domingo, 23 de julio de 2023

Gracias, Vanesa Martín, querida hermana, por esa conciencia, esos sentimientos elevados a la enésima potencia del Bien Común. El sentimiento se crea con el paso de la inteligencia por las emociones y viceversa, un paso fundamental para nuestra evolución. Todo idiota desconoce que hasta su ego más cerril necesita como base física y energética, consciente y verdaderamente VIVA, el magisterio de los mejores sentimientos para que sus imprescindibles recursos humanos funcionen...para no caer y perecer en la idiothía, en la estúpida contemplación del propio ombligo, como, efectivamente, la llamaban los griegos.


Este 23J, no seamos idiotas

En estos días de precampaña, muchas conversaciones giran en torno a las personas que no se sienten apeladas por cuestiones políticas, que se definen como apolíticas o que, simplemente, no quieren involucrarse en el proceso de votación.

Por mi parte, hubo varias elecciones en las que no ejercí mi derecho al voto por rechazo al sistema mismo, y otras muchas en las que tras dudar durante mucho tiempo, acudí para evitar un mal mayor. Con un sistema que apenas representa a unas pocas y que ha sembrado cuidadosamente en nosotras valores como el individualismo, la competitividad o la insaciable ambición, entre otros tantos, es difícil no ser una idiota.

Y si, uso este término porque la palabra idiota viene del griego idiṓtēs. Está formado por ídios, que indica lo particular de la persona,  y que en la Grecia democrática hacía referencia a las cuestiones políticas o de carácter público; y el sufijo tes "el que lo hace, el agente". Por tanto un idiota sería etimológicamente "el que se preocupa solo de uno mismo". Aquí @linguriosa lo explica maravillosamente:

A día de hoy sigo moviéndome entre fuertes contradicciones. Por un lado, tengo un entorno cercano de personas que nos queremos y nos cuidamos. Que entendemos la interdependencia las unas de las otras, que asumimos el compromiso y también lo disfrutamos. Porque sí, el disfrute es esencial  y necesario para crear estos nuevos marcos de relación y convivencia. Lejos de la hostilidad y autoexplotación, tenemos que defender el goce y la diversión como eje de la convivencia.

Del otro lado siento una creciente crispación. Aparecen los discursos de odio y aumentan los índices de intolerancia, especialmente entre las personas más jóvenes. El partido de ultraderecha ha conseguido aunar la insatisfacción de una parte de la sociedad, que han encontrado en el rechazo y el odio la razón para creer y para unirse generando una "falsa comunidad".

Frente a esto, desde porCausa planteamos la inevitabilidad de construirnos colectivamente, porque no somos nada sin la otra. Hace unos días leía a Juanpe Sánchez López en su libro Super-emocional, que lo tiene muy claro: "Necesitamos de los otros para existir y el amor se nos plantea como una forma (quizás como la mejor de las formas) para establecer esta necesidad de los demás". Cada vez somos más hablando de lo importante.

Llevo tiempo tratando de incorporar torpemente este marco en mi cotidianeidad. A veces me sale mejor y otras no del todo, pero siempre tengo una comunidad que me contiene y me reconforta. Creo que estamos en el camino y quiero que esta situación de privilegio se extienda a muchas personas, a todas. Sí, es mucho pedir. Pero ya de pedir, pidamos imposibles y también -si me permiten el atrevimiento- vayan el domingo a votar. Luego, si quieren, podemos tomar juntas el vermut.

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