viernes, 29 de octubre de 2021

Gracias, Torres López; como siempre aportando luces y discernimiento en la confusión.

 

El PSOE tiene un problema con la reforma laboral y no es Yolanda Díaz

El conflicto que en los últimos días se ha originado, dentro y fuera del Gobierno, sobre la reforma laboral no puede tener las razones que algunos han querido hacer creer que tiene. La intranquilidad, la preocupación y las reacciones de algunos dirigentes del PSOE solo tendrían razón de haberse dado algunos motivos que, me parece, son poco realistas.

El primero, que la ministra de Trabajo hubiera realizado propuestas y negociaciones sobre los cambios a realizar en la legislación laboral, sin atenerse a lo acordado en el pacto que sustenta el gobierno de coalición. Un segundo motivo podría haber sido que ese proceso estuviera desembocando en propuestas de Yolanda Díaz, claramente enfrentadas a los criterios de Bruselas, de modo que se pusiera así en peligro no solo el futuro de la reforma legal sobre el mercado de trabajo que el gobierno de coalición ha prometido, sino, por extensión, otras políticas en áreas colindantes. La tercera razón de la intranquilidad socialista podría ser que la ministra de Trabajo estuviera marginando al resto del Gobierno, actuando por su cuenta y sin tomar en consideración la estrategia global que marca su presidente.

Francamente, cuesta mucho creer que se haya podido dar alguna de estas tres circunstancias. Por un lado, lo que el Gobierno de Pedro Sánchez pretende cambiar de la última reforma laboral de Rajoy está claramente expuesto en el Acuerdo mencionado. Por tanto, es verdaderamente impensable que a Yolanda Díaz se le haya ocurrido tratar de volar más lejos de lo allí suscrito, no sólo porque ni la ministra ni su coalición han manifestado en algún momento que sea eso lo que desean, sino porque sería un empeño inútil. Antes o después, el Gobierno en su conjunto, bajo la batuta de su presidente, frenaría cualquier intento de incumplimiento de lo firmado en su día.

Es más, a Pedro Sánchez le corresponde la tarea de dirigir la acción del Gobierno y coordinar las funciones de sus miembros, tal y como señala la Constitución, y no cabe pensar que haya hecho una dejación de funciones tan grande como para haber permitido que las acciones de una de sus ministras se haya alejado del acuerdo del que nació la coalición.

Al revés, nada da pie a pensar que el Presidente haya podido dejar de despachar periódicamente con sus ministros, como es su obligación, para perfilar su agenda y garantizar que la de cada uno de ellos y ellas se ajusta a sus directrices generales. Por tanto, nadie puede tener la más mínima duda de que, si se hubiera producido algún desvío por parte de la ministra de Trabajo, el presidente lo hubiera cortado de raíz en el mismo momento en que hubiera ocurrido. Es su competencia y su deber y tiene autoridad para ello.

Más o menos lo mismo se puede decir sobre el segundo motivo de preocupación socialista, un posible choque de lo que pueda estar proyectando la ministra de Trabajo con los criterios de Bruselas. También es descartable que esto se haya producido porque en varias ocasiones se ha informado que los dirigentes europeos estaban al tanto de los proyectos de reforma del gobierno español y en ningún caso se ha sabido que pusieran objeciones relevantes. O, al menos, lo suficientemente importantes como para crear un problema. Y la experiencia nos dice que Bruselas no es precisamente timorata a la hora de expresar desacuerdos o líneas rojas.

De haberse producido algo así, el presidente con toda seguridad lo hubiera sabido y evitado sobre la marcha y no habría dado la más mínima oportunidad para que surgieran desavenencias entre su gobierno y Bruselas. Mucho menos, en una coyuntura tan delicada como la actual, cuando se están disponiendo de los fondos europeos para la recuperación.

Finalmente, tampoco cabe pensar que Yolanda Díaz haya sido en algún momento tan torpe como para creer que podría llevar a cabo la reforma laboral acordada por PSOE y Unidas Podemos, esquivando su discusión con otros ministerios o al margen de la decisión final del Presidente. Ni en sus trámites ni a la hora de la decisión final hubiera conseguido evitarla, como sabe cualquier persona que conozca mínimamente cómo funciona por dentro un Gobierno.

En consecuencia, la única razón sensata que podría haber producido preocupación a los dirigentes socialistas es que hubieran desconfiado de la capacidad del presidente Pedro Sánchez para dirigir y coordinar a su Ejecutivo. Una razón que yo sinceramente creo que también cabe descartar.

Me temo entonces que la explicación del nerviosismo socialista en estos últimos días tiene que ver con otras razones. Si hay un acuerdo firmado que señala muy concretamente las medidas a llevar a cabo para eliminar los efectos más negativos de la Reforma Laboral de Rajoy, no tiene sentido el rifirrafe que los socialistas han montado en estos últimos días, salvo que detrás de ello esté la intención de no cumplir el compromiso exacto de reforma.

Siempre pensé que el nombramiento más inteligente que hizo en su día Pedro Sánchez fue el de Nadia Calviño. Tenerla en su Ejecutivo era una especie de seguro a todo riesgo frente a Bruselas, de donde procede la mayor amenaza a la que ha de enfrentarse cualquier gobierno europeo que pretenda llevar a cabo una política económica y social mínimamente progresista o alternativa.

Obviamente, con Calviño como ministra de Economía no se garantizaba poder gobernar de cualquier manera, pero sí que, de haber algún tipo de conflicto con los eurócratas, se iba a poder plantear en unos términos mucho más amigables teniéndola como interlocutora.

Si eso era una gran ventaja, es evidente que también comporta el serio inconveniente de tener en un puesto clave del Ejecutivo a alguien que representa y defiende una ortodoxia económica concebida con el exclusivo propósito de salvaguardar los intereses de la gran empresa, de los oligopolios que dominan los mercados en casi todos los sectores económicos. Y eso es lo que probablemente se ha hecho notar cuando se acerca la hora de perfilar definitivamente la contrarreforma laboral (me niego a utilizar el término derogación porque creo que es un dislate, política y técnicamente hablando).

El PSOE tiene un problema con esta última, pero no es Yolanda Díaz. El problema del partido de Pedro Sánchez es su propia alma liberal, que despierta siempre que la del socialismo de verdad trata de poner en marcha un cambio de calado progresista. Se produce entonces una tensión de resultados dispares a lo largo de la historia pero que, al menos, no puede engañar a nadie, pues se viene produciendo casi en los mismos términos desde hace 142 años.

Otra cosa es que, en medio de esa tensión, algunos y algunas dirigentes socialistas se hayan puesto nerviosos por el vacío que un mayor protagonismo de la derecha de su partido dejaría por su flanco izquierdo, donde Yolanda Díaz afianza cada día más su atractivo electoral.

En las próximas semanas sabremos en qué sentido bascula Pedro Sánchez, si se deja seducir por los intereses que defiende Calviño o si refuerza el compromiso de progreso que en diversas ocasiones ha ofrecido a su militancia. Y esperemos que Yolanda Díaz sea inteligente y facilite, en lugar de dificultar, que esta última sea la elección que tome el presidente del gobierno. 

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Respuesta del blogg


Resulta bastante patético que cuando el Psoe intenta asumir su verdadero socialismo, el que viven, votan y exigen las bases del partido y la sociedad que lo apoya, la que lo fastidie todo sea siempre una cúpula de "socialistas ligth" siempre aferrados al poder, -¡oh,qué casualidad!- o sea, una minoría desconectada de la realidad por la cantidad de años que llevan mandando desde sillones, escaños, oficinas UE y demás estamentos que flotan en otro plano etérico, hasta el punto de que el socialismo solo lo pueden llevar a cabo en la realidad, IU, Los Verdes, La PAH, los cristianos de base y algunos sindicatos de amplias miras, capaces de unir y convocar en vez de separar, enfrentar y dividir por gremios e ideologías sin tener en cuenta lo que nos une por encima de lo que, por supuesto, legítimamente, nos diferencia. 

La sensación que produce el presidente Sánchez es que las bases de su partido le quieren activo y comprometido a fondo con los cambios, que él también quiere realizar, pero que la costra liberal, minoritaria en realidad, pero muy poderosa, del propio Psoe no se lo permite, es la misma que sigue considerando a González y a Guerra "socialistas", o como a la misma Calviño, menos socialista más liberal incluso que Merkel. 

En efecto, Huston, tenemos un problema muy gordo para el vuelo de ida y vuelta por los espacios de la democracia, la lucidez, la coeherencia y el verdadero discernimiento imprescindible para gestionar sobre todo las vías del bien común, y e,l entuerto no es solo el pp, que ya sabemos hasta donde llega lo suyo; nuestro verdadero problema, cuyas dimensiones bailonas no se acaban de autodefinir, es un Psoe de cúpula mandamás y soluciona menos, que aun está atascado en los JJOO y la Expo, en el AVE a Sevilla, y por supuesto, jugando al escondite con la tapadera del GAL y de una corrupción como nunca habíamos podido detectar con tanta evidencia, descaro y cinismo, como escuchar al propio González en una entrevista en la SER, allá por los 90, justificando antes la preguntas de Iñaki Gabilondo, el propio GAL como la necesaria alcantarilla del Estado, sin la que, según él, era imposible gobernar. Ahí queda eso.

 Con esas polvaredas en conserva no podemos pretender otra cosa mejor del psoeismo, ni que Pedro Sánchez consiga nada más presentable que esta bazofia, sin previamente hacer limpieza a fondo, tal vez, dentro de su mismos criterios inoculados como "normalidad" en su (de)formación política, a lo largo de tantos años viendo como 'normal' un tinglado político, que es un oximoron per se, una total contradictio in terminis con patas, que dirían los filósofos y los juristas, para referirse a lo que no tiene salida como razonamiento ni como praxis sin perder Norte, Sur, Este y Oeste. Ains! 

Ahora mismo, repito e insisto: a un Psoe verdadero lo representan mucho mejor Yolanda Díaz, Alberto Garzón, Manuela Carmena, Unai Sordo (que afortunadamente oye de maravilla), Carlos Sánchez Mato, Mónica García, Íñigo Errejón, Joan Baldoví, Mónica Oltra, Ximo Puig, la gente de Bildu o de ERC, de Compromís y Adelante Andalucía, por ejemplo...Lo que ahora dice llamarse "socialsimo" y Psoe, está a la misma altura ética, social, política y económica, que el pp, aunque el traje sea rojo en vez de azul. Por eso no hay manera de avanzar. Lo que hoy se gana en derechos y justicia, laicismo, igualdad y sanas libertades, mañana se pierde en recursos del Supremo y del Constitucional, en zancadillas legalistas e ilegítimas, que pronunciadas por altos cargos togados hacen posible la tormenta perfecta, el chanchullo institucional sin que haya forma de cambiar el equipaje aplicador del estropicio, porque el "socialismo" ha sido incapaz de educar y reformar las estructuras ppaleolíticas y, es que , le da muchísimo yuyu parecer demasiado radical con la mierda política, que en España funciona desde siempre como la lava piroclástica del Cumbre Vieja en La Palma. O sea, por saturación de cráteres, por acumulación demoledora, negra, desertizadora, irrespirable e incompatible con la vida que necesitamos, llevándose por delante todo lo construido, aniquilando el paisaje, las escuelas, las iglesias, las granjas, las plantaciones, los proyectos, matando la vida de las plantas, animales y proyectos de vida humana...  ¿Será por eso, por lo que aquí la Justicia la lleva palmando desde siempre? Parece que La Palma es la más acertada alegoría de nuestra penosa historia. Una erupción paleolítica sin capacidad para ponerse freno a sí misma y seguir funcionando con la mecánica de un volcán, cuando no tiene por qué ser así. El ser humano es la única especie dotada de inteligencia racional y emocional, para superar casi todo y cambiar todo a mejor si se lo propone. 

¿Por qué no intentarlo de una vez por todas, cambiando atomatismos por conciencia, el miedo por la inteligencia capaz de canalizar adecuadamente, reorganizar, colaborar, regenerar,  resucitar la vida en planos verdaderamente humanos, fraternos y mucho más inteligentes que pícaros, orgullosos, vacuos, inútilmente competitivos en vez de cooperativos, esperpénticos, vanidosos, chulos, ridículos, ruidosos, gruñones saca defectos y matasietes, desde la barra del bar, y rotundamente, imbéciles, ajustad@s al loock del cortijo, eternamente resignad@s Gracitas Morales, Landas y López Vázqueces? Purititas delikatessen berlanguianas... Y todo ese equipaje, for ever & ever...Qué asquito, ¿no? 

Hay soluciones, vamos por ellas, a construirlas sin miedo y entre tod@s, sin pereza, sin retranca ni complejos, sin excusas, con el mismo cariño con que cuidamos de nuestros seres queridos, aunque se equivoquen, aunque nos fallen y les fallemos, hay que aprender que la humildad es la única virtud que nos hace sabi@s y aprender a rectificar, que arrepentirse, pedir perdón y darlo, no son debilidades, son evolución y avance hacia una convivencia mucho más sana, plena, satisfactoria, inteligente y feliz. Si esto nuestro nunca ha cambiado es porque en realidad nunca lo hemos intentado en serio.  Adelante y a volar con la conciencia, con el arte incluido, de no despegar los pies del suelo que nos sostiene ni perder de vista el horizonte que dejamos atrás ayer y el que nos espera mañana, pero sin olvidar nunca que todo está contenido en el aquí y en el ahora.

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