miércoles, 27 de abril de 2011

Documento muy interesante

Post escrito por J.L. Padilla. Médico y trabajador de la conciencia. Dirige y orienta el centro Tian, en Pozaomargo (Cuenca)



LLAMADA ORANTE

EL CUERPO DE LA VIDA


“El cuerpo de la vida”.
¿Cómo es el cuerpo de la vida? ¿Grande? ¿Ancho? ¿Estrecho?
¿Quiénes… participan? ¿Rocas? ¿Algas? ¿Hielos? ¿Lluvia, rocío?... ¿Tierra? ¿Fósiles? ¿Bacterias? ¿Humanos?...

¿Cómo... cómo es que están todos juntos? ¿Cómo es que han coincidido en un mismo lugar? Porque podría ser que los mosquitos –por ejemplo-, habitaran en Júpiter; las tortugas, en Saturno; los marsupiales, en Edimburgo… Y cada uno tuviera su espacio vital… Y podríamos delimitar claramente cómo es el cuerpo de vida de cada especie.
¡Pero resulta que no! Que la lagartija transita entre mosquitos y arañas, mientras el hombre duerme cerca comiéndose una manzana. Es una mezcla –¿verdad?-; un –como dirían los cuánticos- un enredo… ¡extraordinario!
El cuerpo de vida no podríamos… “topografizarlo” –es decir, hacer una imagen de cómo es-, igual que podemos hacer la imagen de un pajarillo, de un ciempiés o de una golondrina. ¡Ya!, pero… eso es “una expresión” del cuerpo de la vida.
Todo junto –como está, porque se necesitan unos a otros-, ¿qué forma tendría?
Se podría hacer un concurso. ¡Si!: “Dibujen una imagen de cómo creen ustedes que sería la expresión, la forma, la imagen de… el cuerpo de la vida; obviamente, incluyendo todos los elementos que hasta ahora –hasta ahora- sabemos que participan”.

¡Claro! Evidentemente, puede contemplarse con… una escala de microscopia electrónica, una escala de visión normal –o de luz visible-, o se puede contemplar bajo la óptica de los infrarrojos….

¡Sí! Indudablemente, van a salir imágenes distintas. Cuando hacemos una fotografía a una persona, y fotografiamos su cabeza, ¡no se ven las neuronas!… ni los chismes de los neurotransmisores. ¡No!, no se ven.
Pero… podemos imaginarlo e intuirlo. ¡Y para eso está el arte abstracto, el realismo, el surrealismo, el ultrarrealismo!… –por centrarlo en una imagen-. ¡Inténtenlo!

Lo más sorprendente del cuerpo de la vida –visto desde la óptica orante- es: ¿cómo es que se ha convocado a tanta gente aquí? ¡Es que es verdad!, ¿eh? ¡Tanta gente!... Entiéndase por “gente”, entidades vivas y… ¡tantos! elementos que no llamamos vida, pero que son absolutamente imprescindibles para que se pueda dar el fenómeno –como el agua… como la tierra-…
En un primer momento, podríamos decir que… –¡bueno!- fue… la casualidad, o el azar, o la necesidad, pero, ¡¿tanta gente?!... ¿Hacía falta tanta gente para que existiera una gente!?
¡Ah, sí! Porque… es importante saber –desde el sentido orante- que, para que exista “una” gente –un–a-gente de la CIA, o de lo que sea-, ¡”una” gente! –vamos a llamarlo así para garantizar el anonimato, aunque todos sabemos a quién nos estamos refiriendo-… para que exista “una” gente, hace falta que existan… miles de millones de “gente”.
-¡Cómo va a ser?...
-¡Ésa es una buena pregunta! Pero ¡es cierto! Es decir, usted, o tú, podéis pertenecer al mundo de los vivos ¡porque!… existen previamente incontables trillones, quintillones, centillones de factores… que están CON-viviendo, CO-laborando, COM-partiendo, CON-siguiendo... CON-jugando...
O sea que ¡no sólo fueron tu papi y tu mami!… los que gestaron. ¡No! Ése es un punto cercano… –como el que decíamos de la fotografía de la cabeza- pero, realmente, lo que hay dentro es… de una imagen y de una complejidad que no podríamos imaginar.
-¡Ajá!

¿Cómo se verá…? –puede parecer una pregunta inútil, pero… ¡a lo mejor la necesitan!-. ¿Cómo se verá la vida –el cuerpo de vida- desde la perspectiva de un rinoceronte? ¿Qué existe para un rinoceronte? ¿Existe Massachusetts, para él? ¿Existe la hormiga?... ¡Ah! ¿Y cómo será la vida desde la óptica… desde un hormiguero? ¿Sólo existe el hormiguero?

Y bien se dice, al hacer esta pregunta; porque, cuando el ser humano se pregunta: “Bueno, y esto de la vida, ¿cómo, cómo es el cuerpo…?, ¿cómo es la configuración de la vida?”, lo vemos bajo nuestra óptica, y tenemos en cuenta determinados factores; y, obviamente, no llegamos a abarcarlos todos –sobre todo, las interacciones que pueden tener unos sobre otros; unos con otros; unos en… potencias con otros-.

La resultante de los infinitos elementos que participan para crear el cuerpo de vida, de momento está por dibujar y está por ver, pero es bastante… inimaginable.

Pero... ¡no nos preocupemos por ello ahora! Lo que nos llama la atención, orando, es que, en cada configuración –desde un alga hasta una libélula- hay una conexión; hay… un conocimiento mutuo. Se podría decir –en una frase- que “Todos están en uno, y uno está en todos”.
-Todos están… en uno, y uno está… en todos. ¡Es lo mismo!
-No.
-¡Es igual!
-Parece. Pero no.
-Espera. A ver…?
-“Todos están en uno”. O sea, dentro de uno –o fuera, o a la derecha, o la izquierda-. O sea que, “en mí”, están… todos. ¡Todos son todos!: protozoarios, algas, venenos, rocas, ciénagas, arenas movedizas...
-¡Ya!
-Puede ser más o menos fácil de entender.
-¿Y… y en todos estoy yo, también?
-¡Sí!... ¡sí! Cada uno de los demás –el alga, la libélula, el ciempiés y la jirafa- tienen algo... Más que “algo”, usted está dentro de ellos, también.
O sea que, si ellos quieren llamarme, así… De repente, les da por concentrarse, y dicen: “¡Antonio!” …
¡Vaya susto! –¿no?- que una jirafa… Estés por África en un safari, y una jirafa se vuelva y te diga: “¡Antonio!”… ¡Jo! Pues menos mal que ya están preparados… y ya pueden decir: “¡Claro! Es que yo estoy en la jirafa, y… ¡ha deparado en mí!
Pero el susto no te lo quita nadie, porque tú crees que… Como son tan altas, ¡pues no sabes de dónde viene!
-Bueno, pero esto… ¿esto es una especulación, o es una posibilidad; una hipótesis?
-¡No, no! Esto es… “así”.
-¡Ah!
-¡Sí! Es decir que… ¡verá!, ¡verá! ¿Cómo le diría yo? ¡Verá!, ¡sí!: “Todos” parece que conocen el código genético, ¿no? –parece-; ¡como está de moda!, pues… ¡igual que todos saben quién es John Lennon! –famoso futbolista del Liverpool-. Luego lo echaron, por “cantante”…
¡Bueno! Pues si cogemos una fracción –más o menos interesante- de ese código genético, ¿verdad? –una fracción, ¡un trozo, vamos!, ¡un “cacho”!; vamos a ponerlo lo más fácil posible, ¿no?- y ese “cacho” lo ponemos en un espacio donde haya alimento, donde las condiciones sean favorables –de presión, temperatura-… y lo estimulamos para que… se anime…
-¿Se anime?
-¡Sí!, se anime.
-¡Ah!, sí. ¿Qué?...
-Pues puede salir… una rana. “Croac-croac”. “La rana” –que nadie se dé por aludido- “la rana Gustavo”, por ejemplo. ¡Es que es una famosa rana! No existe la rana “Clotilde”. Es “la rana Gustavo”. Debería ser “el rano Gustavo”, pero como las ranas son transexuales –o lo que sea, ¿verdad?- pues transitan por el sexo sin deparar mucho en… ¡tonterías!
-¿Pero eso es verdad?
-Totalmente cierto.
Para que se entienda mejor todavía: pues, a la hora de ver nuestro… –¡el nuestro!- código genético, pues hay trocitos que dices:
-¡Mira! De aquí puedo sacar un virus. Y de este trozo puedo sacar una bacteria; la cual, en un día, me puede hacer 300 millones de copias…
-¡Guau!... ¿Y todo eso está…? Entonces, sí es cierto que “todos están en mí, y yo estoy en todos”…
-¡Exacto! Más o menos así se puede ver.

¡Verán! “One example”, ¿no?: se coge una célula de la piel –de ésas… de esos millones de células muertas, ¡asquerosas!, que tenemos que hacer “pielin” o “pelin” para que no nos pesen tanto-.
¡Bueno! Pues cogemos una célula de la piel, ¿verdad? –una célula madura, una célula ya honesta y honrada, que haya soportado potingues, cremas, maquillajes, sol… y “roces”-. ¡Bien! Y entonces le hacemos una… lo que se llamaría esotéricamente “una regresión”; o sea, la reprogramamos… –¡si es que es que hay que estar a todo, hay que estar a todo!-… Le hacemos una regresión, la reprogramamos, y la convertimos en una célula pluripotencial –o sea: que tiene la potencia para convertirse ¡en lo que quiera!-. ¡Cha-chán!...
La ponemos en una matriz, es decir, en una estructura –por ejemplo- de carácter… neuronal. Es como decir: “Bueno, cogemos la estructura, la metemos en una porqueriza, y nos salen puerquitos”. ¿Vale? Y si la metemos en una jaula, salen ¡pajaritos! Y si…”
Pues es lo mismo. ¡Así de simple! Y “¡rá-ca-ta-tún ras-ca-yún!”, ¡visto y no visto!, la célula empieza a reproducirse, y empieza a formar… “neurona”.
¡Guau!...
Pues miren ustedes: un experimento científico que acaban de descubrir, es que han cogido células de la piel de varios pacientes esquizofrénicos, y las han puesto “en remojo”... para que formen neuronas. Y han creado un tejido neuronal… ¡más confuso que la leche! ¡Oye, que la leche es confusa!... Pues esto… ¡más confuso! Y han visto, han visto… –¡manda carallo!, ¿eh?-... han visto que, comparado con un tejido neuronal de alguien que no tenga esa forma de ver la vida –¿verdad?-… ¡pues es muy distinto! Hasta –¡incluso!- se han atrevido a decir que ¡seiscientos! –“seiscientos”: ¡hala!, como “los cien mil hijos de San Luis”-, ¡seiscientos genes participan en ese caos perfecto! ¡Y le han hecho fotos y todo! ¡Más bonito!…
Y han visto que la comunicación entre una célula y otra se ve… ¡de otra manera! Y que se comunican peor–eso está por ver-; que si con dificultad, con inconveniencia…
¡Fíjense! ¡De una parte de nada…!

Cuando –siguiendo con la genética un momentito-… Si cogemos el gen “pluri-toti-potencial” de un ratón, o de un ser humano, y nos lo prestamos…
¡Bueno!, una vez que se presta, ya no… Es como decir: “Préstame un cigarro”, ¿no? O sea, ya no; ya no te lo puedo devolver, porque, capturar el humo… y recomponerlo otra vez… –¡jo!- ¡es mucho trabajo!, ¿eh? ¡Mucho!
Pues resulta que, cuando se hace eso, se asimila “perfecta-mente”, sin ningún problema. Se incorpora. Porque resulta que –como saben- “cuatro lobitos tiene la loba”.Es decir: adenina, timina, citosina, guanina… y por ahí aparece el uracilo de vez en cuando, ¡y ya está! “¡C’est tout!” –¡es todo!-…
“¡Eso es todo, eso es todo, eso es todo, amigos! ¡Pa-pa-pá, pa-pa-pá…!”
-O sea, entonces –por ejemplo-, si yo me pongo de acuerdo, y me concentro, me concentro, me concentro, me concentro… mucho, mucho, mucho, mucho, mucho, mucho, mucho… –en mi código genético- mucho, mucho, mucho, mucho, mucho, mucho… ¿me puede salir una gardenia por una oreja?
-Sí.
-¡Ostia, macho! ¡Qué fuerte! Y puedo cantar: “Dos gardenias para ti, con ellas quiero decir: te quiero…” O sea que… ¿tenemos la posibilidad genética de ser cantantes?
-¡Sí!…

Lo que nos ¡conmueve!… orantemente, en esta dimensión, es que todas las posibilidades, todas las opciones de conformar “vida”, y todos los elementos que participan, tiene un… un saber estar; un saber combinarse; un saber encontrarse.
¡Fíjense! Si no fuera por la “inteligensia” del Hidrógeno y del Oxígeno, ¡no tendríamos agua! ¡Estaríamos secos!
En cambio, debido a su “inteligensia”… y su atracción fatal…
¡Bueno!, lo de “fatal” es para… para darle un sentido ¡dramático!, ¡eh! Para que tenga… ¡un destino! Pero, como se han “dao” cuenta, son tres: “H”, dos, “O”…
Estas afinidades, ¿de dónde vienen? ¿Por qué… por qué las tienen? Esa inteligencia en… los electrones, en los protones… ¡o como se quieran llamar!…
¡Porque nadie los ha visto!, sino que… ¡se supone que son así, o asao!, por los efectos que –merced al sometimiento de determinadas condiciones de experimentación- se observan; lo cual puede significar que es absolutamente falso.
-¡Guau! ¿¡Cómo!? ¡A ver, repita!
-¡Sí! Que si yo someto –bajo un instrumental experimental, con una tecnología determinada- a observación, a un componente –el que sea, ¿verdad?-, puede ser que toda la tecnología que empleo para verlo me haga ver… lo que no es.
-¡Oooh!... ¡Ya!
-Y pueda mantener una verdad científica diciendo que “esto es así, esto es así, esto es así”, hasta que aparezca otra forma de ver, que me diga: “¡No es así! ¡No es así! Es… asao”.

Lo tienen claro en el ejemplo… ¡Bueno!, “el ejemplo”… “la demostración” que nos ha hecho ese satélite europeo que ha estado fisgoneando en la forma de la Tierra, y que… resulta que no es redonda; que es como una patata.
¡Sí! O sea, presionada por aquí, achatada por allá… Un poco “deforme”. O sea, no tiene forma así, tan… “tan así”. ¡No! ¡De momento! Veremos, con otros métodos de observación, qué es lo que se aprecia.
Pero volvamos al sorprendente y… y “merveilleux” –que dirían los franceses; ¡es que suena mejor en francés!- fenómeno de la inteligencia de los elementos –vamos a llamarlo “elementos”-.
¿Cómo saben…? ¿Cómo…? ¿Por qué… por qué un azúcar se mete ahí, con el fósforo, entre la adenina, la timina, citosina, guanina…? –y, sin ellas, no es posible-. ¿¡Qué hace el azúcar ahí!?
-¿¡Por qué!? ¿¡Por qué, en vez de un azúcar, no es un ácido sulfúrico –que estaría más de acuerdo con el comportamiento humano-? ¿Significa que, por tener un azúcar… somos dulces…, pero no sabemos edulcorar? ¿Será que nuestro azucarero no está bien puesto?
¿Y con el fósforo? ¿Qué hacemos con el fósforo?
-¡Hombre!, ¡más bonito que el fósforo!… Coges una cerilla, y hace fuego y todo.
-O sea ¡que en cualquier momento nos podemos “volatilizar”?... ¡Fffsiu!
-¡Sí! ¡Y eso ocurre!, ¿eh? ¡Poco!, ¿eh? Poco, porque ¡vaya susto!, ¿eh? ¡Vaya susto! Estás con la María echando un baile y, de repente, se convierte en un charquito. ¡Imagínate!... ¿Qué le vas a decir tú luego a los padres?: “Mire, pues… ¡se ha colapsao! ¡Qué quiere que le diga! Le ha impresionado mi belleza y…” –¡Por Dios!-
-O sea, ¿esto significa que tenemos cerillas dentro?
-Sí, sí. Para entendernos; para saber profundamente y sencillamente: estamos hechos de cerillas, azúcar y… cuatro asquerosidades más. ¡Y ya!
-¡Ah!

¡Ahhhh!... Por eso, a veces, nos ponemos ¡tan calientes!…
-¡A qué se refiere?
-¡Bueno!, ¡eso!: que a veces… te pones muy caliente.
-¡Ya!...
-¡Y por eso a veces somos tan dulces!
-¡Sí!... Las menos.

Esa inteligencia –vamos a llamarle así- de los diferentes elementos –¡los que sean!- es sorprendente. Es… Dios. ¡Vamos a ponerle ese nombre!, de momento, para… ¡para entendernos! Porque, cuando contemplamos ese cuerpo de vida, para que todos esos elementos se confluyan, y coincidan y se… precipiten en un lugar –como éste- del Universo, no nos queda más remedio que creer. ¡Y creer en que alguien que… que no está a nuestro alcance, sabe lo que ocurre y conoce el diseño.
¡Guau!
Y, en consecuencia, ¡está en nosotros!, porque formamos parte de ese diseño. Entonces, hasta podríamos decir que: “Creer es inevitable”.
Y, en la medida en que creo –¡en todo, claro!-, en esa medida me voy contagiando de ese diseño; me voy contagiando y me voy conectando con la potencialidad que… que ha precipitado elementos y circunstancias para que, en este lugar del Universo, se dé –hasta donde sabemos ahora- se dé… este cuerpo de vida.
Creer; que, para el caso, es ¡crear!; que, para el caso, es ¡crecer!...

Todo en mí, y yo en todo, por la inspiración de creer… de crear… de crecer…
Y sigue, y sigue… y… ssssigue…

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