacional que maneja los dineros y los hilos del poder acaba de dejar a Papandreu suspendido en el vacío con el hilo desgastado por el desaliento y la impotencia. Castigado al ninguneo en casa propia. Se ha movido y por eso ya no tiene sitio ni siquiera en la foto de su propio gobierno, con mayoría absoluta, que le han hecho polvo con las presiones, las influencias "prudentes" y el miedo inoculado entre sus propios colaboradores.
Es imprescindible que lo que quede de cuerdo y sensato en los gobiernos democráticos de Europa, reaccione y despierte. Grecia es el aperetivo nada más. El chivo expiatorio "ejemplarizante". Grecia era la misma cuando estaba gobernada por el neoliberalismo, los problemas, incluso, se gestaron bajo esa égida especuladora e inconsciente, los heredó el actual ejecutivo. Pero ha sido con este último con el que se le ha puesto la soga al cuello. Como una cruel amonestación de cara al resurgimiento de la social democracia que ahora despunta en Francia, Alemania, Dinamarca e Italia, ahora que están en puertas las elecciones en España. Es un aviso mafioso: "Mirad lo que pasa cuando se disiente, así que a ver lo que votais". Grecia no está en el estado que quieren hacernos creer. Tiene los mismo s problemas que Inglaterra, Italia o España, pero cometió el error de girarse hacia una democracia mucho más solidaria y respetuosa con derechos y libertades. Ahí comenzó su calvario deudor.

¿Qué se puede esperar de una Europa gobernada en mayoría absoluta por un parlamento neocon, cuyos sostenedores son los grandes capitales del mundo? Pues políticos sicarios de ese poder depredador que está poniendo a sus pies la dignidad del hombre libre. Que le ha impuesto una deuda privada y evaporada en paraísos fiscales y obligándole a pagarla eternamente, para lo que debe pedir constantes rescates al BM o al FMI, -que son los mismos perros con distintos collares- con lo que esa deuda aumenta constantemente.

Es urgente y perentorio salirse de esa rueda de extorsiones delincuentes y hacer como Islandia: Negarse a pagar lo que no se ha consumido. Pedir responsabilidades a banqueros especuladores y cómplices políticos. Desenmascarar el bundes-negocio. Ampliar la seguridad social y hacerse una piña solidaria, creando un nuevo sentido de la economía y del mercado. Aterrizar por fin en la realidad y en el sentido común. Comprender que las "ventajas" del euro son una trampa saducea para apoderarse de toda Europa junta, algo que sería mucho más difícil hacer de país en país. Aquí se impone el sentido común, frente a la falacia del "very very happy" interesado y mangante que nos cuenta que "somos europeos por la gracia del euro, la bendición de santa Merkel y la intercesión del venerable Sagkó" , en cambio se necesita la estrategia del "divide y vencerás", es decir, separar las partes de un todo virtual enfermo, porque es necesario que sobrevivan al espejismo de una falsa unidad precaria en todos los sentidos. Y curar el mal con un tratamiento inteligente y eficaz, no para llenar bolsillos ávidos, sino para empezar a vivir como seres humanos en evolución verdadera.

En un momento como éste es necesario empezar a sanar localmente. Es imposible hacerlo en grandes dimensiones, porque una inyección o un gotero, -en el caso griego-, del mismo veneno, que es lo que se pretende hacer para reanimar al agonizante mercado mundial, sería otro diparate endeudador. A un enfermo terminal es inútil exigirle que corra en un maratón. Se moriría por el camino. Y eso es lo que se está haciendo: sujetar con alfileres algo que pesa muchísimo y que no resiste por más tiempo.
Este sistema se ha muerto y de momento nadie sabe como sustituirlo. Se amparan en la idea de las economías emergentes, pero éstas están contagiadas también por el mismo mal. No han mejorado ni la ética ni la decencia ni la solidaridad. Y están condenadas a lo mismo, sólo durarán el tiempo que dure la rentabilidad del endeudamiento generalizado. China es un campo de concentración que ha unido las dos barbaries históricas: la masificación despersonalizada del comunismo y la depredación inhumana del capitalismo más feroz. O la India que está exportando a África millonarios ávidos que están dejando sin tierras de cultivo ni de pastos a los habitantes de las zonas que ocuparán por una miseria de "alquiler" estatal durante sesenta o setenta años. No todo lo que está emergiendo es ético ni humano. Se comprende que con el ejemplo occidental, ningún negocio al estilo, pueda mejorar a los "maestros" de Wall Street. Y sin cambios personales,y locales cualquier prtensión de cambio global es una falacia más.

No sirven los parches. Hay que empezar de nuevo si se quiere seguir vivos y sostenibles. Cambiar la mentalidad, el modo de vida. No es posible retomar con éxito la segunda parte de esta tragedia global. Cada vez más global y menos controlable. Despiértate, Europa, y despiértate mundo, porque a la mentira se le ha caído la máscara y ya podemos ver qué hay detrás de sus milongas. Todos somos Grecia, aunque no lo parezca. Y lo que está sucediendo allí, mañana sucederá aquí. No es la culpa de un gobierno que "derrocha" en el gasto público, sino de la avaricia y la inhumanidad de los especuladores que quieren poner sus peones y alfiles en la política para vivir a costa de la esclavitud de todos los pueblos y ciudadanos del planeta.

Todo está todavía, al menos en Europa, en las manos y en el voto de los demócratas; por favor, reflexionemos bien y no renunciemos al derecho y a la dignidad. Si Islandia lo ha conseguido, nosotros podremos conseguirlo también. No por ser "antisistema", sino por cambiar un sistema podrido por otro sano. Que hay que ir elaborando entre todos, serenamente y solidariamente, por primera vez en la historia conocida. Sin embargo recordemos que todo sistema depende de la calidad de los elementos que lo componen. Los milagros a ese nivel no existen. Ni sería justo ni lógico ni posible, disfrutar de un mundo mejor sin mejorar nosotros al mismo tiempo; de modo que somos nosotros quienes tenemos la responsabilidad de cambiar nuestra mente, nuestras manías, nuestros bloqueos, miedos y prejuicios, nuestros ideales y nuestras conductas, mientras cambiamos el modo de vida y de sociedad. Informados, reflexivos, críticos constructivos, éticos, exigentes con nosotros mismos en materia de generosidad y de moral cívica. Generosos. Trabajadores por el bien común, porque en él está contenido el bien individual, mientras que el bien sólo personal, acaba olvidando el bien de todos y a larga lesionará y arruinará también lo propio.
No es necesario odiar a los explotadores y especuladores, sino conseguir que ellos también comprendan en donde se han metido, creyendo haber encontrado la panacea.

Tampoco es un tiempo de revanchas ni de odios ni de humillaciones mutuas, sino de cooperación para salir del pozo negro. De asumir responsabilidades y de inventar juntos iniciativas lúcidas y válidas para el cambio a mejor, aunque no a más ni a mucho, sino de aprender a ser más felices que millonarios. Más justos que tramposos, más eficaces y útiles que famosos, poderosos e importantes, más limpios que corruptos, más inteligentes que pícaros. Más sanos que enfermos, más vivos que zombis teledirigidos. Seres humanos encontrando juntos el sentido de vivir para ser y de ser para vivir con verdadera calidad . Con un bienestar capaz de abarcar los tres niveles: personal, local y global.

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