martes, 30 de noviembre de 2010

Románticos y trasnochados

Las revelaciones del informe Wikileaks , además de confirmar lo que más o menos barrunta cada hijo de vecino medianamente despierto, han aportado la clave exacta de la fijación neocon con esta España periférica que se resistía a entrar en el club del eurocentrismo capitalicio a costa de crear miseria para todos menos para sí mismo. EEUU tampoco puede consentir que haya una chispa suelta en el Planeta que se salga de su abecedario ecuménico, que dé la nota discordante del bien común, cuando lo común es que el bien sólo sea privado, especialmente privado de ética y sobreabundado de codicia, de carencia de escrúpulos y que se deposite el progreso de los trust y holdings económicos en los paraísos fiscales de la piratería monetaria, aceptada ya con una naturalidad espeluznante. "Es lo que hay", "del sistema no se puede salir", "hay que convivir con la delincuencia económica, con las mafias internacionales, como se convive con las bacterias y los virus"...poco a poco la infiltración de esa pragmática de la legaña social, va ganando terreno. Y vamos mirando hacia la historia y vemos entre la niebla ,los huecos irrellenables de Willy Brand, de Oloff Palme, de Sandro Pertini, de Miterrand,de Gorbachov, del Papa Roncalli,o del Papa Luciani, que se van diluyendo en el gris acerado de esa estética helada como SSuecia, como Alemania, como Rusia o Polonia, Francia o Italia, como China o la Corea del Norte hundida en su miseria grandilocuente en armas y mendicante en justicia y en calidad de vida o la Corea del Sur sierva del consumismo esclavizante, que tiene la misma miseria pero camuflada por la ambición ilusa de que es libre. En este planeta la libertad no existe. Ni siqueira los mentores yankies de la democracia saben lo que significa.
Un mundo esclavo del tener y del poder, poseído por el miedo a todo, desde la enfermedad y la guerra, al desempleo, desde la carencia a la inseguridad y a la amenaza terrorista, desde la neurosis al fármaco, drogada por el dinero, los estupefacientes y el estrés, ¿puede acaso ser libre? Una sociedad que ha basado el estado del bienestar en el mucho tener, mucho acumular, mucho trepar, mucho invadir y controlar , ¿qué clase de mundo puede sostener? Simplemente, el que hay. Obra nuestra. Exclusiva. Ninguna especie ha venido a imponerla. Creación propia, como la moda de diseño. Es cierto que hay una minoría poderosa que tiene la ilusión del control del mundo porque maneja tecnologías punta que todos debemos comprar para estar al día y através de nuestra propia colaboración ser controlados y teledirigidos voluntarios. Pero también es cierto que ese poder escondido acaba por salir del escondrijo precisamente por los medios que él mismo utiliza. Ahí está este Asange con su informe Wikileaks, demostrando como todo el poderío en un momento, como pedrada de un David en la frente de un Goliat, pega el golpe y descubre el pastel. Lo más triste es que, como Primo Levi afirmaba sobre los presos de los campos nazis, esto ya no es el hombre, sino su caricatura petrificada. La alienación es tan fuerte que ha liquidado el poder de la respuesta, de la reacción. Y lo mismo que el mundo se ha acostumbrado al horror como noticia diaria, se ha acostumbrado a la indecencia como modus vivendi. Y nadie se sorprende de que haya espías, mafiosos, inrigantes, ladrones, pedófilos, abusadores y delincuentes al mando de los estados "libres y democráticos". La prueba es el mismo Asange. Que ese hombre pueda libremente acceder a los medios de comunicación sin que nada se lo impida, sólo se debe a que forma parte del mismo entramado del poder. El poder del chantaje, de la tecnología al servicio del espionaje internacional. Del basurero en el montón de inmundicia. Más de lo mismo. Al Capone contra Bonny & Clyde. Ahora el señor del anillo es él y su empresa.

Llegado el punto en que las bolsas, los mercados, los partidos, las iglesias, los países y sus instituciones son un sólo cuerpo dominado por la misma fuerza, quienes disienten de ese entramado demencial, son los anormales. Aquellos que no comparten el estilo de pensamiento y de influencia social, que se alejan del tejido nudoso de la "normalidad", donde sólo quienes llevan impresa la huella de Caín y su código de barras pueden adquirir los poderes necesarios para el "triunfo". Y ahí estamos todos inmersos. Los unos como opresores, los otros, como oprimidos.

Ante tal tesitura y después de haber leído los informes Wikileaks, tal vez sólo nos quede conservar la utopía de la inocencia como escudo protector y estar muy agradecidos y deseosos de que los EEUU lleguen a calificarnos algún día de "románticos y trasnochados". En un mundo donde ganar es morir de "éxito", ser marginales y raritos, es una verdadera gracia del cielo. El fin del tiempo lo confirmará. Y mientras, ¡qué no decaiga, quiyos!

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