viernes, 6 de enero de 2023

Gracias, Leonardo Boff, y R.D., muchas gracias, por este regalo de Reyes, que lejos de reinar y mangonear desde el poder, son verdaderamente reales en humildad, acogida, sencillez, cercanía, conocimiento auténtico y auténticamente real, -valga la redundancia,- de los caminos incontables y universales en los que Másquedios se manifiesta constantemente, aunque solo quienes desean abrir las puertas y alejarse de los miedos, los juicios y discriminaciones excluyentes, pueden reconocerlo dentro de sí como dentro de los demás hermanos y hermanas de especie y creación adjunta...¡Bendita transparencia de la luz sin fronteras!

Religión Digital

Una interpretación de Brasil sobre la vida y actos de un pontífice Benedicto XVI, un Papa de la vieja cristiandad, con su pompa y su poder político-religioso.

Cada vez que muere un Papa, toda la comunidad eclesial y mundial se conmueve, porque ve en él al confirmador de la fe cristiana y al principio de unidad entre las diversas Iglesias locales. Se pueden hacer muchas interpretaciones de la vida y los actos de un Pontífice. Haré uno de Brasil (de América Latina), ciertamente parcial e incompleto.

Es importante señalar que sólo el 23,18% de los católicos viven en Europa, el 62% en América Latina y el resto en África y Asia. La Iglesia católica es una Iglesia del Segundo y Tercer Mundo. Los futuros Papas procederán probablemente de estas Iglesias, llenas de vitalidad y con nuevos estilos de encarnar el mensaje cristiano en las culturas no occidentales.

"La Iglesia católica es una Iglesia del Segundo y Tercer Mundo. Los futuros Papas procederán probablemente de estas Iglesias, llenas de vitalidad y con nuevos estilo"

En referencia a Benedicto XVI, hay que distinguir entre el teólogo Joseph Ratzinger y el Pontífice Benedicto XVI.

El teólogo Joseph Alois Ratzinger es un típico intelectual y teólogo centroeuropeo, brillante y erudito. No es un creador, sino un excelente expositor de la teología oficial, como quedó claro en sus diversos diálogos públicos con ateos y agnósticos.

No introdujo nuevos puntos de vista, sino que dio un lenguaje diferente a los ya tradicionales, especialmente los basados en San Agustín y San Buenaventura. Quizá algo nuevo sea su propuesta de la Iglesia como un grupo pequeño, muy fiel y santo, como "representación" de la totalidad. El número de fieles no le importaba; le bastaba con el pequeño grupo altamente espiritual que ocupa el lugar de todos. Resulta que dentro de este grupo de puros y santos había pedófilos y personas implicadas en escándalos financieros, lo que desmoralizó su concepción de la Representación.

Otra postura singular, objeto de interminables controversias conmigo pero que ganó resonancia en la Iglesia, fue la interpretación de que la "Iglesia católica es la única Iglesia de Cristo". Las discusiones conciliares y el espíritu ecuménico cambiaron el "es" por el "subsiste". Así se abrió un camino para que la Iglesia de Cristo también "subsistiera" en otras Iglesias. Ratzinger siempre afirmó que este cambio no era más que otro sinónimo de "es", lo que una cuidadosa investigación de las actas teológicas del Concilio no confirmó. Pero siguió apoyando su tesis. También afirmó que las demás Iglesias no son Iglesias, sino que sólo tienen elementos eclesiales.

Incluso afirmó varias veces que esta postura mía se había hecho común entre los teólogos y que ello provocaba nuevas críticas del Papa. Sin embargo, estaba aislado, porque había causado una gran decepción a las demás iglesias cristianas, como la luterana, la baptista, la presbiteriana y otras, al cerrar las puertas al diálogo ecuménico.

Entendía la Iglesia como una especie de castillo fortificado contra los errores de la modernidad, situando la ortodoxia de la fe, siempre ligada a la verdad (su tonus firmus), como referencia principal. A pesar de su carácter personal sobrio y cortés, se mostró como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, extremadamente duro e implacable.

Cerca de un centenar de los teólogos más destacados fueron condenados bien con la pérdida de su cátedra, bien con la prohibición de enseñar y escribir teología o, como en mi caso, con el "silencio obsequioso". En América Latina se censuró al fundador de la Teología de la Liberación, el peruano Gustavo Gutiérrez, a la teóloga Ivone Gebara y al autor de estas líneas. Otros en EE.UU., como Charles Curran y R. Haight, se vieron afectados. Incluso un teólogo indio, el padre Anthony de Mello, ya fallecido, vio prohibidos sus libros, al igual que otro indio, Belasurya.

Los teólogos latinoamericanos, decepcionados, nunca han entendido por qué se prohibió la colección de 53 volúmenes "Teología y Liberación", en la que participaban decenas de teólogos (se publicaron unos 25 volúmenes). Era la primera vez que se producía, fuera de Europa, una obra teológica de envergadura con resonancia mundial. Pero pronto se abortó. El teólogo Joseph Ratzinger se mostró enemigo de los amigos de los pobres. Esto pasará a la historia de la teología.

Muchos teólogos afirman que estaba obsesionado con el marxismo, a pesar de que hacía ruido en la Unión Soviética. Publicó un documento sobre la teología de la liberación, Libertatis nuntius (1984), lleno de advertencias pero sin condenas explícitas. Otro documento posterior, Libertatis conscientia (1986) hace hincapié en sus elementos positivos, pero con demasiadas restricciones.

Podemos decir que nunca comprendió la centralidad de esta teología: la "opción de los pobres contra la pobreza y por la liberación". Convirtió a los pobres en protagonistas de su liberación y no en meros receptores de la caridad y el paternalismo. Esta era la visión tradicional y la del Papa Benedicto XVI. Sospechaba que había marxismo en este protagonismo del poder histórico de los pobres.

Como Pontífice, Benedicto XVI inauguró la "Vuelta a la Gran Disciplina", con una clara tendencia restauradora y conservadora, hasta el punto de reintroducir la Misa en latín y de espaldas al pueblo. Causó estupor general en la propia Iglesia cuando en el año 2000 publicó el documento "Dominus Jesus", en el que reafirmaba la vieja doctrina medieval, superada por el Concilio Vaticano II, según la cual "fuera de la Iglesia católica no hay salvación". Los no cristianos corrían grave peligro. Una vez más negó el calificativo de "Iglesia" a las demás Iglesias, lo que provocó la irritación general, que sólo eran comunidades eclesiales, y con todo su ingenio se peleó con los musulmanes, los evangélicos, las mujeres y el grupo fundamentalista contra el Vaticano II.

Su forma de dirigir la Iglesia no era carismática como la de Juan Pablo II. Se guiaba más por la ortodoxia y el celo vigilante por las verdades de fe que por la apertura al mundo y la ternura hacia el pueblo cristiano como el Papa Francisco.

Era un representante legítimo de la vieja cristiandad europea, con su pompa y su poder político-religioso. Rara vez se mostró abierta a otras culturas como las antiguas de América Latina, África y Asia. Nunca se deshizo de cierta arrogancia de ser el mejor y en nombre de ella colonizó el mundo entero, tendencia que aún no ha superado del todo.

A pesar de sus limitaciones, pero por sus virtudes personales y por la humildad de haber renunciado, debido a los límites de sus fuerzas, al oficio papal, seguramente será contado entre los bienaventurados.

Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator

 

 

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Comentario del blogg:

Sólo puedo añadir al respecto unos datos, que confirman el testimonio de Leonardo Bof. Son textos de dos excluídos y castigados sacerdotes católicos, por parte del teólogo "profesional" Ratzinger, a demás de Boff:

1) "Necesitamos muy especialmente el diálogo cotidiano entre todos los seres humanos de las diversas religiones que día a día y hora ahora tienen la oportunidad de encontrarse y conversar  en las más variadas ocasiones: matrimonios mixtos y proyectos sociales conjuntos, colaboraciones religiosas o iniciativas políticas, y en definitiva, que con ocasión de grandes o pequeños acontecimientos, tiene lugar un encuentro entre religiones. En términos concretos:

-necesitamos un diálogo externo entre quienes viven en la misma calle o en el mismo pueblo, entre quienes trabajan en la misma fábrica o estudian en la misma universidad;

-necesitamos el diálogo interno,la confrontación que inevitablemente se produce en nuestras mentes y corazones siempre que nos encontramos con algo extraño, ya sea una persona o un libro, cuando, por ejemplo, un cristiano se encuentra el Corán o un musulmán los Evangelios.

La multilateralidad del diálogo interreligioso implica que, para un mutuo entendimiento en todos los niveles, no bastan la buena voluntad y la apertura de espíritu, se requieren también conocimientos sólidos. Y éstos escasean con frecuencia, incluso en el área científico-teológica, en la que aun no se ha explorado el sentido de los fundamentos, ya convertido en problemática por el propio desconocimiento. Permítasenos ofrecer como conclusión las mismas directrices programáticas que nos han servido de punto de partida:

-imposible la convivencia humana sin una ética planetaria entre las naciones:

-imposible la paz entre las naciones sin una paz entre las religiones (e ideologías);

-imposible la paz entre las religiones sin un diálogo entre religiones."

 

Texto final de "Proyecto de una ética mundial"  de Hans Küng. Editorial "Trotta". Madrid. 1991.

Libro que el autor me dedicó en su presentación en València en la librería Crisol, en 1994. Donde tuve ocasión de escucharle y charlar con él personalmente. Un regalo del Universo, sin duda alguna, y, por suerte, en las antípodas de los criterios ratzingerianos, que acabaron por excluir al autor de toda intervención, influencia y escucha eclesiástica. 


2) "Si al principio sientes pereza en practicar la consciencia, no te violentes. Sería un esfuerzo más. Limítate a ser consciente de tu pereza, sin juzgar ni condenar. Comprenderás entonces que la consciencia requiere el mismo esfuerzo que realiza un enamorado para acudir junto a su amada, o un hambriento para comer o un montañero para escalar la montaña de sus sueños; tal vez haya que emplear mucha energía, que sea, incluso, penoso, pero no es una cuestión de esfuerzo: ¡es hasta divertido!En otras palabras: la consciencia es un actividad fácil.

Pero, ¿te va a proporcionar la consciencia esa santidad que tanto anhelas? Sí y no. De hecho, nunca lo sabrás, porque la verdadera santidad, la que no se obtiene a base de técnicas, de esfuerzos y de represión, es absolutamente espontánea. Jamás vas a tener la menor consciencia de que se produzca en ti. Por lo demás, no debes preocuparte, porque la misma ambición de ser santo se desvanecerá en cuanto vivas, momento a momento, una vida plena, feliz y transparente gracias, precisamente, a la consciencia.  Te basta con estar vigilante y despierto porque así tus ojos verán la luz del Salvador. No te hace falta nada más: ni la seguridad, ni el amor al apego, ni pertenecer a alguien, ni belleza ni poder, ni la santidad, porque ninguna otra cosa tendrá ya importancia ante un realidad irreversible. 

Texto final de "Una llamada al amor", de Anthony De Mello.Editorial "Sal Terrae". Santander 2009 .

Un libro magistral, escrito por un psicólogo y terapeuta jesuita, que sabía de lo que hablaba, cuando escribía y ayudaba al progreso de los seres humanos en la búsqueda y cuidado  de la salud tan humana como divina. Un verdadero maestro y entrenador vital para la humanidad, al que también Ratzinger "castigó" como a Küng, en su fanático empleo de inquisidor y controlador oficial de un religionismo mucho más fanático que evangélico, que en cambio, no tenía nada que corregir en los casos innumerables de pederastia, abusos y corrupción. 

No hay que perder los estribos con tanto paripé ni enaltecer a los personajes que se mueren, solo por el hecho de que tuviesen cargos de primer orden y de apartarse voluntariamente de la gestión que les desbordaba y les confundía, pero eso sí, aferrados como lapas al título, comodidades, excepciones y privilegios adjuntos,  aunque -afortunadamente en este caso- ya desconectados de las funciones prácticas inseparables del encarguito. 

¿Tiene sentido montar estos festivales egópatas y mortuorios cuando para más inri jamás se ha dado la talla y solo se ha sido un buen funcionario a sueldo "del Estado", como guardia de tráfico en un atasco que sigue siendo atasco desde ni sabe cuándo, y para colmo ni se ha movido una sola encíclica para intentar que el pifostio eclesial deje de serlo, y se recupere al menos la actualización del Sermón de la Montaña, aunque sea por primera vez en la historia vaticana, como está intentando hacer el papa actual, incluso tragando pifostios como éste? 

A lo mejor ya es hora de que acabe el baile de disfraces  vaticanista...y de que la prostituta y los poderosos de la Tierra, unidos entrañablemente en la Ciudad de las Siete Colinas, se quiten las máscaras y dejen de brindar en la copa del poder con la sangre de l@s mártires sociales, laborales, religios@s, refugiad@s, abandonad@s, perdid@s, hambrient@s, marginad@s, maltratad@s, enferm@s sin atención, asesinad@s y olvidados...Lo cierto es que siendo cómplices oficiales de todo este marrón es lógico que se considere herejes a herman@s como Küng y De Mello, o como los hermanos Cardenal , o como los jesuitas  asesinados en la UCA de El Salvador, como a Luis Espinal en Bolivia, o a Gustavo Gutierrez, Leonardo Boff o Jon Sobrino , profesor de la UCA, que se libró de la masacre porque estaba dando una conferencia en Tahilandia el día de la bestia. 

Quien sabe si esa cara de la historia eclesial para Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, era solo una especie de impertinente e incómoda telenovela. Posiblemente, la causa del errático comportamiento de ese papa, fuese el miedo, y por ello, fue cayendo en su agujero negro, recuerdo que recién llegado al papado, visitó el campo de concentración alemán de Auswitchz y se puso hecho una fiera, acusando a Dios de aquellos horrores gritándole, "¿dónde  estaba Dios  y por qué no hizo nada para evitar esto?"; ah,  el nuevo papa no tenía ni idea de que el mismo 'dios' fue la víctima del destrozo, como lo fue en la crucifixión de Jesús. El Espíritu no es inmune a la muerte, a la transformación de su materia puntual, porque también es resurrección y vida inagotable, en impensables estados y manifestaciones energéticas entre espíritu y materia, que hasta los físicos cuánticos están descubriendo constantemente, pero eso los técnicos del religionismo no lo comprenden...tal vez porque 'la técnica' de los dogmas intocables  les bloquea la conexión con la energía y la luz del espíritu que crea, mueve y regenera constantemente el Ser y la misma vida, que es su manifestación visible y tangible a través de los sentidos en proceso de evolución depuradora;  tal vez, pretendiendo ser 'prudente'  a su manera,  Ratzinger cayó en el mismo error que las vírgenes sin aceite en las lámparas de la parábola, por falta de previsión a niveles más sutiles, seguramente por las prisas en asistir a las bodas y lucirse como damas de compañía. Y, controladoramente, se olvidó del constante y liberador consejo de Jesús de Nazareth: "No temáis". Soltad amarras. Es decir, tened cuidado con que el aceite de las lámparas de la consciencia no se agote, por lo demás, tranquis. Lo triste es que hay quienes confunden el aceite de la consciencia con el tocino grasiento de la costumbre y el ritual mecánico que piensa y cree - ¡le llama "fe, para más inri"!- tenerlo todo bajo control.

Es de esperar que, al menos, las pompas y circunstancias del religionismo ad hoc no intenten también, al fachigrito de santo subito!, elevarle a los altares como él mismo Vaticano ha hecho  con la exaltación  de Woytila, otro experto en artes escénicas del vaticanismo global. O sea, la antítesis del Evangelio, que ellos en plan autómata, bendicen constantemente con un per omnia saecula saeculorum, Amén! La santa inercia que lleva 1700 años cabalgando a lomos de la Bestia, del  monstruito al que al mismo tiempo temen y obedecen con tanta perfección como persistencia vocacional inoculada.


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