lunes, 14 de noviembre de 2011

La fértil soledad bendita del nómada

Desde el principio de los tiempos la evolución ha dividido al hombre en dos tendencias. Lo vemos en el relato mítico de Caín y Abel. Lo vemos en el autoexilio nómada de Abraham, en el mismo Jesús de Nazareth y Judas. En los viajes y asentamientos temporales de las migraciones a lo largo de la historia. En el ser humano existen las dos tendencias, la sedentaria y la nómada.

El sedentario tiene apego a lo suyo. Lo quiere agrandar y extender. Valora lo que le da seguridad y se asusta de lo que representa cambiar y abrirse a otras corrientes. Tiene miedo a empobrecerse, a quedarse solo y sin apoyo que le garantice compañía cercana, como una camada de lobos o de perros o de cualquier especie animal. El sedentario prefiere la sensación del rebaño. No ha encontrado la raiz interior y necesita la raiz externa para autoafirmarse. Por eso es reticente no sólo a cambiar de lugar sino también a lo que le llega de fuera. Lo de fuera lo prefiere siempre en diferido. Por ejemplo, a través de la lectura, de los relatos, de internet, piensa estar conectado con el mundo, saber siempre lo que pasa en todas partes, pero en realidad no conoce a nadie porque no sale nunca de su círculo, porque no se da a sí mismo jamás. Se controla , se retiene. Se administra a dosis adecuadas para ahorrarse y convertirse en su propio cuentagotas. Así no crece.Hace crecer su hacienda, su negocio, su dinero, pero no puede ir más allá. Ese más allá lo intenta compensar con la tecnología de la comunicación. Su horizonte es muy limitado. Y su alma no crece.

El nómada no necesita raíces externas. Las lleva dentro y puede ser feliz y sentirse completo en cualquier parte. Le basta con amanecer cada día y empaparse de la felicidad de sentirse vivo en medio del mundo, en medio de los demás, a los que considera hermanos, sin pedirles la carta de ciudadanía. Ni el certificado de vecindad. Al nómada le gusta aprender in situ de todo. Se aburre con las conexiones en diferido y las largas distancias que impiden la mirada y el pálpito de la vida en grande y en pequeño. Así como el sedentario aparentemente es adicto a las distancias cortas y en cambio está aislado por dentro, blindado en sus recelos, el nómada, que es adicto a los grandes espacios respiratorios, tiene mucho más dispuesto el corazón a la proximidad. Para el nómada no hay fronteras. Para el sedentario las fronteras son un tesoro que nunca quiere compartir nada más que con la comunidad de vecinos. Es decir, con aquellos que le proporcionan la seguridad y el calco exacto de lo que piensa y cree. Porque en realidad lo diferente le desestabiliza, le pone en crisis. El sedentario pertenece a la etnia de los controladores, de los que necesitan poseer para saber que son algo. Generamente elige su pueblo o su cercanía y desea ser escuchado y valorado en la comunidad. Ser un capo. Mientras que el nómada se aleja instintivamente de los puestos de mando. No le gusta mandar, sino colaborar. Dar ideas. El sedentario, en cambio no genera ideas, las copia y las rentabiliza. Y no genera ideas porque le faltan las raíces interiores, que son las productoras. Mientras el sedentario hace crecer las raíces en el exterior, no crece. El nómada crece con sus raíces internas. El sedentario es legislador del orden externo, pero no ha descubierto las leyes internas del autogobierno, por eso necesita normas de fuera. El nómada sobre todo tiene tan asumidas las leyes de dentro como las de fuera. No necesita imposición, porque se regula naturalmente. Es parco y necesita poquísimo para estar muy bien. Puede vivir en una casita mínima, en una jaima del desierto. En un igloo o debajo de un puente o de un árbol.Puede vivir en un palacio y se sentirá tan libre como si estuviese en medio de un bosque o de una pradera. El sedentario acumula. El nómada da. El sendentario se endurece y se fortifica porque no es fuerte por dentro. El nómada fluye porque sabe que su fortaleza nace de lo alto y de lo profundo. No le pertenece, él pertence a ella. El sedentario no soporta la soledad de verdad, necesita estar agarrado a algo, a alguien. El nómada ama y por eso no necesita a anadie, por eso puede acudir y estar con quien necesite algo de él. El sedentario hace planes y proyectos. Al nómada le salen al paso y los va dosfrutando mientras los construye y se deja construir.
Al sedentario le encanta el cine porque le permite imaginar lo que no es capaz de vivir. El nómada vive todo en directo y se suele aburrir con las películas de mucha acción, de mucho enredo y dispersión, se ríe de los mitos hollywoodenses, le parecen muñecos de cartón piedra y no admira la capacidad de mentir que tienen los actores y actrices. Las leyendas de humanos sobrevalorados le dan risa, porque tiene en el alma rayos X y ve por dentro el vacío de las máscaras y personajes "importantes".
El sedentario tiende al aburrimiento natural. Se cansa de todo.Porque al no tener capacidad para vivir intensamente cada cosa, él mismo es aburridísimo. El nómada está tan pleno de posibilidades increíbles, rebosando presente, que jamás se aburre con nada.

El sedentario tiende al miedo y al pesimismo. El nómada, es valiente y optimista por naturaleza. El sedentario es un artesano. El nómada es un artista. El sedentario es un hombre de "orden". El nómada es un ser de gracia. El sedentario es político y religioso. El nómada es ético y espiritual. El sedentario es un administrador contable, el nómada es místico y abundante. El sedentario es una hormiga, el nómada es un águila. El sedentario es un albañil existencial y el nómada es un arquitecto de la vida. El sedentario necesita buscar el placer, el nómada lo lleva dentro. El sedentario desea y posee, el nómada ama y se da. El sedentario trata de tocar instrumentos y de escribir poemas, el nómada es la música y la poesía. El sedentario se identifica con el cuerpo que un día muere, el nómada pertenece al espíritu inmortal. El sedentario busca a los magos y adivinos para que le ayuden a conjurar y a dominar los avatares de la vida, el nómada es la magia y el conocimiento instantáneo en la normalidad del silencio interior. Por eso el sedentario busca gente en la convivencia y el nómada encuentra el mundo en el desierto y el desierto en el mundo.

Así pues, sedentarios, no os preocupeis, porque el nómada nunca competirá con vosotros. No necesita lo que para vosotros es lo máximo. No hace falta que le combatais, el no ama la guerra ni os considera enemigos. No ama vuestras magias porque ya pasó por ellas en otros tiempos y consiguió liberarse de esas cadenas infames con la ayuda de las raíces internas y desprendiéndose de su "tierra" y de su "gente" consiguió que su tierra sean los universos y su gente todo ser que existe y por ello reconoce y bendice la Obra divina.
Disculpadle si os molesta su frescura y su falta de componendas, es que en el pais infinito de los nómadas todo es fresco, natural, sin maquillaje hollywoodense, sin refritos de las ideas ajenas, sin decorados ni attrezzos. Sin encantamientos eróticos al portador como los cheques bancarios. Perdonadle por su libertad indestructible e inofensiva. Por su buen humor y su visión cómica del drama innecesario. Y quedaos en paz, con la tranquilidad de saber que un nómada no compite, ni disputará jamás por el botín ni por una pieza de caza, porque es noviolento por naturaleza y no caza nunca. El cielo le trae a casa el alimento. Su casa es Él.

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