domingo, 24 de julio de 2022

Lúcidas y claras reflexiones, querida Ana. Gracias por tu trabajo imprescindible y siempre tan oportuno como necesario

 

La mejor versión de Sánchez es la mala

 Ana Pardo de Vera

Público

El presidente del Gobierno acudió a la sede nacional del PSOE, en la calle Ferraz, para insuflar ánimos a sus decaídas tropas. Pedro Sánchez dio el pistoletazo de salida oficial al año y medio electoral que se avecina, con sus autonómicas y municipales la próxima primavera y las generales, a finales de 2023.

Antes de intervenir ante el comité federal de su partido, el secretario general ya había asesinado -políticamente hablando- a quienes tenía que asesinar para dar una vuelta a una formación angustiada por las encuestas, que no solo dan a la derecha ganadora de todos comicios que vienen, sino que, a tenor de ellas, todo apunta a que el recambio de Pablo Casado por Alberto Núñez Feijóo se está comiendo a Vox y podría haber en La Moncloa un efecto Andalucía que diera al gallego la mayoría absoluta para gobernar sin apoyos, como a Juanma Moreno en el sur. Torres más altas han caído en estos tiempos convulsos, ahí tienen a Mario Draghi en Italia.

Consciente de lo que se juega, Sánchez ha emprendido un nuevo rumbo en otro de los giros a los que nos tiene acostumbradas en estos cinco años, aunque una mantenga siempre la capacidad de sorprenderse y encontrar novedades en las estrategias. Dicen los decanos de la tal que la política es el más ingrato de los oficios y que pobre de ti si crees que algún jefazo de la profesión va a tener piedad si considera que cambiándote de puesto o echándote directamente le va a ir mejor. Sonados son los casos de expulsión de José María Aznar a Miguel Ángel Rodríguez como secretario de Estado de Comunicación y hombre al que debía todo su éxito electoral; de José Luis Rodríguez Zapatero a Jesús Caldera, exministro de Trabajo, o a Miguel Ángel Moratinos, extitular de Exteriores, o el de Mariano Rajoy a Alberto Ruiz-Gallardón, que abandonó el Ministerio de Justicia tras haber obedecido a su jefe para endurecer la ley del aborto contra viento y marea, pero que se quedó más solo que la una cuando Rajoy vio que aquello le iba a complicar mucho la vida con el feminismo en las calles y esas caralladas.

Sánchez, solo con Santos Cerdán como superviviente influyente de los fieles que transitaron con él el duro camino (sic) de derrota a Susana Díaz contra el aparato y "la autoridad soy yo", se presentó ante el auditorio de Ferraz con un discurso socialdemócrata del bueno, como el que le sirvió para ganar a la exbaronesa andaluza la Secretaría General del PSOE: justicia social, redistribución con impuestos a banca y energéticas, ayudas sociales y revoluciones feminista y ecologista, estas dos que, en realidad, son la misma.

La mejor versión de Pedro Sánchez, la que gusta a sus bases y a la izquierda en general, es la del malo de las películas que se monta la derecha: la que le aleja de los poderes fácticos, incluido el Estado profundo y sus medios, y le acerca a más gente de la calle, animado, además, por una indiscutible superioridad sobre su principal adversario, el líder del PP: su conocimiento del ámbito internacional, donde se mueve probablemente más cómodo que en casa. El presidente del Gobierno presentó una España que tiene los medios y se dispone a convertirse en potencia estratégica del cambio energético en Europa y en la lucha contra el cambio climático, lo cual, a su vez, generaría un modelo productivo alternativo o complementario al turismo.

Este discurso mola mucho más que el de Marruecos o la OTAN, qué duda cabe, y por eso seguramente, Sánchez evitó referirse a ambas y espinosas cuestiones. Lástima que la defensa de los derechos humanos no funcione por parcelas estancas o por territorios aislados (contra la dictadura rusa, sí, pero contra la saudí o la marroquí, no), sino que en el mundo en que vivimos, todo está estrechamente conectado, para bien y para mal, y no solo porque si sigue ardiendo España, vamos a acabar convertidos en un territorio desértico similar al Sáhara. Cuidado con desinflar expectativas y ojo con las contradicciones sangrantes (sic).

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Comentario del blog:

Pocas cosas se pueden añadir a las reflexiones de este impecable  artículo de Ana Pardo de Vera. Por mi parte y por si acaso sirve de algo, puedo apuntar algunos matices acerca del giro urgentísimo de Pedro Sánchez, tal y como se pueden percibir desde la base social, vista desde una mirada septuagenaria, pensionista bajo mínimos y esppañola porque no queda otra. Una mirada de abuela que las ha visto de todos los colores y banderolas. La vejez tiene esa particularidad: nos hace más abiert@s y universales con el paso del tiempo, siempre que queramos y se lo permitamos, claro está.

Creo que el motor fundamental de ese cambio, de esa rehabilitación repentina del edificio socialista por parte del Presidente del Gobierno, además de tener como empujón obligatorio la crisis energética como reina y señora del desmadre sacamantecas del capitalismo más atroz, con las desigualdades e injusticias a tutiplén, más la guerra de Ucrania y sus consecuencias para el consumo y la economía no solo de Europa sino también globales, -algo que ya lleva tiempo suficiente en marcha como para despertar y sacudir hasta a los más dormidos y drogados ya incluso acostumbrados el horror político y social de cada día-, además, tiene muchísimo que ver con el impulso ético, político y humano de Yolanda Díaz y su capacidad para la apertura y solidez que aporta la integración de los seres humanos mediante la empatía humanitaria y básica, como sustancia y fundamento de la gestión social, política, económica y pedagógica, de una realidad imparable, traumática y además producida como resultado del modus vivendi et operandi de los seres humanos y de los "valores" elegidos como herramientas vitales, sociales, económicas, ideológicas y culturales en general. 

Yolanda Díaz ha hecho la función de espejo para Sánchez y se supone que también para el socialismo residual más despierto y menos apegado al poderío, que en realidad ha estado ausente de las políticas del Psoe desde que GALzález y sus huestes pisaron La Moncloa a finales de 1982, hasta este momento. 

No hemos tenido más respiro "socialista" que las leyes favorecedoras de ciertas igualdades, en realidad mucho más fáciles de arreglar que la igualdad y la justicia en derechos y deberes  estructurales económicos. Con los socialistas fue posible el derecho a la libertad de expresión, al aborto, a la eutanasia, al matrimonio homosexual, sí, es cierto, pero siempre nos han quedado pendientes el diseño y puesta en marcha práctica de otra forma de vivir, en la que el bien común sin exclusiones ni privilegios sea la forma de vida y que las instituciones sean las herramientas para ello y no los obstáculos ni la dinamita que lo triture a base de leyes y normativas que cualquier grupo mafioso/económico que tenga acceso al poder a base del cloaquismo descarado como sistema manipulador, pueda reformar y cambiar a medida de su indecencia, de modo que de nada sirve mejorar las condiciones de los esclavos si el próximo gobierno no permitirá  que la justicia ni la transparencia sean valores tan inamovibles como el artículo de la Constitución que permite delinquir a un individuo por ser Jefe del Estado, cuando el delito auténtico y madre del lodazal es precisamente que esa Constitución contenga semejante barbaridad y la "legalice" por el hecho de estar ahí, sin comprender que ni la más alta autoridad ni estamento pueden hacer que la inmoralidad y la indecencia sean "constitucionales" y que en un estado donde el primer artículo constitucional afirma que "todos los españoles son iguales en derechos ante la ley", suceda algo tan disparatado y estúpido como lo es que la propia Constitución diga prácticamente Diego donde teóricamente dice digo. A partir de ese dislate monumental se entiende que no se entienda nada, porque solo la confusión de valores y el cacao moral son los directores de orquesta pseudodemocrática que nos escriben la partitura, para que luego tod@s seamos la orquesta legislativa y el coro social de la ciudadanía en el escenario de la inopia y la impotencia. Y que así cualquier desalmad@ con enchufe y sin vergüenza, se haga el amo del cotarro y destroce todo lo que no le convenga a sus negocios, amparado por el Poder Judicial o por el Tribunal Constitucional, o el Supremo, que pueden ser "constitucionalmente" secuestrados  y ninguneados por ese cloaquismo normalizado que la Consti ni ve ni oye. 

Con semejantes polvaredas lo único que se puede hacer es que por fin, la democracia cumpla con sus deber y sus funciones, o sea, lo que Yolanda Díaz ha propuesto: preguntar y escuchar de primera mano lo que el pueblo necesita expresar y exigir,  accediendo sin trabas a las instituciones para informarlas directamente y ponerlas al día de tanto atropello y violaciones de derechos fundamentales. Sin ignorar que el funcionariado también está demasiado adjunto al poder de los tiranos y por eso, con demasiada frecuencia entorpece, minimiza e incluso imposibilita las gestiones y reclamaciones de la ciudadanía, sobre todo cuando gobierna la izquierda. Eso indica una tendencia mayoritaria al derechismo de la clase funcionarial.

Un handicap inocultable  y engorroso es que en  la Constitución faltan herramientas sociales al alcance de la ciudadanía y sobran taladros a disposición de los amos del cortijo politicastro/pastafílico/puertagiratorio. Yolanda Díaz no va por esa vía en el Suma y Sigue, sino por la vía de la Izquierda Unida afianzada y practicada por nuestro querido y añorado maestro Julio Anguita, pero además con una nueva visión y una sensibilidad integradora y abierta a los cambios inevitables de la historia actual, de la que, hasta ahora  carecen Podemos, el viejo Psoe y por supuesto las mondas y cáscaras ultraderechiles incapaces de aplicar los sentimientos a la dureza normalizada de los estragos en avalancha, que actualmente no paran de golpear a los pueblos de este mundo y en España son de una saña y al mismo tiempo de una resignación delirante. 

Pedro Sánchez y sus adláteres hasta ahora no han hecho el cambio de UCI que necesitamos de un modo exponencial, ni han dado la talla ni el curro ad hoc. Sólo se han volcado en su partido como único objetivo, cuando el partido, en realidad,  solo es un recurso, unos alicates, un martillo o una hoz, todo ello para trabajar juntos, no para agredir y zancadillearse entre sí con una eterna y devastadora "lucha" interna y nefasta que solo conduce a terminar igual que se empezó. A la vista está. Basta echar un vistazo a Rusia, Ucrania, Polonia, Corea del Norte o China, y en paralelo a USA y sus palmeros. Es el atasco global que nos aplasta. Y hay que desatascar el Planeta. Tanto cieno, lodo y fango lo está matando y con él a la especie humana, que ha puesto en marcha el sistem in failure.

Por eso es chocante que sólo cuando Sánchez ha visto lo que Yolanda está removiendo y el palo electoral en Andalucía que le han atizado al Psoe y a Podemos, sus devotos del Sur, se haya puesto las pilas. ¿Habría pasado lo mismo si hubiese ganado el socialismo andaluz y Yolanda Díaz no estuviese como socia en el Gobierno de coalición? ¿Tiene el Psoe actualmente capacidad para llegar más allá del rifirrafe tradicionalmente adicto al poder, para crear nuevos planos en el compromiso y la responsabilidad política o solo se limita a repetir los mantras del pasado efímero -como lo llamaba Machado- y vacío de contenidos necesarios para un nuevo sistema y el nuevo rumbo político y social que necesitamos urgentemente, tanto en España como en el mundo? Me pregunto cuando veo las coincidencias inexplicables entre GALzález y Aznar, por ejemplo, si el Psoe tal y como está, puede afrontar una responsabilidad que lo desborda por todas partes. Una cosa es la prudencia y la reflexión siempre necesarias y otra la mediocridad, los yuyus y el apalancamiento en "lo de siempre", ya convertido en sistema y "normalidad".

Me cuesta creer en las conversiones repentinas, así de un día para otro. ¿Era Lastra un lastre desde siempre, o solo desde que se han perdido los votos andaluces? ¿Es normal esperar a que todo se vaya por el desagüe para darse cuenta de que no se está haciendo lo justo y lo necesario que el Estado y la sociedad necesitan?

Posiblemente si Pedro Sánchez decide humildemente aprender de Yolanda Díaz a ser más humano, más ético y lúcido, más maduro  y sabio, y no solo la trata de imitar en los inexistentes juegos de manos y golpes de efecto, que ella no utiliza porque la humanidad transparente y la justicia social no los necesita, esto mejore muchísimo. Pedro Sánchez tendrá que quitarse lo antes posible el caparazón del hábito politicoso con que los partidos al uso, cada vez más en desuso, enredan y adormecen las conciencias cuando solo les importa más ganar a corto plazo que realizar lo necesario y allanar los caminos hacia el bien común que jamás discrimina ni condena, que siempre Suma e integra mucho más que "gana". Lo fundamental no es la etiqueta del envase sino la esencia y la verdadera eficacia ética y justa del contenido.

Ganar y perder ya son términos antropológicamente superables y cada vez más miopes en el mundo hecho puré que estamos estrenando cada día con más riesgos y sufrimiento social, y que por necesidad y supervivencia no vamos a tener más remedio que rechazar el finiquito peleón y sustituirlo por la inteligencia humanitaria del consenso global y parcial. El viejo estercolero del ppoder ppolítico de siemppre, ya no da para más. Esperemos que Sánchez lo entienda de una vez por todas y lo aplique tan acertadamente como lo hacen Yolanda Díaz y sus compañer@s de viaje social y político. De lo contrario, esto puede ser la debacle en manos de una Atappuerca desatada. Ahí están, de momento, Castilla y León, y gran parte de la España vaciada, abandonada y olvidada, a grito pelado entre cenizas, chapuzas, irresponsabilidad  y devastación,  para confirmarlo. La responsabilidad política del Estado y de sus gestores no puede seguir siendo solo postureo a plazo fijo.

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