lunes, 18 de julio de 2022

Así es, exactamente. Hay puertas infinitas que se abren sin que sepamos cómo y por eso mismo "no te explicas tanta luz". Qué testimonio más auténtico. Solo aterrizando en el suelo del amor fraterno, global y al detalle, se pueden experimentar las bienaventuranzas en su salsa y sin explicaciones previas ni "espiritualmente técnicas". Simplemente, sucede y ya está. Nos quedamos sin palabras mientras todo fluye y la luz hace las conexiones, une los fusibles, y entonces se nos explica en los adentros y en los afueras, a la vez, todo lo que no podíamos ni imaginar: todos y todas la misma familia y eso es tan real e inevitable como precioso y sorprendente. Y la luz que se reparte sola en cada proceso es tan natural como eficaz y contagiosa. A estas experiencias me refiero cuando hablo de superar como especie ese "religionismo", que nos impide descubrirlas y liberarnos en la luz del amor infinito sin fronteras ni ataduras calculadas. Muchas gracias, Álvar Sánchez, sacerdote jesuita, por compartir este regalo tan necesario, bendito seas con todos los Nadores de este mundo. Amén y aleluya!

RELIGIÓN DIGITAL

Una reflexión sobre lo sucedido en la Frontera Sur

Preguntas sin respuesta del padre Álvar Sánchez: "Hay semanas en las que no te explicas tanta luz"  

Migrantes

(Manos Unidas).- Nunca hubiera querido el padre Àlvar Sánchez, invitado especial para presentar la Campaña de Manos Unidas "Nuestra indiferencia los condena al olvido", escribir la reflexión que hoy compartimos con vosotros

Los últimos acontecimientos en la Frontera Sur, en la valla que separa Marruecos de Melilla, han movido a este jesuita, dedicado en cuerpo y alma "al desafío de ofrecer la asistencia necesaria a las personas migrantes en situación de vulnerabilidad en Nador" a plantearse interrogantes para los que, a día de hoy, posiblemente nadie tenga respuesta.

Hay semanas en las que no te explicas tanta luz

Una persona muy débil y enferma sale por fin de peligro. Se resuelve favorablemente otro caso de asilo. En la residencia se escuchan los resultados de las clases de español. Las mujeres migrantes bromean en la acogida. Hay sensibilización en el garaje y arriba reunión de articulación. El taller de costura prepara con mimo el fin de curso con una exposición. Unas voluntarias regresan de El Aaiún habiendo completado una audaz investigación. Otras llenan de color, chapuzones y sonrisas las mañanas de los más peques. Otras se disponen a llevar los talleres sobre derechos adonde es mejor no decir. Otra edita vídeos con una sensibilidad y atrevimiento que asusta de emoción. Otro se sirve de los recursos de radio ECCA para ensayar una nueva innovación en el Centro Baraka.

En la iglesia, los primeros en disfrutar de la exposición sobre San Charles de Foucauld son unos amigos musulmanes y un grupo de judíos. Es como si el Espíritu nos silbase al oído que su obra no tiene fronteras.

Y tanto es así, que no te explicas cómo en un lugar de semejante bendición y al abrazo de tanta ternura celebrada en la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús y la del Inmaculado Corazón de María, más de 30 personas hayan perdido violentamente la vida.

¿Cómo logra alguien convencerse de la necesidad de proteger una valla al precio de desproteger la vida humana?

¿Cómo elige un territorio reforzar controles y medidas para impedir a personas llegar a él, en vez de reforzar los medios a su alcance para proteger sus vidas y asegurar el cumplimiento de sus derechos?

¿Acaso escogería alguien renunciar a nuestra interdependencia y vulnerabilidad común, a nuestra humana verdad, la que se alegra al proteger la vida del migrante como la de cualquier familiar?

¿Qué hace que unas vidas sean más dignas de protección que otras? ¿Qué hace que unas vidas sean más dignas de duelo que otras? ¿Compartir un continente de origen?

 ¿No nos damos cuenta de que la vulneración de los derechos humanos de la otra persona es la vulneración de nuestros derechos?

¿Acaso no sentimos verdad y consuelo cuando afirmamos que todas las vidas merecen ser lloradas porque no hay muertes menos dolorosas que otras?

Hay semanas en las que la luz parecía querernos cegar, consciente de la importancia de dejar su señal para mostrarnos su rastro en la noche.

 

        


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