lunes, 10 de octubre de 2011

Qué alegría y qué alivio. La ciencia empírica ya se expresa en términos holísticos, es decir, ya es capaz de verse integrada en la unidad de todos los rincones del ser. La conciencia por fin encuentra su lugar como hilo conductor de la esencia y su expresión en los fenómenos materiales y energéticos. Por fin llegan los tiempos en que "el hombre del futuro ( y del presente) será místico o no será" como avisó alguien clarividente, lógico y lúcido. Por fin se va descubriendo el ritmo de la evolución, ese hilo transmisor que nos hace advertir cómo en cada generación los niños llegan con más finura perceptiva y con una disposición evidentísima hacia lo nuevo. Por eso es tan fácil que nos comprendan mejor que los mayores, no sólo porque todavía no están programados, sino porque traen un nuevo circuito impreso de conciencia universal mucho más amplio.
El sistema de expansión y mantenimiento de la conciencia son vibraciones cualitativas, no numéricas ni mensurables en peso ni en dimensiones físicas, que se sostienen en la combinación del sentimiento, del pensamiento y de la emoción. Son exactamente como las ruedas de la memoria, unos círculos concéntricos de energía y color-luz, que mueven y comunican entre sí todo cuanto existe. Y dependiendo de la armonización, o como dirían los pitagóricos, de la "música de las esferas", varía la densidad y por lo tanto la vibración de esa conciencia holística. A más densidad, más cortas y rápidas son las ondas vibratorias, a más sutileza, más largas, lentas e imperceptibles son.
La ciencia nos va acercando a la "normalización" lectiva y pedagógica de la mística, al contrario de lo que la vieja escuela afirmaba. O sea, que cuanto más avanzase la ciencia más lejos estaría la espiritualidad. Por suerte no es así. El espíritu es el motor de la vida y la materia es sólo su condensación en ondas más sólidas y densas. Lo que sí se pone en solfa con estos descubrimientos son las rigideces dogmáticas de las religiones, que a lo largo de la historia han perseguido enconadamente lo mismo a los científicos que innovaron el conocimiento con sus intuiciones, que a los místicos, por percibir empíricamente los fenómenos de la acción del espíritu en la materia. Y su función transformadora e integral, compartida.

En el artículo del El País, que he colgado debajo, se pueden leer las afirmaciones de una doctora a cerca de estos descubrimientos fabulosos para nuestra especie.

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