lunes, 11 de abril de 2011

Devoradores de imágines

En este tiempo nuestro se ha extendido una bulimia gráfica, un canibalismo de imágines horrendas, desagradables al cien por cien. Ya no se trata de lo que uno elige para ver o no ver. Ya se trata de que te obligan a mirar lo que no quieres porque te llega en un video a tu página Facebook o Twitter, un video cuyo contenido no conoces hasta que lo ves. A tu correo electrónico, a tu pantalla televisiva, aunque no lo elijas. Al inocuo blog que acostumbras a visitar, porque su tema es la fotografía. Te asalta a traición como un bandido emboscado en la oscuridad de las esquinas del Media-barrio, plateado por la luna de la confusión, de la locura inútil. De la gilipollez como meta existencial.

El asalto al buen gusto, la invasión de unos bárbaros marchitos,camuflados de seres amables y sonrientes, hasta humanitarios, hasta comprometidos con la evolución, que hablan y predican contra la violencia, contra el abuso, y hasta a favor de la cultura y de la belleza(?) ¿No es un abuso acaso recibir en tu ciberespacio estas marranadas, estas obscenidades declaradamente monstruosas, reconstrucciones virtuales, tantas veces falsas, por el gusto de medir la propia pericia engañadora, de retarse entre clanes a ver cuál de ellos tiene más finura para la suplantación y la mentira profesional? El imperio del bulo. El reino del cinismo sin sentido alguno. La mediocrerragia invasora de espacios que no le pertenecen, en los que no tiene sitio. Si no podemos invadir nada que valga la pena, invadamos al menos el campo visual, que en este horror vacui de porquería no quede un sólo hueco para la sensatez, la normalidad, el buen sabor de la vida sana y fluída.

Y así vamos limitando los espacios televisivos. Los anuncios. Los programas de cine "cultural", los vídeos que presentan cualquier señal de repugnancia premonitoria. Los libros degradantes, que aprovechan la dignidad de la letra impresa para inyectar contenidos que hieden. Las canciones pringosas con tufo a alcantarilla, borrando correos indeseables cuando su estética de enmascarmiento da el menor indicio de contaminación. La invitación al vals del histrionismo, del fotoshop de la vulgaridad, de la maledicencia hecha imagen y semejanza de desidentidades turbias y manipuladoras. Así vamos cerrando el cerco de la supervivencia. Creciendo hacia adentro, diseñando jardines colgantes en el alma, casas rurales y ecológicas en las colinas del sentido común. Tal vez sea este nuevo Farenheith 2011 lo que nos impulse a cerrar para siempre los puentes levadizos del castillo interior, cuyas murallas sólo lo son respecto a la vida falsa, en cambio se convierten en caminos abiertos e infinitos en la vida verdadera. La vida verdadera o la falsa no siempre coinciden con vida visible o invisible. Es muy probable que a base de saturar este estado de overbooking de imágenes estúpidas, vacías y desagradables, consigamos, como especie, separar por fin, el trigo de la cizaña. Arrinconar la mentira en el cubo de la basura y olvidarla para siempre. Olvidarla con pasión, con todas las ganas del mundo. Con un deseo irrefrenable de perderla de vista para siempre. Para siempre. Amén!



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