martes, 9 de noviembre de 2010

El imposible encaje de bolillos del Padre Lombardi


Todo sea por Dios y su santa iglesia. Pobre Lombardi. Debe ser terrible andar con el cazamariposas de los dimesydiretes, en plan coche escoba para salidadas de tiesto y de país en país, detrás de un ancianito apostólicamente molestón. Solucionando entuertos piadoso-diplomáticos. Zurciendo desgarrones que ponen al Islam a escurrir en un encuentro centroeuropeo, haciendo festones en otro evento en que habla de la lucha entre civilizaciones en su primer viaje a Inglaterra, que en el segundo safari procesional al iunitedkindón donde debe hacer una vainica doble cuando SS mete hasta el corbejón la santa pata, rematada en esa habitual manoletina bermeja, comentando con cierta nostalgia aria que el aeropuerto de Londres parece el tercer mundo por los transeúntes tan poco rubios y jacarandosos y más bien tirando a café con leche o a aceituna de Jaén.
Ahora, al Padre Lombardi, le ha tocado hacer un encaje de bolillos almagreños.
A su superficialidad Yavalisto XVI, le empezó a patinar la sacra pinza en el avión peregrino a
Santiago. Poco antes del aterrizaje ya lanzó, para abrir boca, los primeros arcabuzazos de rigor: España se pasa de laica y es muy preocupante que haya tanto gay emparejándose entre sí. Lo dice mientras se sacude el polvo de las manoletinas magenta y comprueba que la sotana blanca esté im-pecable. Faltaría más! Luego, pasando a todo trapo por las calles, bendiciendo el vacío y las voces lejanas, enfila los aires hacia Barcelona, allí incide sobre la familia, animado por
la inauguración del templo homónimo y quizás escandalizado por la peña protestona y homosexual que se ha morreado salvajemente ante sus propios ojos.
Que lo que Dios une con amor, no lo separe su representante con homofobia y sus chinelas rojas de delicada confección artesanal a juego con la esclavina de terciopelo bermellón bordeado en suave piel blanca de armiño, como un cuadro premonitorio de Raffaello, el de Urbino.

Luego la charla con los poderes políticos, que es lo suyo. Y aguantar que Zapatero le recuerde amablemente que España, a pesar de los trabucos del PP, es laica por decisión mucho
más amplia que las huestes montaraces de Curro Jiménez. Como es muy prudente y educado se abstuvo de ponerle al corriente de que no todo el monte es orégano entre sus huestes católico hispanas, que también se cuecen habas en el lado oscuro del pantalón. Y de las faldas. Y de las
sotanas. Porque lo único que distingue a un gay católico acérrimo de otro que va por libre, es sólo la hipocresía. Y que en definitiva, antes que gay, Lucifer es mentiroso y padre de la mentira, como dice el evangelio. También pudo decirle que se ocupase de apartar pederastas de los niños y de las niñas, porque está viendo la mota en la sociedad ajena y no ve las vigas, la bóveda de crucería y el cimborrio en la propia. Y mira que canta. A coro. O quizás sí, vea todo el panorama arquitectónico del conjunto y esté mirando al cielo a ver si algún santo se lo soluciona, mientras va moviendo pederastas por el tablero infinito de ese ajedrez vergonzante de la vanidad religiosa, especialista en lamentos retroactivos y en considerar que el mal sólo es mal cuando se hace público.

Imaginamos al Padre Lombardi revisando a cada minuto el vocabulario despontificio, ya que este ancianito de aspecto frágil, no es un pontífice, sino un pontiterminator. Se carga cualquier posibilidad literal de pontificar, es decir de tender puentes. El pontifica taladrando con los ecos del Ripalda y del concilio de Trento, que para eso le han colocado en la silla del pescador, que seguramente él propio pescador habría tirado sin más al lago de Galilea. Y despistando la trayectoria del Espíritu Santo que ya ni se molesta en pasar por los cónclaves self made.
Pobre Lombardi, qué destino el suyo. Ir remendando el tejido dialéctico desgastado de una institución que se cae a cachitos, eso sí, bendecidos urbi et orbe.
Lo cierto es que daría pena si no fuese una pena en sí el resultado represivo, humillante para los sencillos y los más pobres, descorazonador para los seguidores de Jesús de Nazareth, que dentro y fuera de esa estructura dinosaúrica sufren y soportan desvaríos anacrónicos, corrupciones gravísmas y chanchullos increíbles para mayor gloria del montaje.
Darían pena si no hubiese tantos damnificados a consecuencia de esos de poderes aferrados al imperio del desguace humano. Al enamoramieto entre la catolicidad enganchada al glamour de los armiños y la bestia sanguinaria de la ambición y del lucro.

Por otra parte es muy curiosa la fijación de este papa con España y su laicismo. Por ejemplo, de Francia, de Alemania, de Bélgica o de Portugal, de Inglaterra, de Estados Unidos, no dice nada. La obsesión es con España. Yo creo que es que al Vaticano lo tenemos muy mal acostumbrado. Seguramente en los demás países no hay concordato, la igesia católica es una más de las muchas religiones y no recibe ayuda estatal y se conforma simplemente con que no la molesten y por ese temor respeta los límites que la sociedad civil tiene establecidos en la libertad de credos y cultos. Pero aquí no es así. Aquí la iglesia es un poder más potente que la política, a pesar de que católicos practicates no hay tantos como católicos culturales. Las procesiones, las romerías, los sacramentos hechos folklore, la idolatría de la tradición que pasó de Isis a Mariasantísma y de los dioses romanos al santoral católico, sin reflexión ni lógica alguna, bajo la etiqueta de un cristianismo ya devaluado por Constantino y una iglesia a media luz, se ha hecho costra social y se unido al modo de entender la vida. Las monarquías católicas, las dictaduras bajo palio, y la falta de prática democrática, han ido generando una niebla difusa que ha velado no sólo el rostro de la fe verdadera, sino el sentido honestamente laico de la dignidad y de la libertad de los hijos del hombre que Jesús de Nazareth vino a despertar, enfrentándose por ello al sistema religioso de su tiempo basado en el poder de un mundo tan injusto como obsceno.

Y es muy triste ver personas válidas para el Reino de Dios que se quedan atascadas en el barrizal del negocio del fango y de la confusión. Y que han montado allí sus palacios, sus templos, sus ritos, sus campañas políticas de desprestigio contra lo que no les cuadra. Que han olvidado la mirada y la voz del carpintero nazareno, de la inteligencia humana y divina, para convertirse en servidores del vacío, del extermnio camuflado de seguridades etnocéntricas. Mientras sacan en procesión los fetiches idolátricos y convierten en fetiche al primer ancianito estudioso de los dogmas que se elige entre la élite del fetiche. Pobre Lombardi. No sé si cuando se enamoró del Evangelio en su juventud y decidió , como jesuíta, ser compañero de Jesús, el profeta de los desposeídos, de los marginados por los poderes del mundo, ni siquiera pudo imaginar que terminaría haciendo de limpia parabrisas detrás de un despropósito inexplicable ya en tiempos de renovación. Donde el Espíritu está permitiendo que salgan a la luz los motivos del cambio de conciencia en la humanidad. Ni que se especializaría en filigranas artesanales, zurcidos rápidos, remiendos de emergencia y bordados de precisión inigualabes en las sedas desgastadas y amarillentas del lenguaje vaticano. Se está ganando el cielo.

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