martes, 2 de agosto de 2011

ROMANCE DE LOLA," LA CULTA"

Aunque era un puro dolor que bautizaron Dolores
en la tierra del arroz, de la chufa y de las flores
la llamaban Mariloli antes de saltar al ruedo
de aquello que superaba su exigua capacidad
hasta llegar a pensar que un político se fa
con fichas de monopoly y vocación de cluedo.

Quizás siendo peluquera, dependienta de algún chino,
o tal vez de un bar de tapas una gentil camarera,
esa Lola habría logrado el zénit de su destino,
pero se cruzó en su vida un partido popular
que le dijo de repente: "Nena, tu pots millorar
¿has pensado que si vuelas agarrada a la gaviota
mejor futuro tendrás?
Y la Lola que es muy lista aunque nada inteligente
aceptó la invitación y le siguió la corriente
a esa extraña providencia de bolsillo providente
y así se puso a volar a lomos de la gaviota
jaranera y popular, fallerona y petardista
de El Saler al Cabanyal, de Na Jordana hasta Lliria
de Morella a Carcaixent, y de Picanya hasta Cheste,
y voló con tanto brío y a cotas de tal altura
que perdió el norte, el oriente, el occiendente y el sur

en el chute de poder enfermó de calentura
una fiebre, un frenesí, un paroxismo del ego
en su narcisismo ciego,
que a su poca inteligencia y su pobre picaresca
en tan popular locura, dejaron fuera de juego.

Y ya perdida en la nada de su obsesión volandera
decidió sin más ni más cargarse la biblioteca
y el archivo que gozaba de su espúrea protección
por encargo al alimón de un gobierno de opereta.

Cuando la pobre Valencia se despertó de repente
del sopor de la resaca y del exceso de fiesta
comprobó trágicamente
que ya ni ni archivos había ni tampoco biblioteca
ni memoria ni cultura, ni documento legible
que la pudiese educar y mejorar el calibre
de su bagaje vital. En San Miguel de los Reyes
ya no quedaba ni un libro ni tan sólo un documento
sino robots apilados en las salas de lectura
y los cajones vacíos donde nada más había
sino el mantón de manila y las peinetas de Lola
su tocado de fallera y su original talento
para rebanar de cuajo la menor insinuación
que supusiese pensar, saber y conocimiento.

Así Lola y la gaviota de vuelo tan popular
escribieron en el viento como si fuesen un Dylan
mas en paleto y vulgar,
el desaforado intento de cargarse para siempre
la cultura del lugar.

La gaviota, embalsamada, se convirtió en el emblema
de la gesta desgraciada. Y Lola, la ardiente Lola
con vocación de walkiria, pero con hechos de boba,
tras cepillarse el archivo, tesoro de la memoria,
la biblioteca al completo y las huellas de la historia
acabó en un chiringuito vendiendo palos de escoba
y allí alcanzó finalmente la más fashion de sus glorias.


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