sábado, 23 de octubre de 2021

Romancillo para Leonor

 

 Eras chiquita y bonita 

cuando llegaste a este mundo,

naciste como las flores, 

para ser libre y completa

para descubrir la vida 

nutrida de humanidad,

para tener vocación  

de ser humana y sumar 

tus derechos y deberes 

con tus herman@s de especie,

creciendo como una más, 

no secuestrada y tan lejos

de tu familia normal, 

esa del codo con codo 

en las calles y en las plazas...

Pero a ti te secuestraron 

al momento de nacer, 

y luego te han encerrado

como un ave en una jaula,

colocada en un salón 

de sedas y terciopelos,

tan cuidada y vigilada  

que nunca puede cantar

ni volar ni descubrir 

un horizonte mejor,

pero la fatalidad 

de unos genes atrofiados

en la noche de los tiempos 

por oscuras endogamias

y trámites maquiavélicos

te ha condenado a actuar 

igual que una marioneta 

en un clan titiritero. 

 

Se te ha pasado la infancia

 entre vitrinas de ayer

y planes para mañana, 

y te has hecho adolescente

sin que tú hayas decidido 

como despertar siquiera

para vivir el presente. 

Hoy te nombran heredera

de un trono que no comprendes 

ni sabes que hacer con él,

llevas una doble vida 

entre lo que nunca eliges

y lo que querrías hacer 

pero no puedes pensar

porque tus obligaciones 

de altillo y de pedestal

no te dejan elegir, 

como les pasa a tus padres

y les pasó a tus abuelos,

lo mismo que ves en casa:

una vida con doblete, 

en la que no participas

ni cuenta tu parecer, 

eres un clikc solamente

que obedece como un coche 

o como un ordenador,

sin que tú sepas la causa 

de semejante marrón;

te educan en una escuela, 

que nunca será la pública,

y de repente te mandan, 

por cosa de dinastía,

a vivir en Inglaterra. 

Para que no pierdas comba

en tu origen victoriano 

ni en juegos de monarquías. 


Es muy triste y deprimente 

soportar en un estado

de esta Europa impenitente

 que atentados tan casposos,

 tan cutres como aberrantes

contra el humano derecho 

a elegir la dirección

en la que querrías vivir 

si te dieran esa opción, 

se nos convierta en modelo 

y en constante tenderete

de monárquica proclama, 

mientras tu padre no sabe

como afrontar el dilema, 

tu madre le sigue el juego,

tu abuela se hace la loca 

y tu abuelo se reparte

la pasta que ha acumulado

 y al mismo tiempo ha perdido, 

saltando de cama en cama

repartiendo milloncejos 

entre tanta espabilada

que se está llevando crudo 

los fondos de su botín

que le hicieron abdicar 

y le van a derretir 

entre tanto ir venir 

en fregado sin igual...

 

No hay derecho, de verdad, 

a que niñas inocentes

sin más culpa ni delito 

que haber nacido en un pozo

de miserias indecentes, 

un sistema estrafalario

de rituales caducos

 anclados en una historia

que es una vergüenza ajena, 

las obligue y las secuestre

desde la más tierna infancia

 a vivir como unas zombis

en un sistema amoral, 

en la mentira más triste

y en la zarzuela más rancia. 

 

¿Qué feminismo decente, 

qué democracia ejemplar

puede aguantar sanamente 

semejante carajal 

como legado impecable 

de un pasado denigrante

que nadie quiere realmente 

detectar ni superar?

¿Por qué ninguna ministra 

y ninguna diputada

 y ninguna periodista  

denuncian este agujero

tan obsceno y tan machista 

como es la Casa Real

de una estirpe tan podrida 

que ella misma ya se encarga, 

de demostrar lo que es

la cabeza coronada 

para andar dando bandazos

mientras piensa con los pies? 

Ni sabe lo que es el alma.

Ni tampoco la conciencia. 

 

¿Tiene sentido y razón

 que una democracia sea

el negocio lucrativo 

de una real corrupción

sistémica y heredada 

de un mísero dictador?

¿Es justo que unas chiquillas 

sin comerlo ni beberlo

por el hecho de nacer 

en un ghetto sin remedio

tengan que salir marcadas

 por semejante esperpento

y sin que nadie haga nada

 para cambiar los criterios?  


Ya Calderón de la Barca 

dejó puesta la denuncia

con el pobre Segismundo, 

otra víctima del trono,

clamando del suelo al cielo.

 

Lo más terrible es que España 

en el siglo XXI, 

siga en la misma actitud 

que en el siglo XVII 

y que haya constituciones 

que repitan como loros

las mismas aberraciones 

que de tanto repetirse

ya convertidas en dogma

en rutina y ceremonia,

nos han dejado hech@s polvo.

 

Una cuestión delirante 

que nunca se toma en serio,

al  no querer  encajar

en la mascletá estatal

la pólvora de las causas 

con el boom de los efectos,

que es la falla achicharrá

de un  estado discapaz

sin comerlo ni beberlo,

por lo menos en València

se celebra la cremá

y todos tienen acceso 

a la misma realidad

para bien o para mal.

No ocurre así en un estado

henchido de majestades

viviendo del presupuesto

que debería emplearse

para la gestión social

y no para los entuertos

de una familia real 

cuyo trabajo consiste

en salir a pasear,

leer discursos que no escribe

y siempre disimulando

que está hasta la coronilla

de vivir gorroneando

como le pasa a Felipe

 y no le pasa a Juan Carlos...

 





 


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