jueves, 10 de noviembre de 2011

Requiem por el eurosistema

La actualidad golpea como una granizada sobre los tejados de la lógica. Recorrer las noticias puede convertirse en un viaje sobre la montaña rusa del vértigo. Un catálogo de chispazos a cual más distorsionado invade páginas, pantallas, ondas y capacidad de absorción sensitiva.
La crónica de la muerte anunciada de un euro cada vez más irreal y fuera de juego se va configurando, como un sofisma cruel y estúpido, en el constante y traumático ponendo tollens de las declaraciones obsesivas de los jerarcas del money. El euro es ya una cuasi momia inoperante; ha perdido su valor, no monetario, sino moral.
Cuando para que subsista un sistema económico basado en un patrón moneda determinado se deban sacrificar los derechos fundamentales del hombre, como la dignidad, el trabajo, la salud, la justicia, la educación, la solidaridad, la honestidad, la coherencia más elemental, el civismo, la democracia, la paz social, la protección a los más débiles y el propio Estado de derecho, está claro que ha llegado el fin de dicho sistema. Que sólo sirve para mantener las pompas fúnebres de los millonarios y sus siervos políticos, porque la vida real está apartada y al margen de la hecatombe cotidiana. En un mundo de esclavos es inmoral ser millonarios, porque los millones están robando a la justicia distributiva. Es imposible, si hay justicia real, que puedan existir millonarios rodeados de miseria, porque es evidente que esa miseria la produce la avaricia de los que acumulan y no comparten, porque se desentienden de la pobreza que produce su avidez y su depredación. Los que tienen muchísimo más de lo necesario se están apoderando de lo necesario para la vida de los desposeídos. Lo estamos viendo ya clarísimo en esta Europa de dos velocidades imposibles de coordinar equilibradamente. Para que la economía de las potencias más fuertes siga estando en primera línea, se deben sacrificar los derechos básicos de los ciudadanos menos adinerados y con menos poder adquisitivo. Para que las pirámides y tumbas faraónicas se construyan, hay que sacrificar muchísimos esclavos. Pura barbarie a golpe de Iphon y Google, de bonos-basura y paraíso fiscal. Insostenible. Injusto. Aberrante. Contra natura.
Grecia es una gravísima señal de alarma para los sacerdotes del templo bancario-expoliador y Papandreu el primer chivo expiatorio sacrificado a la vorágine y al miedo. Ha puesto en evidencia la debilidad del propio sistema que no resistiría el resultado de un referendum sobre sí mismo. Que tiembla en alemán, iglés americano y francés del Eliseo, ante el escalofrío que le produce la visión de una Europa islandesa por supervivencia. El rey desnudo tiene frío, a pesar de su maravilloso traje invisible, y en vez de comprobar su ridícula desnudez y vestirse adecuadamente, se ha empeñado en que el pueblo le caliente con estufas, cuyo combustible bajo mínimos es dignidad, libertad y derechos secos. Como las hojas y ramas viejas del otoño. Y el pueblo calefactor es la Europa que llora y protesta en español, en inglés británico y gaélico, en francés, en italiano, en irlandés, en portugués, y en griego, en rumano y en esloveno, en albano-kosovar, en búlgaro y magiar, en bieloruso y lituano. Es decir, en toda Europa, menos en Alemania. Por ahora. Porque también el faraón germánico, el kaiser del atropello justificadísimo, acabará enterrado en esa pirámide-bunker de injusticia y opresión. De ceguera incomprensible en una ciudadanía culta e informada, pero que se revela incapaz de leer los signos del tiempo.
Parece que esta vez los campos de exterminio se presentan en código de barras y primas de riesgo a base de endeudamientos evanescentes, como los trenes deportadores de antaño, a los igual que entonces se sube inconsciente y sumisamente, aceptando ser transportados hacia la extinción de la ciudadanía libre y solidaria. Y que detrás de ese euro aparentemente benefactor e inofensivo siga soplando la bandera con la cruz gamada que desfila al paso da la oca eurocéntrica. Achtung, das euro is mein! Con razón Merkel afirma que luchará hasta el fin para mantener unido el euro. Aunque sea sacrificando todos los logros civiles y éticos de la historia contemporánea. Aunque sea pisoteando la dignidad y la autonomía de las culturas diversas. Los no valores sin alma del "superhombre" niestzcheano, quieren exterminar la civilización vieja y compasiva derivada de la concepción espiritual y moral. Demasiado blandengue y proclive a la misericordia justa. Demasiado tolerante y deshilachada. Más solidaria que eurodisciplinada. Más tolerante y cercana que rígida y distante. Unos valores muy antiguos, tanto, que inventaron la filosofía, el derecho, el diálogo y la democracia, el budismo y el evangelio, el tao y el zen, mientras los novalores merkelianos y svasticos, aún vivían en las copas de los árboles de sus frondosos bosque vírgenes obedeciendo el soplo sanguinario de Wotan. Es muy significativo que ahora Grecia -la cuna de la lucidez occidental- sea la víctima propiciatoria de los antiguos bárbaros. Y que a pesar de su religión católico-luterana, no hayan traducido y comprendido aún una de las bases elementales del equilibrio evangélico que ahora se puede parafrasear: No se ha hecho el hombre para servir al euro, sino el euro para servir al hombre.

No hay comentarios: