martes, 5 de octubre de 2021

Consideraciones imprescindibles para caer en la cuenta de cómo está el patio. Gracias, Javier Gallego y gracias al diario.es

 

La derecha incivilizada

Pablo Casado saluda a los militantes a su llegada a la Plaza de Toros de Valencia. EFE/ Manuel Bruque

eldiario.es

Abandonemos toda esperanza de tener en España una derecha moderna, liberal y civilizada. Resignémonos a la derecha ultraconservadora y ultranacionalista, autoritaria e iliberal, incivilizada y guerracivilista. La derechona de toda la vida de Dios. El PP de Aznar que viene de Fraga, del franquismo y más allá. La derecha ultramontana que tira al monte. No hay lugar para el centrismo moderado y modernizador. Hasta los que se han llamado centristas han acabado sucumbiendo a esa derecha centralista, inmoderada y chillona. La derecha que quiere imponer su España a la otra mitad. 

La convención del PP a mayor gloria de Pablo Casado ha dejado claro que la derecha que viene es la derecha de siempre vestida con el populismo a la moda, una derecha entre el trumpismo y el franquismo, entre Ayuso y Abascal. En su desquiciado discurso de cierre, que fue más un mitin de fin de campaña, el líder de los populares imitó a Vox en el tono, el volumen y la canción. Atacó el aborto y la eutanasia, la memoria histórica y el feminismo y dijo que destruirá todo lo que está construyendo la izquierda, no porque tenga un plan mejor sino porque lo ha hecho el enemigo. No hay una sola idea en Casado, sólo el revanchismo que parte a este país en dos.  

Sus delirios de grandeza, como la estupidez, no tienen límite ni conocen la vergüenza ajena. A voz en grito explicó que el mundo nos debe a los españoles la Hispanidad, "el acontecimiento más importante de la humanidad después de la romanización", que España le debe al PP el fin de ETA (aunque entonces no gobernaban) y que la derecha española forma parte de la familia política que acabó con el Muro de Berlín. La derecha pretende ganar con incultura la guerra cultural. 

Casado no sabe cómo parecerse a Ayuso y Abascal, los hijos aventajados del aznarismo ante los que él se siente claramente inferior. Por eso se apunta al imperialismo ramplón y al guerracivilismo de la presidenta madrileña, el líder ultra y el padre fundador. Esta es la derecha que nos espera, entre esos cuatro jinetes del Apocalipsis, una derecha revanchista, chulesca, crispada y reaccionaria. Una derecha que no sólo no se avergüenza de su ignorancia, tampoco ya de su corrupción. Casado, que empezó su gira reivindicando a Rajoy y Sarkozy, acabó en Valencia reivindicando a Barberá e invitando a Francisco Camps. Símbolos de la Gürtel, los papeles de Bárcenas, el dinero negro, el despilfarro y la financiación ilegal. 

El PP da por amortizada la corrupción que es la mejor manera de que la corrupción continúe. La solución de Casado contra los corruptos de su partido es no hablar de ellos, mientras los sigue invitando a sus fiestas. El PP no se ha refundado ni se va a refundar. Por no cambiar, no han cambiado ni de sede, como anunciaron. No hay esperanza de cambio en la derecha. De la UCD y CDS a Ciudadanos y UPyD, todos los intentos de modernizarla y civilizarla acaban en la desaparición y la derecha extrema. Acaban como Vargas Llosa en la convención, diciendo que hay gente que "vota mal".

Produce melancolía escuchar cada lunes en la SER a un liberal conservador, moderado y culto como García Margallo, que le disputó la presidencia a Casado, discutir con inteligencia y sosiego con Carmen Calvo y Pablo Iglesias. Esa derecha no puede ser. Tampoco una liberal progresista. Aquí hasta el liberalismo nació de la mano de la monarquía. No es posible la tercera España. La derecha incivil e incivilizada ganó la guerra no sólo a los rojos, también a los liberales, y siguen creyendo que el poder y el país les pertenecen. 

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