miércoles, 5 de abril de 2023

Algunas reflexiones sobre la Semana Santa

 Cada año de mi vida he ido encontrando en el calendario unas fechas determinadas en las que se celebran rituales derivados de acontecimientos religiosos, que siglo a siglo se han ido integrando en las culturas y en las costumbres de un modo ya inseparable, hasta convertirlas en tradición. Primero un tiempo de espera, como el Adviento y la Cuaresma y a continuación la fiesta: Navidad y Semana Santa y todo ello dedicado a la vida de Jesús de Nazaret. Todo ello en el mundo occidental, naturalmente, plenamente consumista y especulador, que hace de esas fechas un verdadero filón del negocio: viajes, hostelería, regalos, comilonas, compras de ropa y calzado de temporada, reuniones y fiestas familiares, grupales, de barrio, belenes, procesiones, desfiles, etc, etc...En realidad esas fiestas, a lo largo de los siglos y los imperios, siempre estuvieron dedicadas a los cambios de estación: la Navidad cristiana celebrando el final del otoño, con el solsticio de invierno sustituyó a las fiestas saturnales romanas, celebrando el nacimiento de Jesús, -que según otras crónicas históricas nació en primavera y no en invierno, porque en invierno los pastores, como relata el evangelio cristiano, no pasaban la noche con el ganado en medio del campo, eso solo lo hacían en primavera y verano, y tampoco en invierno se viajaba de una región a otra, para empadronarse en el Imperio Romano por las inclemencias del tiempo, ya que los viajes en masa de la población, eran un riesgo y un trastorno par ala propia gobernanza romana, como cuentan que hicieron María y José desde Nazaret a Belén, cuando nació Jesús. La Pascua  judía que celebraba la salida de Egipto del pueblo hebreo, también celebraba el paso del invierno a la primavera, como hacían los romanos con el anticipo festivo y despendolado del equinoccio en las Lupercales, que luego, con  el cambio religioso del Imperio tras el Edicto de Milán, que implantó Constantino, se convirtieron poco a poco en los carnavales del medievo a los que sucede hasta día de hoy la cuaresma cristiana, dando un cambio a la Pascua judía por la Semana Santa y la Pascua cristiana que celebra la resurrección de Jesús ya convertido en el Cristo, el Ungido, el Mesías, lo que supuso para la sociedad del momento, un cambio religioso de las fiesta paganas. Y también una mezcla de conceptos enredados entre tradiciones y culturas. El motivo fue la sustitución de rituales romanos por rituales cristianos y de deidades imperiales específicas, como los patronazgos, por santos encargados de hacer los milagros correspondientes, mediante plegarias, oraciones, peticiones, procesiones, romerías, ofrendas  y festejos. Como lo son aún Las Fallas de València, la romería del Rocío o los Sanfermines en Pamplona, San Isidro en Madrid, o la Pandorga en Ciudad Real. Y ese cambio se extendió a todas las celebraciones de todas las culturas del imperio cristianizado por decreto, a partir del  año 313 de  la desde entonces, 'era cristiana'. Las vírgenes patronas,  de pueblos y ciudades a lo largo de todo el verano y el otoño con la vendimia y las cosechas...  Finales y principios. Principios y finales. La caducidad del tiempo y cómo celebrarla. ¿Somos conscientes de  lo que se celebra en realidad? ¿Qué origen tiene la costumbre de dar un matiz religioso y rutinario a determinadas fechas que rompen la mecánica laboral para disfrutar vacaciones? 

Seguro que nos ayudaría evolutivamente mucho más, que en la escuela, en el instituto, en la universidad o en los sermones de las iglesias, nos contasen la verdad de la trayectoria humana y no sólo "las batallitas" devotas  de un imperio religioso que sustituyó a otro. No son las religiones ni las ideologías, las que nos liberan de las ataduras, sino las que solamente las modifican, las cambian de traje, como su propio nombre indica, nos religan, nos atan doblemente, al presente y al pasado para obtener el mismo futuro, porque están centradas en el exterior de los rituales y no han descubierto aun la esencia integradora práctica y liberadora del Espíritu, al que solo cambian de nombre según la época y los hábitos sociales.  Precisamente Jesús de Nazaret vino a redimirnos de esas ligaduras con su propio ejemplo de vida nueva, de nueva orientación, de nuevas percepciones interiores expandidas en la vida diaria y no centradas solamente en la "ritología" religiosa, que más que liberar, acomoda y acostumbra a que todo siga igual a base de ideas fijas "salvadoras", no por sus valores, sino por su fanatismo  e incapacidad para fluir como lo hace el Espíritu, que como Jesús nos explicó "sopla donde quiere y como quiere" y no por capricho, sino por amor y el conocimiento profundo y sano que el verdadero  amor reparte, regala , contagia y nos transforma. Todo ese proceso necesita como base el trabajo inseparable de alma-conciencia-espíritu-inteligencia=sentimientos. Lo que en el budismo llaman: el maestro del corazón. Lo que nos impide derivar en máquinas pensantes y devastadoras, capaces de viajar por el espacio de inventar internet y la fisión atómica en vez de la fusión con el resultado de las bombas nucleares, pero sin saber ni descubrir ni experimentar lo más fundamental: quiénes somos y para qué estamos aquí.

Los mesopotámicos, los egipcios, los hindúes, los griegos, los romanos, los hebreos, los budistas, los musulmanes, los cristianos, los africanos, los indígenas americanos, los sintoístas...Todos buscando la forma de dar un sentido más agradable a la vida, acompañado de explicaciones tradicionales para dar sentido y "divinizar" la rutina con lo sagrado, eso que no se entiende por sí mismo, a lo que se llama "misterio", pero que está ahí y hay que controlarlo y aprovecharlo para sacar jugo a lo que de otra manera no lo tendría. Todo ello acaba en un mogollón festivo, de lo que no se conoce ni se entiende el sentido ni el por qué, y así  se convierte en rutina jaranera o llorosa, devota e intocable, y también en directriz imperialista con matices pedagógicos, con el fin de que nunca dejemos de ser rebaños obedientes pastoreados por "dios", en formatos diversos. Según culturas y religiones. Y en efecto, religar, atar dos veces para que nadie se escape es una fórmula que a lo largo de los siglos ha dado un resultado domesticador que ahí sigue, haciendo de las suyas. ¿Tiene sentido que los ateos vayan como turistas a las procesiones para hacerse fotos o se vayan de vacaciones a Las Vegas, para celebrar la tortura y crucifixión de alguien del que no tienen el menor interés por saber si existió de verdad o es un mito? Al sistema devoto eso le da igual. Lo importante es regodearse una vez al año con el tormento terrible que les proporcionó la salvación que les han contado, por si luego resulta que ir al cielo necesita pasaporte y un certificado de pertenencia bautismal, cuando ni siquiera se puede elegir entre bautizarse o no. Menudo pifostio. Eso, sí, muy mucho devoto. Da lo mismo que se viva al revés de cómo Jesús de Nazaret aconsejaba, de cómo él mismo vivió, si precisamente vivir así le costó una crucifixión espantosa. El caso es que el mercadillo del templo no decaiga y toda la santidad se pueda encontrar a disposición del consumo habitual. 

Si de verdad fuésemos medianamente lúcidos jamás celebraríamos esta barbaridad, jamás adoraríamos la cruz y la tortura, los azotes, el abandono, la cruz a cuestas, el dolor y la crueldad, el sadismo y el masoquismo y mucho menos agradeceríamos que para salvarnos "dios" quisiera algo así para su hijo, o sea, para sí mismo también, puesto que según el cristianismo, Padre, Hijo y Espíritu son una misma realidad. Si es tan todo poderoso y lo puede todo, ¿cómo ha creado una especie como ésta, a la que no sabe como educar ni orientar y por la que solo pretende ser adorado en los altares y templos lujosísimos y con eso ya está todo hecho aunque todo siga igual? Si "dios" quisiera algo así, que el dolor, el sufrimiento y la muerte fuesen la entrada para ir al cielo, ¿qué sentido tendrían los milagros que hizo Jesús curando enfermos y resucitando muertos, si la enfermedad es un chollo para ser santos y la muerte es la única forma que tienen los santos para llegar a su destino celestial? 

La prueba de que no se han enterado de lo que hacen ni de lo que hay, es que los mismos que adoran esos relatos, montan los festejos, encienden cirios, van a las misas solemnes, se encapuchan y desfilan, al mismo tiempo que montan guerras para vender armamento, se forran, especulan, encarecen, mienten y empobrecen a los más débiles, violan niños, maltratan mujeres, se corrompen en cargos políticos y usan el evangelio como papel higiénico. Eso sí, con las religiones y sus prebostes se llevan de maravilla.  Y no se pierden conciertos como El Mesías de Heandel o La Pasión Según San Mateo de Bach. 

Curiosamente nunca hablan del Apocalipsis aunque lo tengan delante y están/estamos sumergidos en su realidad innegable, que no perciben porque a ellos lo que les mola  a lo grande es "la ilusión". Les suena a fin del mundo, a finiquito total, a catástrofe y castigo de "dios". No han entendido que la catástrofe y el fin del mundo sólo es el resultado de sus ocurrencias y que precisamente el Apocalipsis es la revelación atemporal, el video profético de que esa locura  puede tener arreglo si cambian las entendederas deficientes voluntarias por unas normalitas y sanas. Y que lo que llaman "dios" también  vive en su interior y en todo lo que ES. Por eso no manipula ni obliga a que le adoren, no lo necesita. Que no hace excepciones ni elige pueblos ni  individuos. Que sencillamente es la luz y la energía infinitas que se reparte en la vida, que integra materia y energía, que no "puede todo" en el modo en que los mitos y cuentos "sagrados" se lo imaginan y lo dicen. No necesita poder ni mangonear, sobre todo, porque TODO ya es ELELLAELLO. Un océano de amor e integración sin límites, que no tiene playas ni costas, que fluye y al mismo tiempo permanece y en el que todos y todas somos goticas de la misma agua. Por eso, como experimentan los sufis, vivir en ELELLAELLO, es una danza constante e infinita. Y en la medida que esa experiencia se vive y se comparte, se produce la verdadera conversión, que no consiste en cambiar de ideas acerca de "dios" ni de ritos y mantras, sino en descubrir que "eso" es nuestra sustancia, en la que transmutar es lo normal. Y en ese cambio constante la luz actúa y nos convierte en luz, la gracia se expande y nos convierte en gracia, el amor crea y comparte y nos convierte en amor, sin elegirnos, sin preferirnos, sin premiar ni castigar, sencillamente, integrándonos conscientemente en un gozo sin motivos materiales, en una conexión sin cables ni Gs. Y ahí se construye  la Nueva Ciudad, la Nueva Tierra, el Nuevo Cielo, la Nueva Especie, aquí mismo, sin tener que escapar ni morir para experimentarlo. 

Entonces descubrimos que todos los días son navidad, que todas las semanas son santas, todos los domingos son de ramos y resurrección, que los jueves santos son la comida de cada día, los viernes son luz nueva que ilumina muertes y sepulcros que no contienen nada más que relatos añejos y enfermos, llenos de miedo, lamentos  y dolor sin compasión, en los que remarcando la muerte de Jesús como castigo a su "revolución", los imperios y sus prostitutas apegadas al teatro religioso, desde el inconsciente colectivo, nos inducen a no ser 'revolucionarios' como él lo fue, para evitar ser crucificados socialmente si cambiamos nosotros y el mundo va cambiando en nuestro entorno. 

Así acaban por consumirse los imperios que solo buscan el poder y el dominar, y comienza un nuevo modo de entender la vida, donde nadie muere, solo cambia de traje y de plano, mientras es acogido y abrazado en la Casa Infinita en la que ya vivimos sin saberlo. La resurrección consiste en darse cuenta de ello. Y disfrutarlo sin parar, en cada situación, por chunga que se presente, está en pleno la Nueva Vida, sin que nadie ni nada lo pueda impedir, ni siquiera nosotr@s, que una vez dad@s la vuelta sin forzar nada, como un calcetín bendito, nunca volveremos a lo viejo, a lo caducado, está claro que a los 70 años no se puede volver a ser físicamente un bebé de dos meses. Aunque, paradójicamente, en conciencia, alma, espíritu y energía, estemos naciendo constantemente. 

Para crucificados ya tenemos al lado a los olvidados, a los ahogados en el Mediterráneo huyendo de la pobreza, de la enfermedad y la guerra. A los desahuciados y sin techo, a l@s maltratad@s y a los explotados, a los mendigos, a los emigrantes y refugiados, a los enfermos sin atención médica. Mejor gastar en ell@s lo que derrochamos en tanto teatro procesional y olvido de los porqués. 

Todos los días son Navidad y todas las Semanas son Santas cuando se acaba el apagón porque la luz que no juzga y ama, acoge y nunca deslumbra, lo llena todo. Cuando la fuente mana sin parar la sed agotadora del vacío desaparece para siempre. 

                  Fondos de pantalla : luz de sol, paisaje, comida, puesta de sol ... 


No hay comentarios: