jueves, 7 de julio de 2011

Actualidad

Siempre me ha dado mucho que pensar la parábola evangélica de los talentos. Un empresario emprende un largo viaje y encarga a sus empleados el cuidado del capital del negocio. A uno le da 10 talentos, a otro le da 5 y a otro le da 1, con la recomendación de que hagan crecer el capital encomendado. Pero en el discurrir de los siglos, aparece un cuarto empleado, al que se le da una caja fuerte sin especificarle cuanto dinero hay en ella, para que invierta, como los demás, lo mejor posible el caudal que se deja a su cuidado.
El primer y segundo empleados, llevan los talentos al mercado bursátil y allí en poco tiempo, los multiplican respectivamente por dos, es decir, obtienen 20 y 10 talentos cada uno. El que tenía un talento, pensó que tal vez, por tan poca cosa no merecía la pena arriesgarse a perder en el azar de los negocios, aquel poco dinero y prefirió guardarlo en su casa hasta la vuelta del jefe. Y por fin, el recién llegado del futuro, observó atentamente la caja fuerte y decidió que si se la jugaba el contenido en el casino, como tenía siempre muy buena suerte, seguramente conseguiría una fortuna sin tener que esforzarse, sólo con acertar en los números de la ruleta o de los dados, mientras sus compañeros se cansaban y se preocupaban por el encargo.
Pero resultó que el jugador perdió. Y se quedó sin la caja del dinero.

Cuando el empresario volvió de su viaje, preguntó y recogió los resultados.
"Mire jefe, he multiplicado los 10 talentos y le traigo 20".
"Yo he obtenido 10, de los 5 que me encomendó"
"Muy bien, ahora os encargo de cogestionar la empresa conmigo y de abrir nuevas sucursales por el mundo. Os hago mi socios, por lo hábiles y honestos que sois"

"Yo, jefe, aquí traigo el talento que me dejó. Como es usted tan exigente y el dinero era tan poco, temí perderlo y no recuperarlo en cualquier transacción, así que aquí está, a su disposición. No he ganado nada, pero al menos no lo he perdido"
"Bueno, pues, por tu pusilanimidad, por tus miedos, inseguridades, por tu falta de confianza y de imaginación, te vas de la empresa. No nos sirves para crecer. Y se te quita hasta esta miseria de talento que tienes."

"Pues yo, jefe, lo tengo más crudo, he perdido la caja entera sin haberla abierto siquiera. Como sé que usted es hombre que ama el riesgo valoraría mi audacia, y me decidí por jugarme el encargo en el casino para obtener una buena ganancia y lo he perdido. Lo siento."
"Esto es el colmo del cinismo. O sea, que además de vago, perezoso y negligente, eres un idiota que ni siquiera se ha arriesgado a abrir la caja, que tenía no sólo dinero para pagarte una estupenda comisión, sino un montón de pagarés para recuperar y el mapa de una mina de oro que te estaba destinada caso de que te esforzases sólo en abrir la caja. Te di lo más valioso porque en otras ocasiones has funcionado muy bien, no me explico por qué has hecho esta estupidez."
"Estaba convencido de mi buena estrella y de mis facultades intuitivas para conseguir siempre lo que quiero por la vía más sencilla y estaba tan seguro de ello, que ni siquiera pensé en comprobar el contenido de la caja fuerte. Estaba tan seguro de que guardaba algo extraordinario..."

"Pues quedas despedido por estúpido. Ya que tienes tanta intuición, no te costará ningún esfuerzo recuperar lo que te has jugado. Porque además vas a tener que devolver hasta el último céntimo que has perdido. Un prepotente vanidoso es mucho peor que un pusilánime, porque su insensatez le lleva a la ruina a él y a los que le creyéndole más capaz de lo que es, le confían cualquier negocio."

1 comentario:

maría dijo...

Una buena lección para reflexionar en cada momento, Sol.
Si he sido agraciad@ con participar de los tesoros del Universo, ¿como puedo apoderarme de lo que no me pertenece, y me ha sido prestado, ..?
Solo he de abrir los ojos y ver lo que conmueve y eleva a los seres, y cooperar en esta libertad y en beneficio de la vida generosa y autorealizada. Gracias