jueves, 15 de diciembre de 2011

La España urdangagürtel

Estos tiempos de catarsis mundial no dejan títere con cabeza en esta península de nuestras pesadillas. Se ve que el Universo tiene prisa por levantar las alfombras de la creación humana y sacar la basura que los siglos y milenios han ido acumulando debajo, sólo para evitarse la molestia de limpiar a fondo y dejar al descubierto el esplendor de la Creación verdadera.
Caen y caerán ídolos y famas. Fortunas y máscaras. Es el tiempo y ya era hora.

Ante tal espectáculo de exhibida desvergüenza la primera reacción es la indignación, la segunda el deseo de que los ladrones devuelvan lo robado a los fondos públicos, mucho más que verles entre rejas y con el botín en Suiza o en cualquier paraíso fiscal como viene sucediendo. No sabemos si la justicia humana conseguirá ese reajuste tan necesario para que sea creíble su función reguladora de los delitos y las puniciones. Una "justicia" que juzga, condena y encarcela fundamentalmente a quienes no pueden pagarse un buen abogado, que aparta a un juez de sus funciones por "defectos de forma" cuando el fondo es lo más importante y deja libres a los delincuentes que acusan a ese juez, y una "justicia" que tarda años en procesar a los corruptos evidentísimos y que cuando los juzga lo hace con un jurado polular-demagógico elegido entre los fans que han votado a saco por el partido al que pertenecen los corruptos.
Empresas arruinadas que especulan y se venden por un euro mientras los dueños siguen milagrosamente forrados y sin responder ante esa "justicia" por fraude, abuso laboral y engaño.
Una jefatura del Estado que lleva en su caché una dinastía en la que se incluye también la corrupción consorte y parásita por braguetazo y afición a la princi-pesca.
Una ley electoral vergonzosa que no nos permite cambiar nada a través del voto, porque se vote lo que se vote, los dos dinosaurios del bipartidismo seguirán ganando y anulando los votos de las opciones que no les convienen y podrían obligarles a dejar su oligarquía falsamente democrática.
La destrucción masiva del empleo por falta de organización que da dinero a los embaucadores y lo quita de los fondos públicos que ayudarían a crear y no a destruir el campo laboral. Agujero monstruoso que se quiere solucionar con recortes asfixiantes e injustísimos.
Los políticos, en cambio, no reducen su plantilla ni sus sueldos, ni sus prestaciones, presentan un alto grado de absentismo laboral unido a un bajísimo rendimiento de eficacia, y nadie les pide cuentas. Y son muchísimos más de los necesarios, total para obtener estos resultados desastrosos, parece que sobran todos. Quizás pagando una gestoría de amplio espectro, el país estaría mucho mejor administrado, siempre que esos gestores no procediesen del sector piraña formado en la escuela N. Sachs, emparentados con Madoff & company, enjuagues en el Banco Mundial o en el FMI, agencias de rating yanquies al servicio de la "causa" del esquilme global como es el caso de los dos Marios "dinerini" italianos y del gestor griego Paparruinopoulos, todos ellos grandes sacerdotes en el templo de la plutocracia y del cinismo "civilizado".

En España el pedigrí del esquilme oficial es de menor cuantía y de menos brillo internacional, pero igualmente eficaz en la demolición de la democracia y del bien común. Aquí la vena kamikaze es autóctona, aborigen y suicida, como la Legión. Tiene sus raíces muy hondas en el espíritu del "movimiento" inamovible. Una paradoja a la altura de Parménides , la tortuga y Aquiles, que por más que se esfuerce en correr a fondo perdido, jamás alcanzará la meta de superar el escollo de la cretinez congénita, lenta, pesada y repetidora como los malos estudiantes de antes de la ESO. Porque los de ahora no repiten. Ya no es necesario. Se cretinizan per se avanzando en el garrulismo lectivo, ¿para qué insistir si ya el sistema garantiza un índice espectacular de anafabetismo intelectivo-bloqueante, informatizado y cada vez más bruto ? Esos especímenes, además de ignorar todo menos el sistema Play Station, IPhon, Ipad y Ipod, votan. ¿Y a quién votan? A quien les prometa que todo va a seguir igual que en los tiempos del imperio del ladrillo en cementópolis y que eso les va a permitir seguir enganchados a sus aparatos, a cuya adquisición cíclica, mantenimiento y mejoras, dedicarán el resto de sus vidas miserables y consumistas.

Con este panorama social, está claro que la minoría consciente lo tiene dificilísimo, porque además de sufrir las carencias, injusticias, recortes, currupciones, abusos y demás miserias, debe enfrentarse al papanatismo del resto de inconscientes que son millones. ¿Qué recursos tienen los ciudadanos conscientes inmersos en una cloaca de inconsciencia total? Sólo su conciencia y su cooperación entre sí hasta poder ampliarla según el despertar avance, que avanzará, no por deseo libre de la peña telenarcotizada, sino por los bofetones que están empezando a llevarse por parte de la casta de inútiles bien pagados que intentan gestionar el caos que ellos mismos han montado. Una verdadera aporía. Un imposible, gestionar lo ingestionable, lo que ya, demostradamente, está escapando a cualquier tipo de gestión.

Por eso la reacción de los conscientes debe ser de alivio, aunque a simple vista, parezca un disparate.
O sea, que en realidad, cuando leamos y escuchemos noticias terribles como las que nos están llegando cada día, no tenemos que deprimirnos ni entristecernos. Al contrario, hay que mantener en alto la esperanza y las ganas de renovar todo. Alegrarse de que por fin, toda la basura social que alimentaba un sistema injusto esté delatando y provocando el final de ese sistema. No es una hecatombe, sino un renacimiento. Una necesidad ecológica de la vida, que se ha hecho irrespirable, una crisis curativa. Un fiebrón infeccioso que está liquidando virus y bacterias letales dentro del cuerpo social cada vez más enfermo y debilitado. Costumbres mortíferas, moralidades hipócritas, religiones falsificadas por los apaños del poder, economías y políticas delincuentes, intelectuales cada vez más vendidos y comprados, avidez patológica, contagiosa y criminal para todos. Toda esa porquería está empezando a desmoronarse. Su podredumbre ya no se puede ocultar.
Bendita sea la hora que vivimos. No habrá más vacas gordas ni locas. Ahora todas están flacas y adquiriendo sensatez a marchas forzadas. Amenazan con que habrá pocas medicinas subvencionadas y no saben el favor que nos van a hacer. Cuántas personas van a mejorar su salud y su calidad de vida gracias a prescindir del veneno de los fármacos, de las mutilaciones inútiles en quirófano. El cuerpo recuperará su poder regenerativo. ¿Menos camas de hospital y menos operaciones? Más humanización de la enfermedad. En casa, cuidados por los nuestros, por los amigos y un buen voluntariado, que de verdad se ocupa de dar amor y no potingues mortales. Recuperaremos a Hipócrates: "Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina tu alimento." ¿Menos maestros por oposición estatal en las escuelas públicas? Los buenos maestros se asociarán, harán escuelas libres públicas y no estatales, serán mantenidos por las familias que deseen una escuela de conciencia y recursos humanos para sus hijos y de responsabilidad libre de manipulaciones que ni siquiera saben explicar la historia reciente del propio país ni conocen el uso ético de la tecnología ni forman la capacidad para las relaciones humanas ni orientan en el conocimiento de uno mismo.
A todo ese nuevo mundo naciente nos está invitando el caos actual. Por eso debemos cambiar la óptica con que lo miramos, deshacer los tópicos que nos ha inyectado en vena la costumbre de la mediocridad y de las miras más bajas y ramplonas. El miedo idiota a lo mejorable.

No hay que mirar con rencor a los ladrones ni a los corruptos. Simplemente hay que liberarse del latrocinio y de la corrupción. ¿Cómo? Empezando a crear otro modo de vivir entre nosotros donde eso no exista ni tenga glamour, sin esperar que un gobierno imposible ni un parlamento ni unos magistrados ni un jefe de ningún estado ni una religión, nos impongan una manera de vivir y de funcionar. Ya vemos que no pueden ni saben hacerlo. Y que ellos mismos son un desastre. Lo demuestran cada día. Si no se es capaz de mejorar la ley con la conducta y por el contrario, hasta ese ley mínima y elemental, se vulnera y se incumple, está claro que ese tiempo se ha terminado. Y aquí tenemos el reto de inventar otra vida, otros modos de interacción, sin violencia y con diálogo, sin opresión y con respeto, donde la moneda que utilicemos sea el valor humano, el servicio de unos a otros, donde los bancos sean depósitos de ideas compartidas y realizables que valen mucho más que el dinero. Donde la cooperación sustituya a la competitividad, de modo que ganen más inteligencia, felicidad y eficacia los más colaboradores, los más generosos, los más dispuestos al servicio. Los menos ególatras. Donde la inteligencia sustituya para siempre a la pillería inútil, porque con ella no se crece nunca de verdad. Donde todo poder, estado, ley, institución, norma y riqueza estén al servicio del desarrollo integral y consciente de cada miembro de la humanidad y no al contrario.
Ese estupendo futuro es nuestra próxima etapa. Si no fuese así, que será, por pura supervivencia, no habría otra posibilidad de vida sobre la Tierra. Y el destino del hombre es infinito. Será o sí o sí. Pero depende de nosotros el modo, la calidad y las condiciones en que se hagan los cambios y también, quizás un poco, la cantidad de seres despiertos que lo hagan posible. Por la corriente hermosa de la fraternidad.

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