miércoles, 4 de enero de 2023

¿Soluciones o disoluciones?

 

'Cohousing', sálvese quien pueda

La post-pandemia está registrando un incremento de proyectos de asociaciones o cooperativas de personas que asumen y planifican la autogestión de su vejez buscando evitar las residencias.

2/1/23 Grupo de residentes en un 'cohousing' londinense.
Grupo de residentes en un 'cohousing' londinense.

Uno de los peores recuerdos de la pandemia es lo que pasó en las residencias de mayores. No solo por las muertes, que ya sería bastante terrorífico: en los nueve primeros meses murieron en Galicia 509 personas residentes, el 41% de los fallecimientos en la comunidad. También porque se hicieron visibles los defectos de funcionamiento de estas infraestructuras que son el hogar de tantas personas más o menos dependientes en los últimos años de sus vidas. Defectos en los modelos de cuidado proporcionados, sobre todo en los centros gestionados por el mercado: privados y concertados.

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Se añade a todo este desastre la falta de transparencia en la información de lo que allí estaba pasando. Hay que recordar que solo tuvimos datos concretos de lo que sucedió en el país después de que el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia rechazara recursos de empresas gestoras de las residencias que pretendían mantenerlos ocultos, y obligara a la Xunta a publicarlos. Para no olvidar lo que pasó podemos recuperar los trabajos periodísticos de David Reinero en Praza Pública o el libro de Manuel Rico ¡Vergüenza!. No es tan ágil la investigación penal, ésta no, que está lejos de finalizar, como Rico recuerda cada día en las redes sociales que usa para promover que la fiscalía aclare lo que sucedió en Madrid.

Se prometió desde los gobiernos una reflexión y un cambio de modelo post-pandemia. Los poderes públicos se iban a responsabilizar de gestionar directamente, de reducir el tamaño de los centros, de controlar que las ratios se cumplen, de procurar mayor participación de las residentes en la gestión, de revistar protocolos sanitarios… Los meses van pasando, y los años, y poco más vemos que hagan que dar subvenciones con fondos europeos para remodelación de centros.

Entre tanto están creciendo una serie de iniciativas cívicas, bajo la etiqueta cohousing, que agrupan en formas diversas de asociación o cooperativa a personas que asumen y planifican la autogestión de su vejez y dependencia, buscando evitar las residencias.

Las nuevas familias, las nuevas tipologías de hogares también lo serán para las personas mayores

Esta tendencia tiene que ver con el cambio demográfico: ya no va a haber hijas o nueras que nos cuiden de mayores, bien porque ya no tenemos descendencia, bien porque de tenerla no la queremos cargar con el peso del cuidado de una vejez cada vez más larga y penosa. Las nuevas familias, las nuevas tipologías de hogares también lo serán para las personas mayores. No estarán marcados por la sangre o por la necesidad. Serán escogidos y planeados años antes, combinando soledad y sociedad. Grupos de amigas o personas desconocidas se están juntando, comprometiendo ahorros, tiempo, trabajo y una visión de cómo quieren ser cuidadas, de cómo no quieren ser tratadas. Gobiernos y Parlamentos están al tanto de las iniciativas, se publican reglamentos y se prometen ayudas económicas.

No podemos saber seguro si el incremento de este tipo de proyectos es consecuencia directa de la pandemia. Presumo yo que ahora compartimos una cierta decepción sobre lo que el mercado puede ofrecer en el entorno de los cuidados. A lo mejor se está instalando el convencimiento de que el afán de lucro es incompatible con prestar cuidados dignos a la persona que ya no puede protestar y no tiene quien proteste por ella. Que incluso el dinero no llega muchas veces para tener esa mínima garantía. Pero también parece mostrar una decepción sobre lo que podemos esperar del Estado. Pocas plazas públicas y muchas concertadas, poco control y mucha propaganda. A cambio, ir a vivir juntas sin perder autonomía, fabricar nuevas infraestructuras con la base del servicio por encima de la propiedad, gestionadas colectivamente, resulta una propuesta de futuro ilusionante.

2/1/23 Diseño de un cohousing en Reino Unido.
Diseño de un cohousing en Reino Unido.

Son iniciativas impecables desde el punto de vista de la autonomía personal. Escoger como quieres que sea tu vejez, invertir ahorros, tiempo y esfuerzos en hacerlo realidad. Responsabilizarte de la gestión y de los servicios mientras puedas, para ti y la gente que te acompaña en el proyecto, y que cuando ya no puedas lo haga alguien de confianza. Tienen también el valor social de autoorganización, de construcción de tejido social. Incluso de recuperación de patrimonio urbanístico y repoblación rural, y deberían servir como modelo para cambiar las alternativas tradicionales de las residencias. Una iniciativa privada sin ánimo de lucro, un espacio entre el estado y el mercado. El tercer sector en movimiento.

Son iniciativas impecables desde el punto de vista de la autonomía personal

Todo parecen ventajas. Y, como toda iniciativa, si va como se planifica, así será para las personas implicadas. Pero desde el punto de vista de lo que debe ser la acción del Estado para garantizar los derechos que estableció la famosa ley de la dependencia de 2006, la cosa no está tan clara. Entre ampliar y mejorar la prestación de servicios universales y publicar subvenciones a la iniciativa privada hay muchas diferencias. Incluso si se dedican partidas semejantes en los presupuestos el resultado es bien diferente, como sucede cuando se escoge entre construir/gestionar vivienda pública y subvencionar las hipotecas de los particulares que tienen medios para comprar una vivienda. O cuando se escoge entre mejorar la sanidad pública y subvencionar las cuotas de los seguros privados.

Si el Estado, las administraciones, deciden apoyar estas iniciativas como alternativa a ampliar y mejorar los centros públicos, se desentienden en cierta medida de su responsabilidad de gestionar la cobertura de derechos fundamentales. Se destinarían esos fondos a quienesya tiene recursos, detrayéndose de servicios universales que acogen a todas y, como vemos que sucede en otros servicios que deberían ser universales, finalizan por deteriorar la calidad de esos servicios que acabarán atendiendo a quién no tiene medios para otra cosa.

Un escalón más en el camino que transitamos entre la utopía del Estado del bienestar y la cruda realidad del de la beneficencia, que solo se va a ocupar de los que no se pueden salvarse a sí mismos. ¡Sálvese quien pueda!

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Comentario del blog:


Una vez más la dualidad forzada entre ética y praxis nos invita a reflexionar profundamente. La realidad social, presente y futura, de los ancianos y ancianas en España, en Europa y en el mundo, es una urgencia indiscutible, que aunque se ha puesto claramente de manifiesto en la pandemia del Covid-19, ya era una realidad flagrante de larga duración, desde que la sociedad humana ha ido cambiando los valores afectivos, humanitarios y solidarios, naturales, por la 'eficacia' material y económica de la deshumanización como sistema social, cada vez más contemplado como funcionamiento "normal"; habrá que dilucidar si tal "normalización" es producto de la pérdida de valores humanos o la demostración de que esos valores humanos nunca han existido plenamente como sistema pedagógico de convivencia. 

Es aterrador descubrir el genocidio de ancianos enfermos en las residencias de  Madrid durante la pandemia, contemplado como algo normal por las autoridades y gestores políticos del enjuague capitalino de las Españas. Y, lo peor de todo,  que al enterarse del asunto, la sociedad madrileña siga en la parra, apoyando la gestión zendaliana  de quienes carecen de conciencia y de escrúpulos morales, de compasión y de sentimientos, que la garrulez cantamañanas, sin duda, confunde con las emociones, como le sucede a Ayuso, sin ir más lejos. 

Un pueblo con alma, conciencia y valores humanamente éticos, se habría manifestado en masa, pacíficamente y sin violencia, a lo Gandhi,  en las calles y plazas, hasta conseguir la dimisión completa del ppartido desgobernante. Para liberarse de un mal mayor, no hace falta agredir ni insultar, basta con parar la máquina de los automatismos, y que cuando los gerifaltes requieran un servicio, no lo encuentren disponible, que nadie les obedezca ni les sirva, y la multitud en paro voluntario y en pancartas, bien visibles, les explique el por qué de su actitud mayoritaria...Y por qué sí se atiende colectivamente a los más necesitados y desatendidos. 

A los adictos y adictas al poder y al pastón hay que hacerles tomar y desarrollar la conciencia que no tienen desde la misma realidad demoledora que provocan en millones de desatendidos, arrinconados y olvidados. Sólo así podrán experimentar el resultado de sus actos y pésimas decisiones. Por eso, el pueblo, la base social, es la verdadera artífice de los cambios colectivos. Si las mujeres no hubieran tomado conciencia de su derecho a votar, seguiríamos igual que en la Edad de Piedra, si Rosa Parks no hubiese demostrado que sí se pueden cambiar actitudes racistas, los negros y negras seguirían sin poder viajar en autobús ni entrar las Universidades americanas para estudiar, si Concepción Arenal no se hubiese dedicado a reivindicar una pedagogía más inteligente y humanitaria, las prisiones seguirían siendo un infierno machista y terrible, para mujeres y hombres. Todo cambio positivo y sano en la sociedad y en la Historia de la humanidad, requiere la intervención directa y consciente del ser humano a la hora de comprender, gestionar y evolucionar, de llevar a cabo la utopía que consiste en hacer realidad lo que para el tiempo pasado era imposible e inaccesible. Y no se trata de atribuir los cambios a la genialidad de un descubridor o de un "sabio" determinados, se trata sobre todo del crecimiento y de la aceptación, como hábitos y cultura práctica de cada paso adelante que se da como especie en evolución y no hacia el pasado, en involución, que es el riesgo que se se corre al aferrarse fanáticamente al pasado y sus ataduras como valores absolutos.  Indudablemente, el pasado contiene muchos valores históricos, pero convine distinguir la mena de la ganga, y no olvidar que no son valores por la antigüedad, sino por sus contenidos existenciales sanos y aptos para todos y todas. Sin excepciones ni clases ni castas. Valores éticos de base, accesibles y necesarios para la misma vida y sus mejores contenidos universales y particulares.

Se trata de valorar el cambio a mejor y emprender las iniciativas adecuadas para lograrlo, como realidades factibles y elementales, también pedagógicas,  para mejorar tanto en lo común como en lo particular, no se puede evolucionar a trozos, sino integrando el todo del Ser; en ese aspecto la sociedad española está atrasadísima, por eso mismo, siguen viviendo de la política institucional los mismos faldones que arroparon la dictadura franquista, bloqueando todo lo que pueda favorecer los cambios a mejor, que para ellos significan nada menos, que "golpes de estado"... lo que para remate es la estrategia ppoppulista de las mediocridades a la diestra del ppoderoso caballero  Don Dinero, como lo llamaba Quevedo...Es el recolmo! 

Si como sociedad crecemos en conciencia, en sentimientos, -que son la verdadera inteligencia emocional y no los colocones instintivos de la emoción manipulada por el ppoder, de la que la perversión de la peor política y sus privilegios, se sirve para manipular todo lo habido y por haber- iremos comprobando que todo puede cambiar, hasta lo inimaginable. Por ejemplo, esa iniciativa privada, de l@s mayores, uniéndose para solucionar su atención en la ancianidad. Tienen todo el derecho a ello. Pero también tienen el deber moral y humano de colaborar para que todo mejore también para los ancianos y ancianas que carecen de posibilidades económicas y sociales y también son abueletas y abueletes como los ricos, pero sin recursos ni ayudas sociales ni atención adecuadas. 

Esa propuesta no tiene por qué convertirse en un proyecto egoísta, solo para quienes se puedan pagar el futuro, sino también hacer posible que quienes decidan cooperar para crear esos proyectos de autoayuda, se abran, ayuden y animen  al resto de la sociedad a ser más solidaria, compasiva y generosa, en este caso,  con aquellos ancianos sin recursos, a los que un estado decente y justo,  tiene el deber de atender en primer lugar, incluso antes que a aquellos ancianos con una buena pensión y unas posibilidades confortables, que es lo que ahora sucede. 

El dinero no puede ser la solución única a las injusticias, eso es pura miseria, porque solo es un recurso limitado para rellenar los huecos perentorios que la conciencia aun no consigue reparar ni eliminar, porque el sistem in failure no cuenta con ella como herramienta fundamental, para la que el dinero, en realidad,  es solo equiparable a unos alicates o unos tornillos. Pero nunca será ni podrá ser, la caja completa de las herramientas y mucho menos, una auténtica  Black & Decker espiritual, creativa y energética al servicio del Bien Común, algo que en realidad solo puede llegar a ser el amor fraterno y su inteligencia verdaderamente, milagrosa. Porque consigue transformarnos por dentro y por fuera, como fenómenos repartidos uno a uno y al mismo tiempo, como noúmeno universal, como tejido luminoso y perenne, que hilo por hilo, constituye el Cosmos en todas sus facetas..."Eso" que todas las culturas y religiones han llamado "dios" a lo largo de la Historia, resulta que es Amor Inteligente y súper creativo, una verdadera y liberadora fuente de vida y de sorpresas, inimaginables cuando se está encadenad@s a los vayvenes del ego con sus mentiras y comedias agotadoras y sin sentido alguno. 

Es preciosa de valor incalculable la posibilidad de que ancianos y ancianas despiert@s y conscientes, con el presente y el futuro resueltos económica y socialmente, dediquen su vida, su tiempo y parte de sus recursos, a mejorar este mundo, compartiendo lo que les sobra con aquellos hermanos y hermanas ancian@s y abandonad@s a su pésima e injusta suerte, a quienes todo les falta. Y que los Estados y sociedades más prósper@s y despiert@s, más humanos e inteligentes, sean sus mejores cooperadores. 

Si ya no quedan hijos ni hijas, ni nueras ni yernos, ni familiares cercanos, si el dinero de la pensión no llega para pagar una residencia, ni unos cuidadores a domicilio, es que ha llegado el momento del aplauso fraterno y universal, y no desde el balcón, sino desde de la cercanía, del ánimo, de la ayuda y del trámite directo, de la compañía, del paseo y el banquito para compartir en el parque, de la escucha y del abrazo...de la visita y del cariño. Unas funciones que nunca podrá ofrecer ningún Estado sin que las realicen seres humanos de cualquier edad, capaces de amar al prójimo tanto como a sí mismos, haciendo por los hermanos y hermanas lo que a cada un@ le gustaría que hiciesen por él o ella en situaciones difíciles, esas que solo la ayuda, la cooperación, la compasión y la empatía, pueden evitar o/y cambiar a mucho mejor. La esperanza y el empeño son inseparables del amor y de la verdadera fraternidad, su hija mayor y heredera universal...

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