jueves, 13 de octubre de 2011

Esperando milagros

El PP tiene miedo al 21N. Al día después de su, todavía, hipotética victoria. Lo confesaron ayer a los periodistas los propios miembros de ese partido, Rajoy incluído, en la recepción del Palacio de Oriente para celebrar el día de las fuerzas armadas. Y tienen miedo porque justamente ellos mismos no han comprendido en su momento la transcendencia mundial y europea del problema. Llevan tres años culpando a Zapatero y al socialismo de la crisis y han conseguido que muchos ciudadanos se lo hayan creído y que ahora, esos ciudadanos estén esperando el milagro imposible y que cuando ese milagro se esfume en la nada, ellos paguen el precio justísimo de su falta de inteligencia política, de madurez democrática y de su ambición por el poder mucho más fuerte que su sentido común , que su deber ético y cívico de apoyar al gobierno democrático de su país ante un estado de emergencia comparable a cualquier catástrofe física, pero todavía con peores consecuencias. La hecatombe económica actual que requiere una unidad, un consenso responsable de todas las fuerzas políticas para poder pasar lo menos dolorosamente posible, este tiempo de cambios tremendos y radicales de la humanidad entera, no sólo de España. El hundimiento impresionante del sistema económico por el que se viene rigiendo la economía mundial desde le Edad Moderna. Y es que el discurso voluntariamente miope y torticero del PP, durante estos años, no ha sido otro que arrebatar el poder, por cualquier medio, a un presidente socialista que llegó a ese cargo por incapacidad, marrullería e insensatas decisiones de Aznar, el presidente anterior. En su ardor guerrero, el PP, ha descuidado la realidad. Se ha fabricado un mundo paralelo de fantasía. Barbie y Madelman intentando hacer un wonderland de juguete, una isla llena de gaviotas, en medio del apocalipsis financiero del mundo. Gaviotas que ahora se verán forzadas a intentar posarse en un océano lleno de tiburones desesperados y famélicos con el resultado previsible. No hay milagro. Y el búmeran implacable contra los socialistas apunta ahora directamente, no sólo contra el PP, que sería, si consiguiese ganar, la víctima más aparatosa del "milagro"-timo de la estampita que está vendiendo, sino desgraciadamente, contra los propios ciudadanos que les eligiesen, y más desgraciadamente aún contra los ciudadanos que no les fuesen a votar nunca y que seguramente serían mayoría.
Al final, siempre, la vida devuelve las malas pasadas y las malas acciones. Y lo hace multiplicando por intensidad y peso especifico, el mal que se ha hecho o el bien que se ha dejado de hacer a personas o a ideales inocentes y bien intencionados que favorecen el bien de todos. En la economía del universo la medida no es el número, sino la calidad, la intencionalidad, el uso cualitativo de los recursos de la mente y de la voluntad del intelecto consciente del "usuario". Eso es pura física cuántica comprobada en la realidad. Los átomos obedecen a la intención. Y por eso "devuelven" la pelota en el mismo sentido y retorno, en que ha sido lanzada, pero sumando el peso y la densidad, más la velocidad en proporción geométrica multiplicada por sí misma. Y ese teorema cósmico es justamente lo que ahora teme el P. Popular. Tener que saltar al ruedo cuando no es un toro solo, sino una manada entera de mihuras enfurecidos los que están esperando el "cambio" para cornearles hasta acabar con un toreo que hasta ahora sólo ha sido un toreo de salón.

Por sentido común y bien para el país entero, sería deseable que los ciudadanos votasen a los pequeños partidos y que el PSOE, coordinando una mayoría modesta, no demasiado agrande, necesitada del apoyo y de la reorientación de las demás fuerzas, aportase sus ideas para el cambio, que las tiene, y bastante aceptables. Que el PP quedase reducido a un grupo testimonial, para que se viese obligado por la propia ciudadanía a aprender humildad y democracia verdadera, a que por fin, la derecha heredada y maquillada derivada de la dictadura, se convirtiese en un partido moderado, ético y cívico, como quiso hacer Fraga Iribarne en sus tiempos. Él desde luego supo someter el fanatismo de sus huestes, reducir a la ultraderecha fascista y convertirse, por el bien de España, en una "leal oposición". Pero el civismo político del PP se jubiló con Fraga y derivó en estos robots neocon sin inteligencia, sin creatividad y sin pizca de sentido democrático ni común.
Hace falta que entre todos se hiciese un frente común para empezar de nuevo y en otro rumbo, otra forma de vida y de funcionamiento, mucho más participativo, atento e integrado. Mucho más real y humano. Mucho más inteligente. En este menester el PP es el que debe reciclarse completamente en todo. Dejar de hacer congresos conspiradores para desarrollar estrategias que les lleven a Moncloa y empezar a hacer congresos que les hagan ver la utilidad social de su proyecto y las bases morales, solidarias, responsables y prácticas, respetuosas no sólo de las formas superficiales del protocolo, sino sobre todo, de los derechos humanos, de la necesidad de ser incorruptibles, decentes, maduros como hombres y mujeres para poder ser aceptables después como gestores de la cosa pública.
Una refundación ppera desde la esencia humana, pasando del reino de Babia desencarnado y basado sólo en el dinero y el poder, a una realidad cívica muy distinta, que los españoles necesitan urgentemente y en la que son necesarias todas las fuerzas posibles, siempre que sean honestas, democráticas y busquen el bien de todos por encima del triunfo propio a costa de todo y de todos.

Quizás si ganase el PP, fuese lo justo para que por fin, la base social engañada por la demagogia de sus fantasías megalómanas y tan poco democráticas y fuera de la realidad, se desengañase completamente de ese desproyecto imposible, porque ni siquiera existe como programa, y que por fin, la base electoral manipulable se diese cuenta de que los perros atados con longanizas tienden a devorar las longanizas en el cuello de los demás perros porque no pueden comerse las longanizas propias. Y sin encima las longanizas sólo son publicidad oportunista hecha con silicona, los perros acabarán dándose cuenta del engaño y comiéndose al marrullero embaucador que aparentemente los cuida.

Quizás fuese muy conveniente para la salud democrática y económica de los españoles, que el PP ganase en el 20N. Una fecha muy simbólica para celebrar el funeral de lo que ya no sirve. Para enterrar los restos momificados de un mundo ególatra, depredador y ciego. Y para que el PP comprendiese donde está situado de verdad. En el cráter de un volcán que él mismo ha encendido y puesto en marcha. Verdaderamente es el PP el que necesita un milagro urgente, no ya para ganar las elecciones, sino para sobrevivir como fuerza política creíble si las ganase. Puede que si las gana, el resultado real sea que desaparezca para siempre hasta como oposición mayoritaria. Quizás sea el examen final de la ciudadanía, la reválida democrática necesaria para erradicar por fin la garrulez, la incultura política y social, el paso de una transición verdadera, de una pascua, que se debe dar desde la tiranía de los faraones en un mundo de esclavos engañados, hacia el civismo de una tierra com-prometida y co-gestionada con honestidad y realismo adecuados a las circunstancias que vivimos y de las que debemos responsabilizarnos urgentemente, procurando que los que tienen medios suficientes los compartan con quienes no tienen nada. Como predica esa religión falsamente cristiana que trata de solucionar con limosnas la injusticia de los pudientes y que no hace nada por sanear las bases sociales que producen la miseria, sino por aumentar su volumen. No son limosnas sino dignidad, educación, deberes y derechos de todos para con todos lo que solucionará este crisis. Una sociedad nueva y más sana, que sólo es posible si la vamos construyendo cada día entre todos.

Sería muy deseable que el PP nunca llegue a gobernar en el estado miope, ignorante, tenebroso, antiético y antisocial en que se encuentra. Pero tal vez sería conveniente que no fuesen las urnas las que le derrotasen, sino la evidencia de su incapacidad gestora, lúcida y decente para procurar un modo de vida adecuado y justo, en el momento que estamos viviendo y que desde luego, es un punto histórico irreversible. No hay mal que por bien no venga cuando se aprende la lección de lo irremediable. Alemania necesitó quedarse en el chasis para derrotar para siempre la tentación nazi. De todos modos, esperemos que España se despierte a tiempo y no necesite un tratamiento schock de ese calibre. Por el bien de todos. Hasta del PP.

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