viernes, 11 de noviembre de 2011

La inteligente sutileza de Nanni Moretti

Acabo de ver la última película de Nanni Moretti, ese genio ya universal, limpio y sano que sabe comunicar a través de la imagen una visión hermosa, rica y honesta de la realidad que le rodea.
"Habemus papam", es el título ya suficientemente claro por sí mismo. Había oído y leído comentarios decepcionados de algunos críticos y espectadores, que por lo visto esperaban otro tipo de film mucho más espectacular y mordaz en cuanto a la denuncia y agresividad radical del cineasta italiano.

Debo decir que a mí, por el contrario, me ha encantado la película, el mensaje, la estética, el oficio perfecto de la cámara como testigo impersonal y al mismo tiempo sabia y selecta en los matices, ángulos y paisajes tanto físicos como sugeridos. Lo mismo que la interpretación excelente de todo el equipo, desde el propio Nanni en su marciano papel de analista secuestrado en el bunker vaticano, hasta el magistral Michel Piccoli en su personaje perfecto de actor amateur, que no pasó las pruebas de selección en su juventud pero se sabía de memoria los textos de Chejov y los disfrutaba muchísimo hasta el punto de constituir su autoterapia liberadora, incapaz de representar su rol más dadaísta: el de papa electo, en la farsa monumental más increíble de una religión-estafa que se ha quedado sin luz a la hora del cónclave. Creo que es el trabajo más fino, sugerente y maduro de Moretti. Está calculado hasta el mínimo detalle de los tempos. La cámara lenta de los asuntos vaticanos en un partido de voleybol en el patio interior de la "fortaleza", cuyo director por supuesto es necesariamente el psiquiatra. El surrealismo que se ve como normalidad. La locura como equilibrio estructural. La paranoia institucional de la iglesia católica y robótica. La multitud y sus banderas, la comicidad de la ridiculez, con el guardia suízo encarcelado, comiendo como un cerdo y engañando al personal de la plaza y a los cardenales. El papa que se escapa de la cárcel de su destino sentenciado urbi et orbe. El shock que le despierta la conciencia y la salud mental, por medio de la crisis personal y psicótica.
Creo que esta película desmonta por completo el tinglado catolicista y jerárquico, sin hacer ni una sola ampolla ni arañazo. Sin que haya acritud ni crueldad en la crítica. Deshacer una maraña de devociones y fundamentos protocolarios de rutinas absurdas e inercias idiotas y desde la psiquiatría y su mirada clínica, científica y además impotente, ante la magnitud del absurdo institucionalizado. Hay tal sutileza y sabiduría, tal comicidad ilarante y cómplice, que la crítica demoledora va cayendo como suaves copos de inteligencia sobre una sedosa sensación refrescante y bellísima de entendimiento divertido y profundo. Una síntesis perfecta para decir la verdad sin clavar harpones ni banderillas en el lomo del clero ni de sus adeptos. Sino mostrando su desnudez, su esperpento, su vulnerabilidad disfrazada de retruécano y anacronismo. Su precaria humanidad entre fumata y fumata.
Que no merecen ira ni rabia, sino un delicado y definitivo adios en tempo lento y ligero. Sutil y liberador. Perteneciente a otra mirada nueva. A cámara lenta, como el partido de voleybol entre los cardenales, los curas y hasta las monjas. Tiernos e irreverentes consigo mismos. Y todo para demostrar, con más amor que revancha, que de la barca de Pedro ya no queda ni una astilla. Genial Nanni. Bravissimo.

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