viernes, 8 de julio de 2022

Gracias, Ana Pardo de Vera; menudo panorama nos controla y nos estafa...Por eso tiene tanto sentido la foto de Feijoó con el amiguete narco del barco y que eso no tenga la menor importancia ni a la hora de votarle ni a la hora de nombrarle presidente de su partido. En otros países los políticos dimiten por haber copiado de jovencitos unos párrafos en la tesis doctoral, o por haberse hecho los locos con el Watergate o se quedan solos gobernando por no dimitir, y al final los dimite el hecho de que se se quedan solos porque dimiten todos a su alrededor negándose a compartir la mugre, como le acaba de ocurrir a Boris Johnson. Pero, tanquis, que esas locuras incomprensibles nunca pasarán en España, donde la penalización más dura es que se vayan voluntariamente o animados por la familia, a un praíso fiscal de vaciones eternas para seguir viviendo como siempre de las rentas chorizadas a expensas de la Jefatura del estado. Empezando por ahí, ya se entiende todo y si las empresas roban y no pasa nada, qué se le va a hacer, tiene toda la lógica hasta constitucional, siguiendo el paradigma, ¿Cómo poner el cascabel al gato de la corrupción,si los ratones hacen lo mismo que el gato y nadie les pone ningún cascabel y están tan contentos, bailando todos juntitos con la misma musiquilla en la máquina tragaperras en la que, para colmo ¡siempre ganan! sin pagar impuestos, porque la empresa es de "la familia" Ladrónez y entre ellos ya se apañan? Ains!!!!

 

El cártel

 Ana Pardo de Vera

Público

Estamos muy mal acostumbrados a que la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC) nos dé cuenta de las muchas multas que ponen a las grandes eléctricas por manipular el mercado o por estafar a los consumidores. Disculpen a esta burda plumilla, en el lenguaje políticamente correcto se dice "vulnerar los derechos de los clientes". Las multas suelen ser de menor cuantía. Uno de mis amigos, que trabaja en el sector, me dice siempre que este dinero está previsto en los gastos de estas compañías, cuyo volumen de beneficios, con o sin estafas, hace que pase inadvertido y compense. Con mucho. Por ejemplo, entre 2014 y 2019, la CNMC hizo pagar 54 millones en multas a las eléctricas. Calderilla como la del cerdito de barro de mi hijo.

Este jueves nos enteramos (¡sorpresa!) de que seis de las principales empresas constructoras del país llevan 25 años estafando al erario. Estos seis "señores con puro" (y señora, Esther Alcocer) conforman un cártel en toda regla integrado por Acciona, FCC, Sacyr, OHLA, Dragados (ACS) y Ferrovial que, si bien gestionan sus negocios de forma independiente, se han reunido cada semana, al más puro estilo Narcos o Fariña, para concertar miles de licitaciones de carreteras, hospitales y aeropuertos, según la CNMC, que les ha impuesto la mayor multa de su historia, cerca de 204 millones. Sí, calderilla otra vez, porque ¿pueden imaginan la cantidad de dinero, de millones y millones de euros que se han llevado estos seis jinetes del Apocalipsis con su sucia estrategia en un cuarto de siglo? Los 204 millones seguro que estaban en las previsiones de gasto de todos ellos.

Es tan indecente que duele, y duele mucho más ahora que hemos alcanzado en España casi el tercio de población en riesgo de pobreza, con una inflación desbocada, mientras estas y otras grandes compañías se forran legal pero ilegítimamente, en el caso de la electricidad, por ejemplo, y/o ilegalmente también, según la CNMC.

¿Pero saben lo peor? Que no va a pasar nada, que los vastísimos despachos de abogados de estos "señores con puro" (y señora), que tienen comprada hasta la tapa del váter de muchos grandes medios de comunicación, por cierto, se ocupan ya de recurrir para lavar la imagen podrida de quienes no solo nos arrancan la piel de lo público a tiras, sino que además, son muchos de los grandes corruptores de la historia de nuestra democracia. Sacyr, OHL... pagadores de la Gürtel del PP, el mismo PP de Feijóo que se niega a subirles los impuestos, por ejemplo. Y no me extraña, todos los caminos llevan a Roma; porque a la cárcel, en este país, muy pocos.


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