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Comentario de blog
LOS VALORES DE LA CRÍTICA Y LA INCOHERENCIA DE LAS MANIPULACIONES REFLEXIVAS
Vaya por delante la afirmación de que nunca he sido ni me he considerado monárquica. Soy demócrata por naturaleza, algo que ya implica una distancia total con el "monos arjé", (en el griego original de la expresión: "el poder de uno solo", o sea, lo opuesto al "demos arjé", el poder del pueblo", la "demojracía"). Partiendo de esta realidad personal y cívica, me parece sensato, decente y ético, hacer algunas aclaraciones acerca de los comentarios que he ido leyendo y escuchando sobre el discurso navideño del Jefe del Estado, o sea, del rey, del monarca, o "monosarca'', según el idioma original de su propia madre, que, casualmente, también es el griego...como el de las palabrejas.
He escuchado y leído con atención los mensajes de la noticia y no comprendo que se pueda criticar y menospreciar ese discurso, sobre todo, teniendo en cuenta en qué contenido moral de valores políticos está dis-funcionando el Estado de las Españas del apaño desapañador, hasta llegar a un caos tan demencial y rabioso teledirigido, por los mismos y mismas que jamás se han planteado exigir un referendum democrático en el que la ciudadanía ponga en valor su derecho a elegir el modelo de Estado que desea y exige a los poderes encenagados en su propia confusión caótica, que no sabe distinguir entre una dictadura genética y la posibilidad de una democracia regeneradora. Sin que eso suponga un conflicto ideológico sin sentido alguno a estas alturas de la evolución humana, al mismo tiempo personal, social, política y cultural.
L@s mism@s que critican el discurso de ese rey, no votan, se abstienen, o votan por rabieta a los más fachas y carcamales disfrazados de Robins Hoods en versión miserable, y dejan que la dictadura sempiterna de la hipocresía, la corrupción y el primitivismo condensado en las bajuras morales de esa sociedad sigan a sus anchas, repitiendo el mismo descalabro for ever and ever...
¿Desde cuando el contenido de un discurso, que invita a la reflexión, al respeto, a la escucha, al entendimiento de los políticos de diversas tendencias, para lograr que el Bien Común sea el primer y fundamental objetivo de un Estado, se puede considerar nada interesante, aburrido, inútil e inservible?
Si ese pueblo nunca ha exigido plenamente un referendum que determine qué modelo de estado necesita y quiere para organizarse adecuadamente, ¿qué sentido tiene despreciar y criticar los gestos, palabras y argumentos positivos y acertados de un rey impuesto por la barbaridad de unas leyes estúpidas, sin sentido, torpes e ilógicas, en el siglo XXI, que no tiene la culpa de ser rey, porque ya, igual que le sucede al pueblo, desde su nacimiento es víctima del mismo mejunje histórico y no sabe ni puede hacer otra cosa que lo aprendido, heredado genéticamente y hasta convertido en obligación y responsabilidad, que ya es el colmo, cuando, ni siquiera él ha podido elegir por la educación dinástica recibida, ser o no, heredero de un reino, sólo por la genética del apellido y su tradición.
Seguramente, en un país democrático de verdad , ese rey a la fuerza, podría haber sido un buen médico, un buen abogado, periodista, profesor, ingeniero, empresario decente, artista, locutor, farmacéutico, agricultor, arquitecto o quién sabe qué...
En realidad, tal y como está el patio, es un verdadero alivio que alguien, responsable del Estado esté viajando a los lugares castigados por la DANA, que se mezcle con el pueblo, aunque algunos lo rechacen, que los abrace y los escuche, que mueva las piezas del caos político para que se reciba la ayuda necesaria, y que, empáticamente, le duela la desgracia de tantos seres humanos y hermanos suyos a la hora de la verdad,_que es nacer y morir sin más rollos aparentes- cuando podría haber elegido ignorar el pifostio e irse de vacaciones con su padre a los Emiratos, para pasar con él una Navidad como dios no manda ni mandaría jamás...O no haberse emparejado con una periodista como Leticia Ortiz, consciente, responsable, buena persona y humana a tope, como él, seguramente, en vez de liarse con cualquier inmundicia/espectáculo, como hacía su padre sólo genético, que no en plan auténtico y adecuado, sino sólo en el marco hereditario...Menos mal.
Acusar al monarca de no insultar ni señalar a los "facha-culpables" es no entender que el problema no se resolvería en ese plan, sino que empeoraría, entrando al trapo, justo, de los discursos violentos, agresivos, estúpidos e incapaces de escuchar y dialogar, de deshacer tensiones y dejar de "valorar" esas conductas haciéndolas folclóricamente el centro de atención del debate, boicoteando la posibilidad de los acuerdos cuando ese debate es la clave para que tanto problema generado por el griterío desaparezca y permita la solución básica que se deriva del boicot que genera la falta de escucha y de respeto.
Sería muy buena solución que cada vez que la derechona utiliza el insulto contra el resto del gobierno, a base de la calumnia y la mierda para no hablar de los problemas sociales en el Parlamento, l@s diputad@s y senador@s insultad@s no respondan a las provocaciones, sino que se ocupen del problema y de la ciudadanía que lo sufre y asegurando y demostrando que ellos están en la gestión publica para solucionar problemas, no para provocarlos y agrandarlos.
Nunca deberíamos perder la memoria ni escaquear la obligación de reconocer nuestra responsabilidad individual, colectiva, cívica y política, a la hora de posicionarnos ante realidades en las que estamos implicad@s tod@s y no dejar que las opiniones de cierta prensa, de ideologías y mangoneos pseudopolíticos o , simplemente, irresponsables y acríticos consigo mismos y atroces con los demás, nos influyan y nos laven el cerebro convirtiendo la inoperancia irresponsable del insulto constante, en 'normalidad' superficial, pero tan molesta e inútil como el vuelo de los moscardones en la anómala y falsa 'decencia' de esa crónica y hasta ahora incurable falta de luces.
No se trata de actuar por devoción ni apegos emocionales, manejados por las mafias invisibles de la mediocridad y la necedad que sólo disfunciona desde las máscaras, los prejuicios y los intereses manipuladores, sin contar con la verdad, con la transparencia, con la ética, la humanidad y la coherencia, imprescindibles ingredientes para que exista y prevalezca la República del Bien Común. El auténtico Reino de los Cielos en la Tierra.
Las palabras sanas y las ideas limpias, usadas en plan tirachinas para degradar, ignorar y despreciar valores, porque las dicen personajes que no molan, aunque el contenido sea muy válido y éticamente alimenticio, forman parte del infinito equipaje de la mediocridad.
Si no queremos que un rey nos dé consejitos, no despreciemos lo bueno que aporte, sino exijamos al Estado que nos permita elegir en las urnas un modelo de país que no necesite una monarquía porque ya ha aprendido a ser una buena república, en la que hasta un buen ex-rey, como sería, sin duda, Felipe de Borbón, con buenas cualidades humanas, éticas y lúcidas, podría ser un buen presidente, mucho más lúcido y sin ataduras ni barullos, que un Rajoy, un Aznar, un Feijóo, un Mazón, un González, o un Sánchez... Algo más parecido a un buen Rodríguez Zapatero, a un Joan Ribó, a un Ximo Puig, por ejemplo o a una Yolanda Díaz, que también sería un puntazo pedagógico y civilizador para unos pueblos tan machistas como el rebaño hispanish fashion, que no soporta una bobada pero aguanta dictaduras infinitas coladas por todas partes, sin rechistar, porque aún no las distingue de la democracia... Ainssss!
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