domingo, 17 de abril de 2011

La casa por los cimientos, no por el tejado

Rajoy pide que España vuelva a ser "respetada"


Este titular habla por sí mismo. Ni siquiera me he molestado en transcribir la noticia completa, porque la noticia es el propio titular en sí. Sin más. Contrafraseando a Saramago podríamos decir que es el "Elogio a la ceguera". Una se pregunta por qué cuando el PP "oficial" escupe -porque realmente muy pocas veces habla- no es capaz de comunicar nada más que absurdos repetitivos, tópicos e inoperantes, de su catecismo aprendido de memoria, que sólo confirman su incapacidad para entenderse a sí mismo. Y a una que le encantaría vivir en un país donde los "poderes" públicos fuesen responsabilidades transparentes públicas y privadas, a una le da la sensación de habitar en un Liliput ridículo, en una vieja cárcel clonada del pasado, donde el reo es la sensatez y la insensata mediocridad, el carcelero.

No me gusta lo que ha hecho el gobierno en estos tres últimos años, tampoco soy ni he sido nunca socialista ni pepera, pero ya no se trata de lo que se hace, sino de como se hace. Desde donde se actúa. Y desde luego, prefiero un gobierno que se equivoque a veces y luego rectifique, prefiero un presidente que peque de ingénuo, antes que un gobierno regentado por máquinas, por grabadoras repetitivas, incapaces de "equivocarse" ni de reconocer un error, ni de dimitir cuando se es imputado en un caso de corrupción, porque ni siquera se ha alcanzado el nivel necesario de inteligencia para distinguir error de acierto, no sólo en las opiniones, sino lo que es peor, en el modo de actuar.
Cada vez que intento escuchar un discurso de uno de estos especímenes, mediocres hasta la bandera, termino por apagar el receptor sea radio o pantalla. No es porque no me guste su ideología, es por vergüenza ajena, es porque me indigna y me entristece más de lo soportable, comprobar cómo nuestra sociedad está en un proceso terrible de regresión y desmigamiento. Como aquello que habíamos creído ya pasado remoto, no sólo no pasó, es que ocupa una peligrosa franja del presente. Y lo repito, no es la ideología, es el vacío ético y la nada insensata de los papagallos repetidores, de lo animalesco ensalzado como humano. El pobre Rajoy es un robot, como Camps, como Barberá, como Fabra, como Aguirre, como Cospedal. Como Aznar. Son retratos- robot diseñados por Matrix. Cuando se es incapaz de reconocer los fallos, de pedir disculpas y mucho menos, de rectificar, estamos ante un grado considerable de sociopatía. Una enfermedad que se confunde con comportamientos normales hasta que se empiezan a ver los desastres que producen en su entorno.
La función del sociópata político es el boicot a todo lo que no viene de él mismo. Es considerar inválido e inútil todo lo que no beneficia directamente a su persona y a sus intereses. Es la nulidad en la escucha, es la chulería en mantenella y no enmedalla cuando se equivoca. Es pensar que es infalible y, con una paranoia inflacionada, ver "enemigos" en todos los que simplemente ven más cosas que él. No es cuestión de ser conservadores o no, sino de ser inteligentes o estúpidos. Ahí está el caso de Angela Merkel. Conservadora a tope hasta que la evidencia le ha demostrado que la energía nuclear es un peligro horrible. Y ha rectificado. Ha parado las centrales poco seguras y se ha negado a seguir por el camino nuclear. Ya nos gustaría que en España los conservadores tuviesen esa categoría. Al contrario, no han dicho ni mú. Y lo poco que han farfullado ha sido algo así como "no es para tanto". No es la ideología la que hace al político, sino el político el que dignifica o tira por tierra cualquier ideología.

Que un grupo político que lleva siete años impidiendo la gobernabilidad de este país, un trust tribal de amantes del dinero y del poder absoluto a costa de la difamación, de la calumnia, de la corrupción de instituciones capaz de infiltrarse hasta en los órganos más delicados e incorruptibles -hasta ahora- del Estado, de llevar a un juez al banquillo por "defectos de forma" mientras ellos se ponen las botas dinerarias y corruptas sin "defecto de fondo" alguno y con tal cinismo que hasta resulta imposible creer, que ese tipo de personajes ni siquiera tengan capacidad para relacionar lo que dicen y afirman, con lo que hacen, constituye una anomalía psíquica importantísima, igual que la incapacidad de Camps para comparecer ante la revisión de su gobierno en el parlamento valenciano. Alienados, destarifados y pusilánimes. Agresivos, venenosos y vacíos. Fuerzas enloquecidas del inconsciente humano pululando por parlamentos, senados, partidos, tribunales y cargos de i-responsabilidad.
Y no es esto lo peor. Lo peor es el estado degradado de la ciudadanía que tampoco ve nada ni dice nada hasta que le tocan el bolsillo o la seguridad de su empleo o la edad de su jubilación. Nadie dice nada cuando un corrupto es reelegido por su partido. Cuando se derrumban los techos del quirófano de un hospital recién inaugurado o se inundan los palacios operísticos chapuza en el primer estreno, o cuando se han pagado a un arquitecto 2,5 millones de euros por un proyecto que nunca se realizó y cuyo solar ahora está en venta...cuando el Corte Inglés compra la inexplicable deuda de consejerías y ayuntamientos, porque toda una comunidad está en bancarrota. Nadie se pregunta a favor de quién se gobernará si se debe hasta la camisa municipal y autonómica, se aguanta por obra y desgracia de los dineros privados, mientras los pícaros y las finanzas ilegales han vaciado la economía pública ¿Cómo se podrá legislar ni gobernar nada que pueda desfavorecer esos poderes dinerarios omnipotentes? ¿Nadie se da cuenta de que el dinero que falta en los presupuestos comunitarios es el que ha ido a parar a las empresas privadas del evento, del ladrillo, del cemento y del abuso, del gurtel endémico en ese tipo de funcionamiento dinosáurico, creador y autobeneficiario depredador del caos?
Los millones de votantes siguen la estela del flautista de Hammelin hacia el precipicio. Y sólo se mueven a base de un vocabulario grotesco, irritante y soez. Sólo se mueven por el tópico y la rabia del linchamiento. No son capaces de bajarse del barco a tiempo, de dejarlo solo y a su deriva. Porque la orquesta y el coro en el salón de baile popular, les impide escuchar el rugido del oleaje, y porque ellos mismos, atontados con el espectáculo, no son capaces de subir a cubierta y ver lo que hay : un enorme iceberg que avanza imparable contra este ridículo y prepotente titánic de pacotilla. Que según Rajoy "debe volver a ser respetado".

Lo único que nos salvará del naufragio será escapar del barco a tiempo, cuando podemos hacerlo con recursos y lanchas para todos, sin prisas de última hora. Ahora que podemos asociarnos, negarnos a colaborar con la locura, con este barco a la deriva, sin tierra que pisar, sin sentido común ni brújula ni más mapa que la deuda atroz pública y la inmoralidad enriquecedora privada. Un monstruo que se alimenta de todos, del trabajo de todos, del esfuerzo de todos y de la inconsciencia de todos. Hasta de los mismos autores del desaguisado, que tambiém pagan y pagarán su tributo en su momento.
Y no nos salvarán ni el puño y la rosa encadenados, ni la gaviota bulímica e inútil. Ni la iglesia gritona y retrógrada. Ni que la roja gane todos los mundiales de fútbol. Ni siquiera tener dinero que en estas tesituras, es pan para hoy y hambre para mañana. Sólo nos salvará y nos salva la conciencia despierta, perder el miedo, quitar la inercia y decirnos a nosotros mismos: ¡Basta!, pero en serio, con decisión. Tenemos un barrio cada uno con una asociación de vecinos, y un ayuntamiento. Pensemos en global y actuemos en local. Y vayamos creciendo como individuos porque una democracia sólo es verdadera cuando está hecha por seres responsables, conscientes y éticos. Indivíduos así jamás elegirán ideas sueltas ni glamour, sino personas capaces, gestores decentes.
Empecemos por ahí.
Y recordemos que un pais no tiene que buscar ser "respetado" por el barniz de la opinión manipulada, sino actuar y vivir de tal modo que cada uno de sus ciudadanos merezca ese respeto por su conducta, sus valores y su calidad humana.
A tal ciudadanía, a tal pueblo, tal gobierno.


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