miércoles, 7 de diciembre de 2011

15M personal o la r-evolución interior (III)

Uno de los logros más importantes del 15M en el cambio de conciencia es que aporta una visión positiva y llena de esperanza en la base real del cambio: ha nacido sobre todo de la necesidad personal de transformarse para transformar el medio y de transformar el medio mientras nos transformamos personalmente en ese mismo movimiento. En el enorme espectro de la misma onda renovadora hay tantos niveles de comprensión y de conductas como culturas diversas y nos encontramos compartiendo inquietudes sociales y urgencias idénticas, con bagajes personales muy distintos. Una de las cualidades estupendas de esta oportunidad es la pedagogía del compartir, el convertirnos mutuamente en maestros y alumnos del convivir solidario. Es una democracia vivísima y potente. Transformadora. Llena de impulsos que lo mismo pueden llevarnos a la creatividad y a la expansión de un nuevo civismo de alto nivel humano, como corremos el riesgo de trivializarlo si no sabemos salir del tópico, de la tentación de volver atrás, a los viejos conceptos del cenizo hispánico
Hoy podemos trabajarnos un poco esas actitudes, que siendo tópicamente "muy humanas", nos alejan de convertirnos en plenamente humanos. Por ejemplo, interpretar constantemente la indignación como un cabreo y una ocasión para desfogarse. Una rabia sorda que no sabe nada más que quejarse, despotricar y crear mala uva. Está muy bien experimentar indignación y soltar un taco de vez en cuando, pero cuando esa indignación se reduce al taco y a más de lo mismo nada más, bloquea la inteligencia, paraliza los procesos creativos que ayudan a encontrar soluciones, se convierte en inutilidad rutinaria, desaliento y vacío. Ejemplo práctico: ayer en una concentración a favor de una sanidad justa y sin arbitrariedades delictivas, se desperdició la ocasión para ir un poco más allá de la rabia, muy justa, pero inútil si se queda en eso. Los promotores de la idea no tenían nada claro que ofrecer. Se trataba de que cada uno de los presentes gritase en el micrófono lo primero que salía de su furia incentivada por el desgobierno que sufrimos. Motivos, los tenemos todos, pero hay que superar ese estado de shock permanente. Es una lástima desperdiciar una ocasión así para no hacer nada más que despotricar. "Cabrones al paredón!", por ejemplo, "sinvergüenzas, canallas, hijos de puta!" y así una hora y pico, con la sola excepción de un joven lúcido que hizo un paréntesis para explicar el timo del co-pago, que es en realidad re-pago, es decir, pagar otra vez por lo que ya estamos pagando por medio de los impuestos indirectos. Dineros que en vez de usarse para la sanidad o la educación, la ley de dependencia o las necesidades urgentes de vivienda o infraestructuras necesarias, van a parar a los eventos de Calatrava, Urdangarín, Francisco Correa y sus adláteres o al aeropuerto sin aviones de Carlo Fabrini, a las arcas del PP o a los regalos indirectos como los trajes, joyas y bolsos de los conseguidores y facilitadores cuyos nombres ya hemos recordado tantas veces, que no vale la pena repetir.

Hay que cambiar también el potencial de la rabia y reconducirlo hacia la inteligencia. Que nuestro verdadero poder no sea el insulto oral contra el insulto social y político al que estamos sometidos por obra y gracia de nuestro propio voto o de nuestra irresponsable abstención, ya sea en blanco ya sea en nulo. La rabia contra los opresores se tiene que canalizar en ideas para libarse de ellos, no para perpetuarlos en nuestra indignación y dedicarles tanta energía, que sólo sirve para aumentar la sensación de opresión y de desaliento.

Es interesante que practiquemos un método que nos libere al mismo tiempo de la rabia que del poder de quienes nos la provocan. Y eso puede ser un poco de ejercicio reprogramador neurolingüístico. Revisando las palabras que decimos habitualmente, los tópicos del perdedor, la gramática parda de los que no levantan cabeza y viven frustrados y resignados a su desesperación y convencidos de que nunca les pasará nada bueno, sin darse cuenta de que "lo bueno" o "lo malo" sólo depende del modo en que nosotros gestionamos éticamente lo que nos sucede. Cuando hacemos estas revisiones personales, descubrimos estados de bienestar profundo que nos calman y nos dejan ver la realidad. Adquirimos autonomía de visión y de regulación de nuestras inclinaciones naturales y las podemos adecuar a lo que necesitamos obtener dentro y fuera de nosotros. Es decir, modificando nuestras ideas, modificamos nuestro lenguaje y viceversa, a base de modificar conscientemente nuestro lenguaje modificamos también nuestras ideas y nuestros actos. Nuestro modo de convivir y de transformar nuestro entorno. Veamos en la práctica qué han conseguido a lo largo de la historia las revoluciones violentas, los desfogues por saturación popular. Guerras. Genocidios. Invasiones. Venganzas sangrientas que han generado odio y rencor histórico que incapacita para alcanzar el verdadero bienestar, que no consiste en tener tres coches y dos apartamentos mientras se muere de estrés o se maltrata a los seres queridos por pura psicosis neurótica. Por desestructuración patológica de la personalidad. Por vivir a ritmo inhumano y autodestructivo. Inconsciente.

Podemos intentar hacer una lista de palabras y expresiones que usamos normalmente para expresar nuestra rabia y nuestra indignación. En una hoja escribimos una columna a un lado, con esas frases y cuando la hayamos terminado, en paralelo y en el mismo folio, escribiremos la traducción de lo que hubiésemos querido obtener en realidad cuando la rabia nos estaba bloqueando. Por ejemplo:

"¡Cabrones al paredón!"......................................Necesito una salida justa a mi problema concreto
y he dejado que personas inadecuadas piensen por mí.
Que ahora les insulte y quiera matarlos, no va a arreglar mi
problema. Da igual quien gobierne si yo lo dejo todo en
sus manos. Necesito aprender a gestionarme. A participar.
Construyo otra frase: " Mi responsabilidad y mi conciencia son la llave de la solución"

Cuando se haya terminado la lista completa en ambos sentidos, podemos respirar serenamente la energía que se ha ido concentrando en nuestra mente y en nuestra emoción. Veremos que todo se ha modificado en nuestro interior, que somos capaces de hacer un escrito con la reclamación justa, asesorarnos consultando a personas expertas, denunciar nuestro problema si es necesario en los medios o ante la justicia, manifestarlo en la asociación del barrio, asociarse con otros ciudadanos igualmente afectados y empezar a construir lo que falta, a sustituir lo que no funciona, pero empezando por uno mismo. Lo demás llega a continuación como resultado de una causa que hemos puesto en marcha, sustituyendo el veneno por el antídoto.
El descubrimiento de que se es capaz de realizar estos cambios fortalece el ánimo y da seguridad en lo que hacemos. Nos aumenta la fe en el proceso y la esperanza en lo que llegará con el esfuerzo de nuestro cambio de un nivel animal pensante al de humano autoconsciente, capaz de pasar del automatismo de la manada a la ciudadanía responsable y capaz de superar los obsatáculos. Del hundimiento y la manipulación, a la renovación y la salud cívica y personal.

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