¿Dónde está el Rey de los Judíos, que ha nacido?
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Comentario del blog:
¿A quien se le ocurre imaginar que un rey de los judíos o de cualquier otro pueblo, pueda ser alguien como Jesús de Nazaret? Esas son las consecuencias de sustituir durante milenios lo vivido por lo contado. Demasiados "libros santos" y demasiado déficit de almas, mentes, emociones y conciencias vivas y despiertas, capaces de descubrir que no hay reinos de dios ni de los cielos, que no estén ya sembrados y tantas veces ignorados, dentro del ser humano.
Sin ir más lejos, el noúmeno que Kant descubrió, y al que por ese descubrimiento, calificaron de ateo...Sólo porque no encajaba con los relatos mitológicos de los "libros sagrados". De tal forma que cuando aparecen seres capaces de descubrir y aportar la luz y la sanación para tod@s, se les crucifica o se les envenena o se les quema en una hoguera, se les mata o se les excluye de la vida "normal"...
Qué poco orientados estuvieron los Magos de Oriente para acabar contándole a Herodes el episodio que acabó provocando la matanza de los inocentes y la huida a Egipto de la familia atracada. Menuda magia la suya, ¿no? Tal vez con menos oro, incienso y mirra, con menos fanfarria y más humildad habrían visto y comprendido la realidad tal cual y no se habrían quedado enredados en el envoltorio navideño del momento, fascinados por la estrella, y tan lejos de la Tierra...
Lo más alucinante es que aún siga en pie el mismo batiburrillo religador convertido en más de
lo mismo, ¡tras dosmil veinticuatro añazos! y 1.711 desde el Edicto de Milán hasta hoy, en el 313 D.C. , mediante el cual el Imperio Romano en caída libre se apoderó del cristianismo para sustituir a su ya desguazada religión idolátra y más que pasada de rosca, que ya fue ,y es, el colmo de los
colmos y, sobre todo, de los colmados, globalizando el negocio y
olvidando el verdadero nacimiento constante de eso que llaman "dios", en
plan fotocopia, y que está en las antípodas del pifostio. ¿Cómo es posible que quien con su propio ejemplo nos mostró el tesoro de las Bienaventuranzas, del amor sin límites, de la humildad y la sencillez humana y divina, acabase siendo un ídolo más del poderío y de la pasta, incluso el bendecidor de batallas como en Puente Milvio o en las cruzadas y "guerras de religión", al "amparo de la cruz"? Más lejos que nunca de Jesús y de
los pobres, de los inocentes y también de los culpables que descubren
su desgracia y cambian para siempre de orientación y de
Esencia...Los imperios no perdonan ni comparten, ni consideran hermanos a los que tienen por enemigos. En fin, que este estado de confusión, cuentos, leyendas y máscaras hechas dogma y ritual verbenero, no tiene ni sentido ni futuro ni presente, sólo cuenta con los ecos de un pasado que, sana, humana y divinamente, ya no da para más.
Porque poder, se puede, si se despierta y se realiza el despertar en el día a día. Plena. Limpia y bienaventuradamente. Despertar constante y feliz pase lo que pase, porque en realidad, para quien está despierto y ya es parte del Nosotr@s, todo, todo, pasa para bien de quien ama y se siente amad@, ad infinitum sin más. Con menos relatos cuentistas y más sustancia realizable y realizadora.
Dejemos ya a los reyes de los judíos aparcados, de una bendita vez, en los garajes enlodados de las DANAS históricas y acojamos a la sagrada familia humana que sufre todo lo peor del puñetero y obseso sistem in failure, por los siglos de los siglos, y con el amén definitivo de una nueva humanidad de UCI total y amor sin fronteras!
Por primera vez en la historia de los horrores del error o del error de los horrores, que tanto monta monta tanto, el error como el espanto... Una nueva humanidad está llamando a la puerta y no queda otra que abrir las puertas del moridero para que la Vida Nueva pueda reconocerse y estrenarse en la Casa Infinita, sin exclusiones ni podredumbres del pasado, pero con un presente generador de nuevos futuros, que sin la expansión presente nunca podrían existir repitiendo las mismas miserias del pasado enfermo y demoledor.
Pobres en miserias y mentiras, en dineros, en cuentos chinos y orgullos egópatas, sí, pero millonari@s en luz, entendederas, humildad, apertura, sorpresas y milagros impensables que pueden cambiar del todo hasta lo imposible. 🙌🙌🙌🙌🙏🙏🙏🙏!!!!
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Comentario del blog:
Aquí os dejo una referencia muy valiosa. La meditación nº 16 de "Una llamada al amor", de Tony De Mello. Un ser humano que logró entrar hasta el fondo de la Casa Infinita y así poder compartir el tesoro uno y múltiple de todos y de todas: El amor, la luz, la sencillez, la esperanza y la alegría. La facilidad y la inocencia. La profundidad y la caricia de la belleza repartida por esos mundos de más que dios: PadreMadreFamilión sin fronteras ni tiquismiquis, el jardín del Silencio íntimo, aún en medio de cualquier estruendo, que hasta se puede disfrutar sin que ese Silencio desaparezca...Una pasada, os lo aseguro!
"Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar 'maestros',
porque uno solo es vuestro Maestro.
y vosotros sois todos hermanos"
(Mt 23.8)
Podrás conseguir que alguien te enseñe cosas mecánicas, científicas o matemáticas, como el álgebra, el inglés, el montar en bicicleta o el manejar un ordenador. Pero en las cosas que verdaderamente importan -la vida, el amor, la realidad, Dios...- nadie puede enseñarte nada. A lo más, podrán darte fórmulas.
Lo malo de las fórmulas, sin embargo, es que la realidad que te proporcionan viene filtrada a través de la mente de otra persona. Si adoptas esas fórmulas, quedarás preso de ellas, te marchitarás y, cuando mueras, no habrás llegado a saber lo que significa ver por ti mismo, aprender.
Míralo de esta manera: probablemente, ha habido momentos en tu vida en los que has tenido una experiencia que sabes que habrás de llevarte contigo a la tumba, porque eres completamente incapaz de encontrar palabras para expresarla. De hecho, ningún lenguaje humano posee palabras con las que poder expresar exactamente lo que has experimentado. Piensa, por ejemplo, en la clase de sentimiento que te ha invadido al contemplar el vuelo de un ave sobre un idílico lago, o al observar una brizna de hierba asomando por la grieta de un muro, o al escuchar el llanto de un niño en mitad de la noche, o al percibir la belleza de un cuerpo humano desnudo, o al contemplar un frío y rígido cadáver en su ataúd...
Podrás tratar de comunicar dicha experiencia valiéndote de la música, de la poesía o de la pintura, pero en el fondo sabes que nadie comprenderá jamás exactamente lo que tú has visto y sentido. Eso es algo que te resulta absolutamente imposible de expresar, y mucho menos de enseñar a otro ser humano.
Pues bien, eso es exactamente lo que un Maestro siente cuando le pides que te instruya acerca de la vida, o de Dios, o de la realidad... Lo más que puede hacer es proporcionarte una "receta", una serie de palabras ensartadas en una fórmula. Pero ¿para qué sirven esas palabras? Imagínate a un grupo de turistas en un autobús. Las cortinillas están echadas, y ellos no pueden ver, oír, tocar u oler absolutamente nada del extraño y exótico país que están atravesando, mientras el guía no deja de hablar, tratando de ofrecerles lo que él considera una vívida descripción de los olores, sonidos y objetos del exterior.
Lo único que los turistas experimentarán serán las imágenes que las palabras del guía originen en sus mentes. Supongamos ahora que el autobús se detiene y el guía les indica que salgan afuera, mientras les da una serie de fórmulas acerca de lo que pueden esperar ver y experimentar. Pues bien la experiencia de los turistas estará contaminada, condicionada y deformada por dichas fórmulas, y ellos percibirán, no la realidad en sí, sino la realidad tal como ha sido filtrada a través de las fórmulas del guía.
Mirarán la realidad selectivamente, o bien proyectarán sobre ella sus propias fórmulas, de manera que lo que verán no será la realidad, sino una confirmación de sus fórmulas.
¿Hay alguna forma de saber si lo que estás percibiendo es la realidad? Hay al menos un indicio: si lo que percibes no encaja en ninguna fórmula, ni propia ni ajena; si, sencillamente, no puede expresarse con palabras.
Entonces, ¿qué pueden hacer los maestros? Pueden hacerte saber lo que es irreal, pero no pueden mostrarte la realidad; pueden echar abajo tus fórmulas, pero no pueden hacerte ver lo que las fórmulas pretenden reflejar; pueden desenmascarar tu error, pero no pueden ponerte en posesión de la verdad. Pueden, a lo más, apuntar en dirección a la realidad, pero no pueden decirte lo que ven. Tendrás que aventurarte y descubrirlo por ti mismo.
"Aventurarse" significa, en este caso, prescindir de toda fórmula, tanto si te la han proporcionado otros como si la has aprendido en los libros o la has inventado tú mismo a la luz de tu propia experiencia. Esto es, posiblemente, lo más aterrador que puede hacer un ser humano: adentrarse en lo desconocido sin la protección de ningún tipo de fórmula o receta. Ahora bien, prescindir del mundo de los seres humanos, tal como hicieron los profetas y los místicos, no significa prescindir de su compañía, sino de sus fórmulas. Y entonces, eso sí, aun cuando estés rodeado de personas, estarás verdadera y absolutamente solo. ¡Pero qué imponente soledad! La soledad del Silencio. Un Silencio que será lo único que veas. Y en el momento en que veas, renunciarás a todo tipo de libros, guías y gurús.
Pero ¿qué es exactamente lo que verás? Todo, absolutamente todo: una hoja que cae del árbol, el comportamiento de un amigo, la superficie rizada de un lago, un montón de piedras, un edificio en ruinas, una calle atestada de gente, un cielo estrellado..., todo. Una vez que hayas visto, puede que alguien intente ayudarte a expresar tu visión con palabras, pero tú negarás con la cabeza y dirás: "No, no es eso, eso es simplemente una fórmula más..." Puede también que algún otro intente explicarte el significado de lo que has visto, y tú volverás a negar con la cabeza, porque el significado es una fórmula, algo que puede verterse en conceptos y tener sentido para la mente pensante, mientras que lo que tú has visto está más allá de toda fórmula, de todo significado. Y entonces se producirá en ti un extraño cambio, difícilmente perceptible al principio, pero radicalmente transformador.
Y es que, una vez que hayas visto, ya no volverás a ser el mismo, sino que sentirás la estimulante libertad y la extraordinaria confianza que produce el hecho de saber que toda fórmula, por muy sagrada que sea, es inútil; y nunca más volverás a llamar a nadie "maestro".
En adelante, y a medida que observes y comprendas de nuevo cada día todo el proceso y el movimiento de la vida, ya no dejarás de aprender, y todas las cosas sin excepción serán tus "maestros". Desecha, pues, tus libros y tus fórmulas, atrévete a prescindir de tu maestro, sea quien sea, y mira las cosas por ti mismo. Atrévete a fijarte, sin temor ni fórmula alguna, en todo cuanto te rodea. Y no tardarás en ver.
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