viernes, 8 de marzo de 2024

"Pero aún queda camino por recorrer: el 19% de los españoles y el 14% de las españolas cree que se es menos hombre por cuidar de los hijos..." Tal vez, haya que cambiar los métodos reivindicativos, y no anular la reivindicación, que debe resistir hasta que desaparezcan los motivos que la originan, hasta que esa reivindicación de humanidad igualitaria y sorofraterna sea idéntica para mujeres y hombres, pues la vida material en este planeta y en cualquier otro, sería imposible sin ambas modalidades genéricas, diversas en sexualidad física, para que la vida materializada de la especie exista. No somos un error de la naturaleza, el error es no admitir la realidad individual y colectiva en la que nacemos y hacer un conflicto constante entre fuertes y débiles, buenas y malos o malos y buenas, enredad@s for ever entre juicios/condenas/venganzas/castigos/premios/humillaciones/rencores y egos en pandemia constante que , para colmo, se considera "salud" , "justicia" y hasta "derechos" e igualdad", en fin.... No olvidemos que todo macho silvestre y toda hembra extraviada y retorcida (que haberlas haylas), han tenido una madre y un padre...Que esa herencia tantas veces tóxica, en tantos sentidos, no nos controle la vida ni nos marque el camino del mismo "bis", sino que se convierta en una autoterapia homeopática emocional, mental y conductual, para no repetir la misma historia...por el bien de Tod@s!!!! El triunfo auténtico del feminismo es que -igual que el machismo- deje de ser necesario(¡?) en este mundo ¡¡FELIZ OCHO DE MARZO GLOBAL PERSONAL Y SOCIAL, PARA TODAS Y TODOS ¡¡IGUALMENTE!!; sin olvidar que toda basura emocional, mental y conductual, sólo es un mal sueño cuando alma, conciencia, ética y amor son los ingredientes del mejor y más nutritivo menú evolucionado, sano, lúcido y espiritual, para la familia humana, sin excepciones...Ains!!!


Uno de cada cinco hombres cree que quedarse en casa para cuidar de los hijos le hace menos hombre

Un estudio revela que España está entre los países del mundo en el que un mayor número de personas se declara feminista. Pero aún queda camino por recorrer: el 19% de los españoles y el 14% de las españolas cree que se es menos "hombre por cuidar de los hijos.

07/03/2024 Un padre y una madre juegan con sus hijos en un colegio.
Un padre y una madre juegan con sus hijos en un colegio. EUROPA PRESS

El 19% de los españoles está de acuerdo con que si "un hombre se queda en casa para cuidar de sus hijos, es menos hombre". En el caso de las españolas la cifra es un poco más baja: del 14%.

A nivel mundial la cifra es aún superior. El 24% de los hombres y el 19% de las mujeres están de acuerdo con esa frase. Es una de las principales conclusiones del informe publicado por Ipsos de cara a este 8 de marzo. La multinacional, especializada en investigación de mercados, ha realizado un estudio basado en encuestas en 31 países distintos.

Esa afirmación no es la única que ha despertado respuestas reaccionarias por parte de los entrevistados. De hecho, el 46% de la población de estos 31 países considera que "se ha ido tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres que estamos discriminando a los hombres". En el caso de España, la cifra es aún superior: justo el 50%.

El 55% de los españoles y el 44% de las españolas considera que se discrimina a los hombres

De nuevo, se aprecia una leve brecha de género. El 55% de los españoles está de acuerdo con la sentencia. En el caso de ellas, la cifra es del 44%. El dato recuerda a la pregunta del polémico estudio que el CIS publicó recientemente sobre igualdad de género. En aquel caso, el 44% de los hombres consideraba que "se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad" que ahora se los discrimina a ellos. Aunque las respuestas eran diferentes entre los que se definen de derechas y los que se posicionan en la izquierda.

El estudio de Ipsos viene a remarcar algo que se ha visto en los últimos meses en diferentes encuestas y estudios sociológicos. Consensos feministas que se creían asentados no lo están tanto. De hecho, solo el 39% de las personas entrevistadas se definen como feministas. Hace cinco años la cifra era del 33%, pero cuando Ipsos preguntó por esto mismo en 2022 el dato fue del 40%.

España, el segundo país más feminista

Eso sí, España se posiciona como el segundo país más feminista entre los 31 que forman el estudio. En el Estado el 55% de las personas se definen a sí mismas de esa forma: 61% en el caso de las mujeres y 48% en el de los hombres.

Únicamente India supera a España en esa clasificación. Pero las situaciones no son comparables. Paco Camas, director de investigación de opinión pública de Ipsos en España, explica a Público "que las personas que suelen contestar las encuestas en India acostumbran a ser de nivel educativo y socioeconómico medio alto, más urbanos y más digitales. Por lo tanto, no se capta una opinión representativa del conjunto de la población del país".

La respuesta a esta pregunta también muestra que la brecha de género se amplía especialmente entre los más jóvenes. Solo el 34% de los hombres de la generación Z —de los 31 países— se definen como feministas; mientras que en el caso de las mujeres son el 52%. Una diferencia de 18 puntos.

Los jóvenes no son menos machistas

Lo mismo sucede con las demás afirmaciones. El 60% de los hombres más jóvenes considera que "se ha ido tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres que estamos discriminando a los hombres". Por contra, solo lo piensan el 40% de las mujeres. Y lo mismo con la afirmación sobre los hombres que se quedan en casa para cuidar de sus hijos. El 31% de los gen Z cree que eso les hace menos hombres. Para las mujeres de esa generación el dato es del 20%.

Paco Camas explica que en los últimos años había "un acuerdo mayoritario en algunas causas comunes (como la reivindicación de la igualdad salarial o el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo) entre el conjunto de la población, pero siempre han existido posiciones contrarias y resistentes ante la propia consideración del feminismo como movimiento por la igualdad".

"El acuerdo mayoritario sobre algunas causas comunes por la igualdad está perdiendo consistencia"

"La novedad ahora respecto a hace un lustro es que ese acuerdo mayoritario, aunque persiste, está perdiendo consistencia, su voz está más dividida y el segmento reaccionario está ganando peso, entrando con facilidad además entre las nuevas generaciones", detalla el investigador.

En el caso español el estudio desglosa la respuesta a estas preguntas por sexo —donde se ve esa brecha de género en la que los hombres son menos favorables a los postulados feministas— y por generaciones —donde se ven ciertos avances en el posicionamiento de los más jóvenes—. Pero no consta el cruce de ambas variables. Por lo que no se puede ver hasta qué punto la brecha en la juventud se está dando también en nuestro país.

Aún así, en España, en el conjunto de la generación Z —los nacidos entre 1996 y 2012— no se da ese aumento de quienes creen que se ha ido demasiado lejos con la igualdad, como sí pasa en el conjunto de los 31 países. Del mismo modo, en nuestro país entre los más jóvenes hay un aumento de quienes se definen como feministas, cosa que tampoco sucede a nivel mundial.

Pero la tendencia en el conjunto de 31 países es absolutamente clara. La propia IPSOS destaca en las conclusiones del estudio que "los hombres más jóvenes son más conservadores en cuestiones de igualdad" y que en esas generaciones "se amplía la brecha de género".

Camas explica que el tamaño muestral de la encuesta en España "no es lo suficientemente grande" como para extraer conclusiones desglosando tanto por generaciones como por sexo. Pero el experto asegura que hay "una tendencia general en los últimos años, tanto en España como en muchos de los países, a que la distancia entre postulados feministas y antifeministas es cada vez mayor entre los jóvenes". "Se ha producido una derechización de los hombres jóvenes: son más conservadores y entre ellos tienen más peso los postulados antifeministas", apostilla. 

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8M

Saramago y Ellas

El escritor José Saramago, en una imagen de 2009.

Pilar del Río

Los libros, como las personas y las palabras, tienen vida propia. Un día, hace años, Enriqueta Chicano y la Federación de Mujeres Progresistas en que milita y sostiene, decidió coordinar un libro con 14 declaraciones de hombres que aman a las mujeres. El libro se titula Ellas, y por los nombres de los autores se entiende que serán declaraciones de respeto y amor. Uno de los autores es el escritor José Saramago, que dejó el libro, una vez leído y acariciado, en su biblioteca. Y se perdió, pese a ser vistosamente rojo y tener volumen para gritar. Perdido anduvo más de veinte años y ha sido ahora, en vísperas del 8 de marzo de 2024, cuando ha aparecido sano y salvo, reclamando protagonismo. Lo tendrá y no solo en la biblioteca de “A Casa” en Lanzarote: Ellas nació para alumbrar y en tiempos de odio y rabia, cuando en privado y en ciertos discursos públicos se cuestionan las políticas de género, bueno es saber que hay hombres que vienen desde hace mucho defendiendo la dignidad, la histórica de las mujeres, la de los hombres que respetan porque se saben humanos. A manera de introducción escribió José Saramago: 

Escribí un día:

Es la grande, interminable, charla de mujeres, parece cosa de nada, eso piensan los hombres, pero no se dan cuentan de que esta conversación sostiene al mundo en su órbita, que si no hablaran las mujeres unas con otras, ya habrían perdido los hombres el sentido de la casa y del planeta.

Han pasado los años desde aquella reflexión, o comentario, que surgió al contemplar la escena que vivían dos personajes femeninos de la novela que estaba escribiendo y que eran, como casi siempre ocurre, una reelaboración de lo que hemos visto y sentido en nuestras personales vidas. Porque si es verdad que escribimos para comprender también es verdad que sólo escribimos de lo que conocemos, o creemos conocer.

Del mundo de las mujeres, algo he ido sabiendo a lo largo de los años, desde aquellas primeras que conocí en la aldea, con mi abuela Josefa, tan cerca de la tierra que la memoria me confunde los olores de una y otra, o en Lisboa, en las casas compartidas con otras familias donde pasé la niñez de emigrante pobre. Tuve la ocasión de observar comportamientos, charlas, disputas y mutuas ayudas. Era un mundo de estrechez y familia, de hijos pegados a las faldas, de dificultades económicas y de conversación. Los hombres nunca estaban, salían a la calle a ganarse la vida, pero las mujeres de aquel ámbito reducido gobernaban su mundo con una disposición y una pericia tan natural y tan sabia que hoy, tantos inviernos después, sé que allí radica el origen del sostenido respeto y admiración que me provocan y trato de expresar como hombre y como escritor.

La realidad, ya lo sabemos, no es idílica. Los paraísos de la infancia sólo se llaman así cuando son mirados desde otras edades y no vamos a negar que hubo lágrimas en aquellos días. También en nuestro camino de adultos encontramos mujeres que no se reconfortan ni prestan ayuda ni se ayudan a sí mismas, pero al lado de la mejor emoción siempre hay una mujer. La mujeres, por excelencia, son el ser que comprende, estimula y espera. De ellas he recibido las más hondas satisfacciones, los silencios más hermosos, el ejemplo más rotundo, el necesario amor. A cambio he procurado construir personajes femeninos que sean reflejo y homenaje, acto de gratitud y necesidad imperiosa, porque ahora que he vivido tanto sé que no sólo las conversaciones de las mujeres sostienen el mundo, sé que nosotros, yo, nos mantenemos en nuestra órbita particular porque alguien la llena de sentido. Gracias, pues.

Hace años escribí también, en otra novela, esta declaración que sigo suscribiendo, acaso con más fuerza:

Quedo siempre asombrado ante la libertad de las mujeres. Las miramos como seres subalternos, nos divertimos con sus futilidades, nos burlamos cuando las vemos desastradas, y cada una de ellas es capaz de sorprendernos súbitamente poniendo ante nosotros extensísimas campiñas de libertad, como si por debajo de su servidumbre, de una obediencia que parece buscarse a sí misma, alzasen las murallas de una independencia agreste y sin límites. Ante esos muros, nosotros, que creíamos saberlo todo de ese ser inferior que hemos venido domesticando o que encontramos domesticado, nos quedamos con los brazos caídos, torpes y asustados: el perrito faldero que con tan buena voluntad se contoneaba en el suelo, de espaldas, mostrando el vientre, se pone en pié de un salto, con los miembros estremecidos por la ira, y sus ojos son de repente ajenos a nosotros, y profundos, vagos, irónicamente indiferentes. Cuando los poetas románticos decían (o dicen aún) que la mujer es una esfinge, aciertan de pleno, benditos sean. La mujer es la esfinge que tuvo que ser porque el hombre se arrogó el señorío de la ciencia, del poder total, del saber todo. Pero es tanta la fatuidad del hombre, que a la mujer le bastó levantar en silencio los muros de su negativa final, para que él, tumbado a la sombra, como si estuviera acostado bajo una penumbra de párpados obedientes, pudiera decir, convicto: “No hay nada más detrás de esta pared”

Pobre hombre. Pobre mundo, si no se apresta a contar con la fuerza, acrisolada y nueva, de la mujer. Quizá de ella nazca la esperanza que necesitamos. Ojalá. Sería algo más que justicia poética. Es, simplemente, necesidad. 

José Saramago

(ELLAS, Catorce hombres dan la cara. Publicado por Ares y Mares, 2001)


(ELLAS, Catorce hombres dan la cara. Publicado por Ares y Mares, 2001)

 
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