jueves, 16 de septiembre de 2010

Vaya tela!

Ratzinger ve necesario proteger a los pederastas "de sí mismos"

Benedicto XVI asegura que son "víctimas" de una enfermedad donde la "libre voluntad" no funciona

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Muy humana y muy aguda Su Superficialidad Yavalisto XVI. Y muy buena voluntad hacia los pobrecitos pederastas, que durante anños y anños, han sido victimas de una enfermedad que parece haberse cebado con saña entre los clerigos de la iglesia catolica. Surgen varias preguntas hamletianas que necesitan una respuesta urgente

1) El pederasta ¿nace o se hace?

2) Si nace, ¿por qué cuando crece tiene esa especial inclinación por ensotanarse y asatanarse en el territorio catolico-romano?

3) Si no se nace y se hace, ¿qué le pasa a esa iglesia que se entra normalito en un seminario o en un convento y se sale transformado en corrompido corruptor de menores descosido e insaciable?

4) ¿Qué carencias tiene esa iglesia que el que supuestamente nace pederasta congénito se instala en ella sin problemas y sin recursos que le ayuden a detectar el agente tóxico y su sintomatologia, agravándole el singular padecimiento?

5) ¿Qué le sobra a la susodicha institucion para que el que nació libre del gen pederastico, se contagie con tanta facilidad en cuanto entra en sus demonios, perdon, dominios?

Algo huele a podrido y no solo en Dinamarca, querido Horacio, -dice Hamlet con expresión más preocupante que preocupada-. ¿Ser o no ser? ¿Nacer o convertirse? He ahí el problema sin resolver, dilecta Ofelia -inocente credibilidad- que ante el panorama has optado por el suicidio dulce del dejarte llevar entre nenúfares y flores de loto hacia latitudes remotas y desencarnadas. Convertirse, y no al evangelio de Jesucristo, por supuesto. Convertirse en "victima de una enfermedad" misteriosa y con muy mala baba, que se empecina en destrozar voluntades clericales y niños a miles. El reino esta fatal. La decencia de la Reina en entredicho. Adúltera y asesina del primer marido que desde el más allá denuncia el mas acá. El espiritu del muerto se revela en el desequilibrio imprevisible de los que parecen estar vivos, pero estan mas muertos que el pobre rey envenenado. Y sus fantasmas pululan y asaltan los cuerpos y las almas del futuro. Quizás por eso el futuro está tan negro que no se le ve por ningun lado.
La voz del regio difunto truena en las ondas del Elsin(ho)nor: La iglesia católica no es víctima de ninguna conjura del virus de la pederastia ni del colectivo gay. Ni de enemigos malsanos. Simplemente ha fermentado con el tiempo toda la inmundicia que ha acumulado en 1700 anyos más o menos. Y tanta centuria junta da para mucho fermento. Mucho jerarca delincuente, explotador, asesino silencioso de papas molestos, mucha cruzada y guerra santa para defender los baldaquinos y la reserva de reliquias amojamadas, mucha condena, mucho pecado, mucha inquisicion experta en barbacoas pret -a- porter, mucho cardenal amoratado por el peso del poder y del chanchullo "para mayor gloria" del idolo, del becerro de oro camuflado de buey inofensivo en el portal de Belen. La enfermedad de esa iglesia, querido Hamlet, es ella misma. Es el síndrome del aferramiento al trono de este mundo. Para mantenerse en él no ha dudado en prostituir el sentido y la causa por los que nació. Se ha vestido de purpura y de oro y se ha puesto con el bolso en las esquinas de la tierra a ver quien le da más y mejor. Quien la sostiene y quien le paga los caprichos de marmol crisoelefantino y retablos barrocos o flamencos en pan de oro, sudor y sangre de los pobres y barniz de sufrimiento penitente. Ha olvidado las canciones de amor y solo tararea el rap litúrgico-lisérgico de las monedas de la banca internacional, de los safaris de almas ingenuas, entre viaje espectaculo y viaje pasarela. Ha acumulado tanto palacio, tanto monumento, tanto templo vacio y tanto monasterio en ruinas que ya no le quedan fuerzas para sostenerse en pie bajo el peso de los sumandos y multiplicandos. Y todos los demonios de la avaricia, del tener, del acumular, del poder, del manipular, de los tizones en la caldera de PedroBotero, que le han sofrito las neuronas y le han petrificado el corazón.

Despues de este diagnostico hamletiano, a Su Superficialidad Yavalisto XVI, sólo le queda un último signo de posible coherencia antes de acabar de fastidiarla por completo: Callarse de vez en cuando y contar hasta cien, antes de meter la venerable pata hasta las axilas. Dejar de mirar el ombligo del ídolo en los altares y los inciensos y girar la vista sobre el resto de la humanidad. Y entonces, extender esa misma piedad que manifiesta hacia los "enfermos de pederastia, a los que hay que proteger de sí mismos" y mirar con idéntica compasion y benevolencia a los que se declaran gays laicos y marginados, a los que tienen la desgracia de equivocarse en el matrimonio y optan por acabar con él, antes de que el matrimonio acabe con ellos. A los enfermos terminales reducidos al sólo beso del dolor constante, que desean acortar su estancia en el planeta, porque consideran que ya han sufrido bastante. Y Dios jamás los condenaria. A las mujeres que han abortado, porque nadie les ha enseñado a evitar un embarazo ni el valor vedadero y divino de la sexualidad humana, a los que ejercen la libertad de vivir el Evangelio como Jesús el Ungido, el Cristo, lo enseño a vivir. A los curas sanos que aun quedan y que desean casarse antes que sacrificar niños a causa del virus de la desesperacion y de la posesion diabolica del fundido neuronal.
Es posible que entonces, aprendiendo el verdadero arte de amar, la rara enfermedad que desde hace tanto tiempo afecta a los súbditos de su reino temporal, comenzase a senarse. No sé, es una idea. Por si sirve de algo. Aunque mucho me temo, que nanay.

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