martes, 19 de abril de 2011

Estamos hasta la coronilla de enfrentamientos, de falsa política. De intereses que impiden realizar y construir lo que es necesario. Los ciudadanos queremos un país en paz, que se respete a sí mismo y sepa convivir, sin grupos boicoteadores del diálogo, sin mirar con recelo, desconfianza y mala uva todo lo que no viene de uno mismo o de su entorno afín. No queremos movimientos que usan la democracia como un arma arrojadiza, para destruirla e implantar dictaduras encubiertas que no sirven a los ciudadanos, sino al dinero y a la sed insaciable de poder. Que usan las leyes para lucrarse y dejar al ciudadano desprotegido frente al abuso de todo tipo. Queremos que desaparezca la inmunidad parlamentaria, que los imputados se juzguen y se condenen si lo merecen, aunque sean jefes del estado o del gobierno. Queremos que desaparezca la "clase política" como profesión. Que se regule la permanencia en los cargos públicos. Que no se cobre jubilación por ser político sino por la profesión y la vida laboral privada. Ejemplos como el Julio Anguita, que ha renunciado a esa compensación y se ha quedado con su pensión de maestro. Queremos una ética clara y bien definida. No podemos estar eternamente pasando todo por los tribunales, porque carecemos de valores y no conocemos los límites entre lo que nos interesa y lo que es delito.
Por una sociedad consciente y despierta hay que movilizarse desde dentro de uno mismo y desde la asociación formativa, que se educa en la convivencia, la escucha y la reflexión compartida. Sin líderes ni banderas. Desde nuestra dignidad humana, que es lo que cuenta de verdad.

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