martes, 9 de noviembre de 2010

El calvario saharawi y la injustica del olvido

Todas las portadas de la prensa de hoy muestran las fotos del campamento saharawi en llamas. Arrasado por el ejército marroquí y permitido por la indiferencia internacional y la pereza de las instituciones mundiales. Y también por la irresponsabilidad insolidaria de España, el país al que el pueblo saharawi está ligado por historia, lengua, cultura y proximidad humana y afectiva. No en vano fueron españoles durante mucho tiempo y siguen siendo hermanos muy queridos. A partir del año 1975 en que Marruecos con la marcha verde y aprovechando el momento de la muerte del dictador español, invadió el Sahara Occidental, apropiándose de El Aiun, la suerte desgraciada de este pueblo extraordinario, quedó echada en el saco de la injusticia y del olvido,convirtiendo en nómada forzoso a un pueblo sedentario, cultisimo y de una calidad humana extraordinaria. Condenados a errar por el desierto entre la tierra de nadie de tres países: Argelia, Marruecos y Mauritania, esta comunidad de seres dolientes se ha debido adaptar a toda inclemencia. Milagrosamente no sólo no se han embrutecido por esa crueldad xenófoba e imperialista de Marruecos, sino que han conseguido ser un ejemplo único en el mundo islámico. No han perdido su raiz espiritual, pero la han depurado. Han conseguido hacer una sociedad democrática, donde hombres y mujeres tienen idéntico valor y derechos. Asambleas para informar y decidir. Leyes justas y tolerantes. Puesta en común de los bienes que se poseen, para que no haya nadie carente de lo fundamental. Mantienen sus ceremonias sociales, su música y sus danzas. Todos estudian. Y tienen un número grandísimo de universitarios útiles para muchas cosas, desde hacer una operación quirúrgica a inventar un sistema generador de electricidad, formas de cocinar inimaginables, higiene perfecta en un medio salvaje y tantas veces de durísma naturaleza. Mujeres ingenieros informáticos. Psicólogas, matemáticas, maestras, médicos, abogadas y a la vez madres responsables y esposas , luchadoras sociales como sus maridos, padres e hijos y compañeras estupendas. Hombres a su altura en todos los sentidos, pues ellas no serían lo que son si ellos no fuesen como ellas. Diálogo y reflexión. Amor y cuidado excelente de los niños. Respeto y escucha a los ancianos, que tienen un valor que nunca se jubila. Valoran la educación al máximo. Tienen un sistema de banca común, en que se ahorra, no sabemos con cuanto esfuerzo, para pagar los estudios en España a los jóvenes que aquí son admirables en brillantez académica y responsabilidad en la convivencia. Nos dan sopa con onda a todos los europeos, que no sé si podríamos soportar ese estado de asedio y rechazo, esa forma de vida bajo mínimos en todos los sentidos menos en los valores.
Al pueblo saharawi le salvan los valores que no sólo no ha perdido sino que ha enriquecido con lo que aprende. De las dos culturas que conoce a fondo, la islámica y la europea, ha obtenido al alquimia perfecta para sobrevivir y crecer y superarse en las peores condiciones.

Ahora Marruecos, una vez más, les invade. Se apodera de El Aiun y saquea el campamento más próximo. Asociaciones españolas comprometidas con su causa les están apoyando y sus miembros también han sido maltratados y apaleados por la represión marroquí. La tentación que mueve esta barbarie es bicéfala. Por un lado, creando este problema se distrae la atención del pueblo marroquí que cada vez exije más información y más democracia, en una monarquía feudal, así que mejor crear un enemigo amenazante y distraer y unir al pueblo bajo el poder real. Y por otro lado, apoderarse de las minas de fosfatos y de la zona pesquera atlántica de las costas saharawis que es riquísima. Y por último, tal vez el matiz subliminal más potente: acabar con esa mancha oscura de libertad y democracia natural en el mapa religioso de una cultura teocrática dominada por el poder religioso unido al poder político. Los saharawis, son ante todo la anomalía escandalosa del Islam. Aunque seguramente son los musulmanes más fieles al designio humano de Allah.

El Gobierno de España tiene la obligación moral y la responsabilidad histórica de apoyar y ayudar a este pueblo, porque al abandonarles a su suerte, en 1975, en manos de la voracidad marroquí se abrió una herida hondísima en la conciencia del pueblo español. Usar y tirar son dos verbos de combinación suicida cuando se refiren a la ecología, pero cuando además se refieren a los seres humanos que un día fueron "propiedad exclusiva" de la garra política y económica, de la colonización, explotados y luego olvidados en medio del desierto, es además, un delito criminal de lesa humanidad. Un contubernio con lo más negro y maldito de este mundo: el sometimiento y el exterminio del hombre por parte de la ambición irresponsable y monstruosa. Sin conciencia y sin ética alguna. Desalmada.
Esperamos que Trinidad Giménez, la actual ministra de Asuntos Exteriores, esté a la altura de la situación y que España no se conforme con la paz de los muertos y represora de los vivos. La paz real sólo llega de la mano de la justicia y del diálogo entre iguales. Y los saharawis se merecen todo el esfuerzo diplomático y personal. Un viaje de Zapatero a El Aiun acompañado del secretario general de la ONU. Por ejemplo.

No hay comentarios: