martes, 1 de noviembre de 2011

Algunas sugerencias para revisar actitudes antes de votar

Comenta Iñaki Gabilondo en su video de hoy en El País, que la socialdemocracia, que debería haber sido la aliada natural de la justicia social, se ha hecho, por el contrario, cómplice del liberalismo económico y salvaje que ha acabado por arrinconarla y quitarle las riendas de la responsabilidad política directa. La ha reducido a una sigla sin demasiado sentido.
Y eso está desmantelando la esperanza y socavando todos los logros de igualdad y respeto social, que se habían ido trabajando a lo largo de varias generaciones y con grandes sacrificios.

Ahora el programa del PP se reafirma en su ninguneo e incapacidad para estar a la altura de la situación, que esa misma ideología ha provocado, con el consentimiento y la "contaminación" irresponsable de la socialdemocracia.
La propuesta económica del PP es la rebaja indiscriminada de impuestos. Con lo cual, los ciudadanos se verán abocados a renunciar a todos los servicios sociales que se mantienen con las aportaciones de los impuestos. Y todo porque el PP no quiere ni pensar en una subida lógica de tributación de las economías más fuertes. Es decir, justo, en este momento de tremenda desigualdad, lo que menos favorece a levantar una economía deprimida no es dejar de sostener los gastos públicos que favorecen a todos, sino subir los impuestos a las grandes fortunas y holdingns. Un reparto equitativo de recursos, a la larga favorece a todos, porque crea trabajo y por lo tanto aumenta el consumo de los bienes producidos. Una desigualdad de recursos públicos a favor de los bienes privados, engendra miseria que acabará por arruinar y empobrecer también a las grandes empresas que se quedarán sin clientes que consuman sus productos. Por ejemplo, ¿cómo es posible que la Banca se esté autoadjudicando subidas y pensiones astronómicas y no se establezca por ley la imposibilidad de cometer esos delitos que por falta de regulación legal se perciben como derechos, aunque moralmente sean denigrantes y depredadores para todos y no devuelvan el dinero público que se les debería haber prestado y no regalado irresponsablemente? ¿Cómo es posible que una empresa como Telefónica, con un superávit impresionante suba los sueldos a los altos ejecutivos y despida a miles de trabajadores, en vez de conservar el trabajo de los que ya están y además, crear más puestos, dada la demanda siempre creciente en el sector?
La reciente reforma de la Constitución en los países europeos ha sido una chapuza, porque no ha previsto la solución jurídica y penal, a los delitos financieros que en este momento acosan la estabilidad y la gobernabilidad de los países de Occidente esclavizados por el gran capital mafioso. Por ejemplo, un control de la banca, nacional e internacional, con inspecciones exahustivas, para obligarla a declarar todo movimiento de dinero hacia paraísos fiscales e inversiones fraudulentas. El final necesario de una economía de mercado financiero, en la que el dinero ha perdido su significado de medio, para convertirse en fin. La bolsa es una verdadera inflacción en sí misma. Y el dinero acumulable a través de ella es el único objetivo. No lo es su aplicación, su valor en cuanto herramienta para lograr mejoras de calidad de vida en el Planeta, sino un objeto de deseo acumulativo para fines particulares y egoístas, a pesar de que esas ansias de acumulación se cristalicen evidentemente en empresas abusivas que explotan a los trabajadores, que invierten en contaminación y destrucción de la naturaleza y de la salud. Que se mantienen acosando a las economías de los países de donde pueden obtener más ganancias y evitando el desarrollo de aquellos otros que están en la miseria por falta de recursos tecnológicos, científicos y estructurales.

Es decir, la socialdemocracia ha perdido el tren del progreso real, el sentido de su viaje humano y se ha convertido en el convidado de piedra cooperador del neoconismo deshumanizado que se asienta en la competencia, en la rivalidad y en la acumulación del dinero como fuente de poder que lo compra todo para devorarlo insaciablemente, irreflexivamente. Inmoralmente. La avidez neocón y la tolereancia irresponsable socialdemócrata están acabando con el "sistema" que ellas mismas quieren mantener en esta UVI insoportable y precaria absoluta. Cada día más.

¿Qué debería hacer Rubalcaba? Informar a los ciudadanos del estado real de la situación. Con toda transparencia. Y presentar un programa modificable y dinámico, que sustituya al egoísmo rampante y suicida actual por verdaderas reformas. Constitucionales y consensuadas por los ciudadanos en referendum. Tomar otro rumbo muy distinto. Una información constante acerca de las necesidades y una escucha receptiva a las soluciones que los ciudadanos y los colectivos, pueden y deben a portar. Cuántos problemas que se han convertido en losas aplastantes o en aludes inmensos, podrían haberse resuelto democráticamente, consultando a la ciudadanía. Por ejemplo creando comisiones parlamentarias de consulta. lo mismo que se nos obliga sí o sí, a participar en las mesas electorales.
Ese modo de gestionar es educativo, porque acostumbra y disciplina a pensar más allá de uno mismo y sus asuntos, y a asociarse para pensar mejor entre todos. Y conseguir conjuntamente lo que un equipo limitado de colaboradores se ve incapaz de afrontar con éxito porque está circunscrito a una pobre visión parcializada y alejada de la cotidianidad donde en realidad se cuece la vida .

Lo mismo que células enfermas acaban por enfermar el cuerpo del que forman parte, así ciudadanos y gobernantes enfermos de ambición y de estupidez borreguil, de-forman y descomponen una democracia irrisoria e imposible. Constituyen una tontocracia. ¿Y qué salida queda en una tontocracia cuando llegan las elecciones?

1) Votar el programa que proponga menos tonterías. Menos de lo mismo que ha llevado ya al desastre.

2) Votar el programa más creativo y valiente.Más arriesgado en soluciones y propuestas. Porque ya sabemos que sólo podrán cumplir poco de lo prometido. Más vale que las promesas sean las más altas de miras y las más numerosas. Porque los logros también serán mayores. Si votamos la precariedad de lo de siempre, tendremos menos aún de lo de siempre.

3) El más solidario y coherente. Mirando también como se han comportado los candidatos personalmente en moral, en eficacia, en decisiones justas, en realizaciones concretas, en capacidad de escucha, sin temor y sin bloqueos. Tengamos en cuenta que no debemos votar "ideas", sino personas. Porque las ideas sólo se realizan a través de las personas. Una persona da vida a las ideas. Las ideas en abstracto no son nada. Por ejemplo, si yo quiero votar a un candidato porque va a misa los domingos o le reza a la patrona del pueblo en la romería, pero luego está corrompido hasta las cachas, es gay oculto y rechaza a los gays públicamente y como tapadera hasta está casado. Exige decencia a los demás, pero se corrompe con regalos y prebendas. Habla de caridad cristiana, se parte en dos si ve al papa o los obispos, pero luego deja sin escuela a los niños que no pueden pagar un colegio o sin ayuda sanitaria a los enfermos o ancianos que deben pagar de su bolsillo medicinas y atención en clínicas privadas u hospitales públicos gestionados por el Corte Inglés, por ejemplo. O tiene inmigrantes empleados a los que paga un miseria. Que funciona favoreciendo a quienes le invitan a veranear en sus emporios turísticos o le compran con regalos. Que quita y pone enchufados a su gusto, por afinidades ideológicas, no por su rendimiento profesional, e incluso prefiere los tontos útiles que no se plantean nada, antes que colaboradores competentes y "molestos", empeñados en servir de verdad a los ciudadanos.

En fin, que lo mismo que cuando se compra un producto se revisa antes de adquirirlo para comprobar que se corresponde con lo que queremos, y lo revisamos completamente, sin fiarnos de la idea del fabricante ni de la publicidad, así mismo debemos estudiar a los candidatos. Seguir la trayectoria de cada uno. Recordar sus comportamientos en el Congreso, en las intervenciones, la capacidad de cooperación y de civismo y de respeto que ha mostrado cuando era opositor. La flexibilidad y la creatividad, como a los colaboradores más próximos que ha elegido para estar trabajando a su lado. Sus sueldos y sus subidas. Los recortes que han hecho en ellos, el uso de coches y seguridad, e incluso si les has visto ir al Parlamento en taxi o en bici o andando. y como se han comportado cuando han llegado al poder. Cómo han hablado de sus oponentes. Si son capaces de reconocerles que han hecho algo bueno. Todo eso es vital a la hora de elegir a un gobernante y a su equipo. Porque no nos van a gobernar ideas, sino personas.

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