sábado, 23 de julio de 2011

Noticias curiosas y coincidentes

Le faltó tiempo al New York Times para relacionar el atentado terrorista de Noruega con una yihad islámica. Menos mal que Noruega es un país democrático e investiga. Pilla al asesino y descubre que es un extremista de la derecha salvaje. Un psicópata teledirigido que sigue el hilo de la tela de araña, que golpeó Milán y Bolonia, Madrid, Manhattan, Londres , Casa Blanca, Marrakesh o Japón. Muerto el supuesto y esfumado Bin Laden, hay que seguir la línea de la locura que se aprovecha para matar muchos obstáculos de un solo tiro.

Si el NewYork Times fuese de verdad prensa libre e inteligente no haría caso al primer comunicado de autoría nebulosa que le llegue. Investigaría primero y tendría la prudencia de esperar a que el país atacado dijese la verdad sobre el caso. De este modo, ese periódico, en otro tiempo tan amante de la verdad informativa, se desprestigia. No sabemos si es que por una inexplicable candidez se cree lo primero que le cuentan o es que es cómplice de las agencias de la mentira y del terrorismo mediático.

La táctica nazi es el terrorismo social. La creación de minigrupos infiltrados en todas la asociaciones reivindicativas. Se llaman antisistema y parecen anarquistas violentos, o rebeldes con buena voluntad, generalmente se drogan y son dependientes de adicciones diversas, pero son los cachorros de la bestia. Su misión aparente es molestar, impedir el acuerdo y desestabilizar sin aportar ni una solución. Pero su verdadero cometido es crear el caos, hacer el mundo ingobernable y propiciar la llegada del Gran Hermano que acabará por imponer un "nuevo orden mundial". Un gobierno global que en manos de poquísimos esclavice al resto de la humanidad. Para lograr ese objetivo, los herederos ocultos de Hitler y secuaces de la fuerza que le llevó al poder, han estado investigando durante casi un siglo, métodos esotéricos de control de la mente colectiva desde el inconsciente. Se fueron al Tibet y al Asia Central en busca de métodos ancestrales de autocontrol, para intentar aplicarlos al heterocontrol. Y encontraron algunas recetas que através de Gudjeff y Crowly, dos esoteristas de primeros del siglo XX, que se trajeron a Europa desde Oriente y del antiguo Egipto. Se formaron sociedades secretas y escuelas de "iniciación", que aparentemente enseñaban meditación y "espiritualidad", pero que en realidad fueron usadas como trampolín para apoderarse de las mentes más sensibles y de las emocionalidades más frágiles. Y de ese modo, han ido taladrando el inconsciente colectivo. Porque esos "iniciados" ahora son empresarios de medios de comunicación, dominan tecnologías, publicidad, banca, arte, cultura y política. No son muchos ni muy inteligentes (evidentemente, porque si no, no estarían donde están ni como están), pero lo compran todo. Aunque luego no lo sepan manejar o lo utilicen para vengarse de un amigo que les superó en la escuela o de un colega que les eclipsa en la profesión o de una novia que los dejó para casarse con otro, y por esas futilidades sean capaces de montar una masacre, una epidemia o una sesión de terremotos a la carta, o una crisis económica sostenida y manejada por agencias de análisis económico que son suyas. Y así estamos. En manos de unas mediocridades sin rumbo ni conocimiento, pero muy informadas de todo, a base de espionaje através de los teléfonos móviles y los wifis. Como el Murdoch y su adorable Miss Cenicienta Adjunta. El mundo entero está en el punto de mira de su visor. Sólo que nosotros, los millones de ciudadanos que aún estamoe en condiciones de observar, ver y reflexionar, tenemos la libertad de ignorarles. De no escuchar sus chismes, de no creerles, de vivir en otro plano: nuestra realidad diaria. Nuestro empeño, nuestra responsabilidad y nuestra tarea consciente. Y cuando ya somos "masa critica" desarrollamos nuevos recursos y herramientas a los que ellos no pueden acceder porque están basadas en la ética, en la bondad, en la solidaridad, en el amor compartido de la fraternidad, de los que viven compartiendo. Ellos no alcanzan ese nivel. Se quedan en la indignación nada más. En el terreno del ego. Nunca irán a defender algo que no les dé dinero, fama, influencia y poder. Por eso nunca llegarán a derrotar aquello que se les escapa. La verdadera Humanidad.

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