viernes, 27 de enero de 2023

Tal cual, Torres López. Gracias como siempre por encender la linterna de la conciencia y de las causas y los efectos...

 

La tramoya

Palos de ciego contra la subida de precios de alimentos básicos

Un hombre compra naranjas en una tienda de la localidad malagueña de Ronda. REUTERS/Jon Nazca
Un hombre compra naranjas en una tienda de la localidad malagueña de Ronda. REUTERS/Jon Nazca

Es un hecho que el gobierno de Pedro Sánchez ha estado acertado a la hora de combatir la inflación y la prueba es que España terminó 2022 con la tasa más baja de la Eurozona.

Por eso me gustaría decir que estoy de acuerdo con las ministras y ministros del gobierno español que se están pronunciando y haciendo propuestas sobre la indeseable y en muchos casos impresionante subida de precios que están registrando productos básicos de la cesta de la compra familiar. Pero no lo estoy.

No me parece muy acertada, por ejemplo, la bajada del IVA recientemente aprobada.

La ministra de Economía y vicepresidenta Nadia Calviño cree que esa medida bajará los precios porque comparte lo que me parece un error sobre la naturaleza de los mercados que han expresado la ministra de Industria, Turismo y Comercio, Reyes Maroto, y el ministro de Agricultura, Luis Planas, al afirmar que se trata de un mercado "en donde hay competencia" y, por tanto, en donde "no es necesario intervenir".

Con independencia de que esa afirmación es contradictoria con la intervención que supone modificar el IVA para lograr un cambio de comportamiento de las empresas a la hora de fijar precios, lo cierto es que se trata de un mercado en el que, efectivamente, hay competencia, aunque no lo que se produce en un mercado perfecto que busca la maximización del beneficio tal y como la describen los modelos teóricos, ni la que se lleva a cabo bajando márgenes, sino tratando de alcanzar la mayor cuota posible de mercado.

Por esa razón, es dudoso que efecto final de una medida como reducir el IVA sea positico porque puede provocar cambios indeseados en los hábitos de compra, no es fácil acertar con el tipo de bienes a los que realmente conviene aplicarles la bajada, no es seguro que se traslade a los consumidores y porque se benefician de ella perceptores de rentas que no lo necesitan.

Mucho me temo que la bajada del IVA sea otra de esas buenas intenciones de las que dicen que está lleno el infierno, pues puede terminar siendo tan solo un regalo adicional a las grandes empresas. Mientras que posiblemente hubiera sido mucho más eficiente y barato proporcionar ayudas directas a quien lo necesite.

De hecho, aunque algún informe señala que la bajada del IVA se está trasladando a los precios y que estos ya están bajando, una investigación de FACUA revela que siete grandes cadenas (Alcampo, Aldi, Carrefour, Dia, Eroski, Lidl, Hipercor y Mercadona) no la están  aplicando.

Y no puedo sino manifestar mi estupor al leer que la ministra Calviño afirma que "es responsabilidad del sector" bajar los precios tras decidirse la bajada del IVA. En primer lugar, porque parece mentira que una ministra de Economía hable del "sector" como de un sujeto que tomas decisiones colectivas, como un monopolio. Y, en segundo lugar, porque, nos guste o no, los mercados no son mecanismos que se muevan por principios éticos o morales, por mucho que pudiera parecernos deseable.

No estoy de acuerdo tampoco con la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, cuando también vincula el problema a otra cuestión moral (la falta de piedad de los propietarios, personificados en el dueño de Mercadona) o en los márgenes de las empresas.

Podría parecernos que el mundo funcionaría mejor si todos los propietarios de capital (y el resto de los mortales) fuésemos más piadosos. Pero esa no es la cuestión. El capitalismo es lo que es, con sus defectos y virtudes, y no se le puede pedir que funcione de otro modo. Ese tipo de manifestaciones enardecen a la parte más guerrera de los propios, pero no conducen a nada más que a generar un ruido que, a mi modesto entender, no es lo que más favorece la puesta en marcha de políticas transformadoras.

Es una evidencia que los márgenes de las empresas españolas (como las de otros países de nuestro entorno) han aumentado. Ocurre siempre que hay procesos inflacionarios pues estos se producen de manera muy desigual y comportan movimientos de precios muy asimétricos en el conjunto de la economía y entre todas las empresas. Las de mayor poder de mercado se benefician siempre de la inflación y por eso muchos economistas decimos que esta última no solo tiene causas, sino también propósitos. En concreto, el de recuperar el terreno perdido subiendo precios  al pescar en río revuelto.

Pero, siendo eso evidente, resulta prácticamente imposible determinar directamente (al menos sobre la marcha de las subidas) en dónde se produce real y exactamente el aumento de los márgenes, qué empresas concretas lo llevan a cabo y con qué productos de los que venden lo hacen en particular.

Por tanto, señalar al aumento de márgenes como una fuente más de la inflación (una verdad como un castillo de grande) es útil para mostrar en general la naturaleza del fenómeno que nos está afectando, pero creo yo que algo poco operativo a la hora de poner remedios concretos a las subidas de precios. Al menos, con el tipo de indicadores y datos con los que hoy día se cuenta.

No se olvide, como he señalado antes, que en el sector de la distribución de los productos alimenticios no necesariamente se gana más aumentando márgenes y que puede ocurrir que medidas bienintencionadamente destinadas a reducirlos, para favorecer una oferta más barata y asequible, terminen provocando a medio plazo una mayor concentración y, a la postre, condiciones peores que las iniciales. Un efecto perverso, por cierto, que ya se ha vivido en otros países vecinos, como Francia, en donde se ha acusado al gigante Leclerc de "canibalizar" el sector justamente reduciendo su margen en pleno proceso de subida de precios.

¿Quiere eso decir que no se puede hacer nada frente a empresas con tanto poder de mercado como estas grandes del sector de la distribución de productos alimenticios?

Tal y como ya ha hecho el gobierno de Grecia y parece que hará el de Francia, ambos conservadores y no precisamente bolcheviques, no creo que se deba descartar algún tipo de control de precios. Pero, insisto, no me parece que esto sea el remedio óptimo ni más efectivo en el caso de productos alimenticios que tanto perjudica a las rentas más bajas y, por extensión, a miles de pequeñas y medianas empresas que viven de su gasto. Y, de llevarse a cabo, creo que solo deberían establecerse con extraordinaria precisión y no a brocha gorda, sobre la base de un buen conocimiento de lo que ocurre en el mercado, con acuerdos y control efectivo.

A mi juicio, la única forma de evitar lo que está sucediendo con los precios y las dificultades de acceso a la oferta de miles de familias es generar otro tipo de canales de distribución y nuevas formas de consumo. No pedirle al capitalismo el imposible de que sea lo que no es, sino poniendo en marcha procesos que hagan y proporcionen lo que el capitalismo no puede hacer ni proporcionarnos.

El exvicepresidente del gobierno Pablo Iglesias acaba de señalar en uno de sus programas de La Base que, junto a los controles de precios que propone su formación, se podrían crear supermercados públicos. Eso me ha hecho recordar la propuesta que escribí (p. 50) en el documento de bases que nos pidió Podemos y que redacté junto a Vicenç Navarro en 2014: "Exploración de fórmulas (...) destinadas a satisfacer necesidades básicas de la población con dificultades de acceso a la oferta actual de los mercados: creación de centrales de compras participadas por el sector público, tanto estatal como autonómico o local y organizaciones del tercer sector."

Quizá, si entonces se nos hubiese hecho algo más de caso y se hubiera comenzado a trabajar en esa línea, ahora no tendríamos que lamentarnos tanto de lo que está ocurriendo y se darían menos palos de ciego para combatir las subidas de precios.

 

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Comentario del blogg

 

Precisamente de eso se trata y para eso deben existir los Estados: para poner en marcha las trayectorias sociales necesarias y propias del bien común y para evitar de ese modo que el desmadre de los poderes y negocios privados arruinen los recursos públicos, de los que depende la propia existencia de cualquier país que valore los DDHH, la equidad, la justicia, la dignidad, el equilibrio y los valores fundamentales como la Ética, la Igualdad, la verdadera Libertad y el Bien Común ejercido y cuidado por una verdadera y sana Conciencia Colectiva, que es imposible descubrir y cultivar si en paralelo no se descubre y se cultiva al mismo tiempo la conciencia individual. 

Es imposible ser decentes, solidarios, compasivos y justos en lo privado sin serlo igualmente en lo público y viceversa. Uno de los problemas más graves, es precisamente ese barranco moral e intelectivo que separa y destroza la integración social, especialmente entre los pueblos y regiones de las Hisppanias, que es lo que más nos afecta y estanca en lo peor de nuestro pasado, reduciendo presente y futuro a la repetición de lo ancestral y ya tóxico, como lo sería alimentarse de la naftalina de los viejos armarios donde se guardan los despojos convertidos en "valores", contemplados como reliquias zombis semovientes, destinadas a llevar el timón de la nave del Estado, no reconocido como una imposición hereditaria de un constante  "vuelva usted mañana, que se va a encontrar lo mismo de siempre",  sino como un honor y un 'orgullo' ppatrióítico digno de adoración y obediencia ciega total, de rebaño acomodado a lo que sea con tal de no hacer nada para cambiar a mejor, e incapaz de cambiar la dehesa y el cortijo de los señoritos, por la inteligencia y la evolución natural e imprescindible de la Casa Común. Si no fuese así, es indudable que no estaríamos como estamos ni de coña. Y que en su momento, esos gobiernos, tipo Hidalgo del Lazarillo, aunque se llamasen 'izquierda', habrían tomado las decisiones que apuntaba y aconsejaba Torres López en aquellos días. 

Habrían hecho como Noé: construir el Arca antes del diluvio. Ahora, empanatados y enlodados hasta las cachas,  es muy difícil, aunque no imposible, todo es tomar conciencia, dejar de lado manías y prejuicios y en vez de poner zancadillas, poner la mejor voluntad para evitar el desastre total y no empeñarse en llevar la voz cantante del poder absoluto, que hasta ahora solo ha sido un Titanic en imparable naufragio. 

Entre los proyectos del 15M estaba también la creación del mercados públicos, pero fue precisamente Podemos la fuerza política que usurpó al 15M la posibilidad de realizar en todo el Estado, pasito a paso y sin prisas,  lo que ya empezaba a conseguir en los barrios y municipios. El hegemonismo de aquel Podemos quiso suplantar el nuevo concepto de Estado social y plural, pero vinculado en un federalismo natural,  sin ser institucionalmente hegemónico y sin "caudillos" machos Alfa en el poder, que ya habíamos tenido bastante penitencia durante una dictadura que logró convencer a una sociedad sin experiencia democrática de verdad, mediante la normalización del miedo y la amenaza constantes, de que lo suyo debía ser "lo nuestro". 

Y ahí, al tocar el viejo mogollón heredado, se hizo añicos el futuro del 15M, más que nada porque Podemos se empeñó en imponer la obsesión hegemonista, que era la familiaridad marimandona del ambiente respirado durante cuarenta años, resultaba tan familiar...que mucho mejor y más "segura" una hegemonía que un partido comunista o socialista;. La cosa no salió bien. No hubo madurez ni conciencia suficiente y el remate fue la supresión de los mismos círculos de base, que, precisamente habían concedido a Podemos el crédito democrático e igualitario. Y todo se apagó. 

Aunque, nada es eterno y Podemos también puede cambiar, evolucionar  y hacer posible que la esencia del 15M acabe poniendo el cascabel al gato sin peleas ni hegemonías, sino Sumando, construyendo Más País, Verde y nada vaciado, unificando y multiplicando talento, ética y conciencia mediante el bien común y la superación de las inmadureces demoledoras, que hunden el futuro sin descubrir que sí se Puede cuando el Nosotros es capaz de educar y e iluminar los egos inexpertos que, empezando por un@ mism@, para colmo se cree la flor de la canela...

Si algo puede evitarnos el tortazo del siglo, es la inteligencia de la humildad, de la concordia  y de la escucha prácticas, y de eso, las bases y la sustancia del pueblo pueden ofrecernos una tesis doctoral convertida en master cotidiano. Yolanda Díaz, Garzón, las Españas Vaciada y Verdes,  y la izquierda más sabia, saben lo que hacen y lo que el mundo necesita a estas alturas. 

El resto, como muy bien dice Torres López, solo serán palos de ciego si no ven ni miran lo que hay y no solo lo que quisieran que hubiese y nunca hubo, ni habrá hasta que nosotr@s, la base social,  no queramos que lo haya, como  dejó muy claro el 15M hasta que Podemos le suplantó en el intento, con la mejor voluntad, sin duda. Le dio la vuelta a la tortilla y la dejó quemada por fuera y cruda por dentro. Sería genial que esta vez la cocina  y las recetas se organicen en modo Sumar y que gente como Yolanda Díaz. Alberto Garzón, Íñigo Errejón, Mª Eugenia Palop, gente tipo Manuela Carmena, Baldoví, Mónica García, en fin, seres despiertos o con la decisión de despertar, llegasen asumir responsabilidades y servicios, propios del nuevo mundo y de la nueva sociedad en construcción que tanto necesitamos. Si el actual Podemos se pilla unas vacaciones y descansa de tanto estrés, seguro que le sentarán de maravilla y tod@s estaremos agradecidísim@s. Julio Anguita y Pablo Iglesias Posse, desde la Casa Eterna estarían muy felices entonando la Internacional...Unamuno, Miguel Hernández, Antonio Machado y Jesús de Nazaret, siempre el último, cuidando de la Casa Común y abriendo las puertas de par en par, para que tod@s quepan/quepamos, también!

 

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