domingo, 27 de febrero de 2022

Ucrania, Rusia y el mundo entero somos tod@s

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 Hay un significado profundo en los grandes peligros del siglo XXI: la verificación de la fragilidad del género humano y la urgencia de sentirnos fraternidad universal por encima de todo; esa fraternidad implica la búsqueda conjunta y la materialización de soluciones que no dañen a nadie, pero que tampoco se vuelquen en preferencias ideológicas y emocionales, o de nacionalidades y estratos sociales, afinidades e intereses de grupo de cualquier tipo. 

En el caso de Ucrania y de Rusia que ahora tenemos delante, desde luego la masacre de una guerra es una hecatombe sin más, nunca una solución. Lo primero es la ayuda directa, crear canales seguros de evacuación y centros de acogida y atención inmediata a las víctimas y a los refugiados. Digamos que esa es la UCI social urgentísima. La primera e inaplazable medida.

Pero mientras actuamos en ese servicio de urgencias, en paralelo, tenemos también la constante inclinación y necesidad de reflexionar y discernir desde qué plano estamos trabajando en la escalada o en desescalada, si manejamos bien las cuerdas que sujetan a cada un@, si sabemos en qué dirección hay que enfocar y orientar el viaje, si hay que subir o bajar, hacia qué lado girar, en qué saliente colocamos los pies para no despeñarnos con los heridos que estamos rescatando.  Es inevitable e imprescindible que no seamos máquinas semovientes, sino  desarrollar conciencia que nos conecte el dentro y el fuera, lo grande y lo pequeño, lo de arriba y lo de abajo, lo abundante y lo escaso, el problema y la solución. Por eso la inteligencia y la luz del discernimiento son tan fundamentales como lo que estamos haciendo e intentando solucionar. No podemos intentar cortar una pandemia de violencia, como es la guerra de Ucrania, si al mismo tiempo cultivamos y propgamos el virus de la violencia "justa", del odio, del miedo  y lo "normalizamos", y así lo extendemos en vez de dejarlo K.O. aislado, sin lugar ni momento para el contagio, hasta que se extinga. No es cosa de "combatirlo", sino de impedirle que actúe en nosotros; esa es la única paz que impide la guerra verdaderamente. Para eso es necesario que conozcamos de donde viene el origen del cataclismo y que no nos pongamos a tiro emocional de su ataque y salpicaduras. 

La acción no es única, sino diversa, y debe aplicarse a diversos niveles, porque la violencia es un proceso letal que tiene un origen, unas causas y unas consecuencias, que van a depender de cómo gestionemos la enfermedad, la alteración o la catástrofe. 

La guerra, especialmente, es distinta porque no depende de la naturaleza ni del clima ni de la alimentación ni de la mala higiene, sino de la voluntad y las decisiones de los seres humanos en proceso deshumanizador exponencial e incapaces de poner freno a su propia torpeza, egopatías y ceguera voluntaria, es el estallido patológico, implosivo y agudo de una enfermedad social, económica, geopolítica e ideológica, muy contagiosa y "normalizada" que no se detectó ni se curó antes de generalizarse en el organismo de la humanidad. Por eso es imprescindible que dispongamos de recursos, no solo materiales y defensivos o atacantes e invasivos -que se usan como defensas falsas, porque al mismo tiempo debilitan, hieren, matan, agotan y arruinan, todos pierden vidas, salud, equilibrio y recursos-. Se trata de recursos psicoemocionales, no comercializables, que traemos de casa, de origen cósmico, con los que conectamos en nuestras primeras respiraciones la nacer, que poco poco se van manifestando, que se pueden acrecentar o reprimir, -para eso está el modo de vida, la educación y el  despertar de nuestras almas y conciencias, que permiten armonizar nuestras propias reacciones sin dejarnos arrastrar por la violencia, la mentira y los bajos instintos, que nos permiten distinguir la necesidad verdadera del bien común del riesgo del montaje de intereses espurios y manipuladores, por el contrario, está la opción de no ver ese caudal e ignorarlo porque no se nota, ni se puede exhibir para fardar y presumir. Justo, es tan ligero y pesa tan poco y libera tanto que quien lo descubre ya no necesita aditivos ni añadidos para parecer mejor de lo que es, porque simplemente aprende de sus propias meteduras de pata y hasta agradece sus errores inocuos para crecer por dentro y librarse del peso agotador de la vanidad y la soberbia, dos elementas pesadísimas de mucho cuidado.

En nuestra civilización de 'aquí te pillo y aquí te exprimo si sales rentable y si no, te tiro a la basura sin pensarlo dos veces', contamos con  el agravante de que la guerra y el material bélico son un filón para las ganancias de empresas y estados filoempresariales, porque, para más inri, "dan trabajo y crean empleo", para desgracia de toda la especie humana. ¿Por qué se olvida, por ejemplo, que la España Vaciada con la atención y buena gestión de un estado inteligente, puede dar incluso más sanos y mejores empleos que las fábricas de armamento? 

Sigamos descubriendo más caras del mismo cubo de 'Turbick': el conflicto, las crisis y las pandemias, inexplicablemente, en vez de hacernos más solidarios y generosos, encarecen inmediatamente todo , ponen el consumo de lo necesario por las nubes, y haciendo que  la economía se desplome inmediatamente a las pocas horas de haberse producido o comenzado el desastre. No ha dado tiempo a comprobar los efectos, al contrario, los efectos se convierten en causas de un modo instantáneo. Putin dice que va a atacar Ucrania y en un par de horas las bolsas se han ido a pique. ¿No es un modo de entronizar a Putin y de concederle un poder que no tiene, sin siquiera saber cómo va a resultar el ataque? 

Creer que las soluciones solo son materiales es equivocarse de medio a medio. Toda solución que lo sea de verdad no nace de arrebatos impulsivos e improvisaciones del momento, sino de la reflexión y la lucidez aplicadas a la realidad funcional. Es más, cuanto más violento y agresivo es el ataque más calma, serenidad e inteligencia necesita la respuesta. 

En el caso de la putinada actual, paralelamente al socorro, rescate y ayuda a los ucranianos, no necesitamos vendettas añadidas como demostración de poderío otánico, moralmente a la misma altura maligna y estúpida del ataque, como lo es bloquear la economía del pueblo ruso para joder a Putin y pararlo en seco sin que nada cambie en su entorno ni le haga reflexionar y cambiar de actitudes, porque aunque se consiguiera pararle ahora, podría repetir la jugada en cualquier momento y en cualquier lugar, si no hay suficiente inteligencia y propuestas que le hagan valorar las ventajas de la  paz y el acuerdo por encima de la guerra salvaje. Qué genial sería para este mundo disponer de la presencia de varias Yolandas Díaz, de Albertos Garzón o Manuelas Carmena, por ejemplo, para dialogar con gente como Putin.

Para comenzar, una iniciativa  terapéutica muy apañada, justa y acertada por parte de USA sería compartir, a petición propia, con Moscú y Bejing, sus compañeras de trío en el mangoneo de la ONU, la sede de esa única y globalizada institución mundial, afincada al otro lado de los océanos que la separan de sus colegas de gobierno mundial. Está claro que el manejo del mundo, por parte de los USA, es una de las causas de que haya constantes cismas y piques del poderío, sobre todo si como en el caso ruso y chino hay una complicidad y una especie de competición constante con "la policía" planetaria de los dichosos USA, que desde hace ya tres cuartos de siglo, por lo menos, pivota entre  Pentágono, Despacho Oval y Wall Street. Otro trío para echarse a temblar y un reto constante para las dos economías rampantes del Oriente europeo y asiático. Rusia y China. Compañeras de camino, quieran o no.Y más vale la igualdad de los amigos y compañeros que la desigualdad y los complejos de inferioridad de los rivales, con el daño y conflictos constantes que ese sistema produce en el resto del Planeta. 

Hay ideas para aplicar tan buenas y prácticas como la de sustituir las tropas de la ONU e incluso las de la OTAN, las rusas y las chinas, por UMEs globalizables, o sea, Unidades Militares de Emergencias.  Así se haría un trasvase pedagógico de motivos para la "defensa" de los estados. Una cooperación internacional e intercultural. Se iría borrando el estigma del miedo, la violencia y de las invasiones de tierras y recursos porque si ya se comparte sanamente lo que hay no hace falta "defender" ni atacar nada ni a nadie. La noviolencia se establecería como un elemento imprescindible para la buena convivencia, cada vez más necesaria en un Planeta que hemos ido transformando en aldea global, como ya confirmó McLuhan. Cuando hace falta ayuda para las urgencias de un desastre, inundaciones, terremotos, tsunamis, incendios, derrumbamientos, erupciones de volcanes o pandemias, sería genial que los países ayudasen de ese modo a los damnificados, con una buena coordinación internacional. Los militares aprenderían idiomas, estudiarían las diversas culturas del mundo, salvamento, primeros auxilios y a  ser fuerzas de salvación y alivio universal, se dedicarían a cuidar y a proteger la vida y a sus semejantes sean de la etnia, lengua, cultura o religión que sean, no a destrozarla y a destrozarse ellos mismos.

Otro punto importante que no debe pasar desapercibido. Ahora, como siempre, se pone el grito en el cielo por la invasión de Ucrania, porque, claro, Ucrania es Europa, está ahí al lado de Polonia, Hungría, Chequia, Alemania, Suecia, Noruega, Finlandia...etc, etc y por allí tienen la llave del gas y del pretróleo siberianos, más el acceso libre al Ártico en pleno deshielo. Un filón de sorpresas  rentables!...Por supuesto, que no es Libia, ni Líbano, ni Palestina, ni Siria, ni Afganistán ni Irak o Irán, ni Yemen. Ni es la vieja URSS de antaño cayéndose a cachos en los Balkanes, que aquello sí que fue una guerra de lo más kuky e interesante, ¿verdad? Aquí es otro cantar y hay que echar el resto, vaya que sí. No es lo mismo que mueran inmigrante pesadísimos, echados de sus tierras ya agotadas en recursos por nuestro intrépidos empresariados forrísticos,  solo son menas, negros, tostadillos, musulmanes, budistas, gente rara de costumbres rarísimas, con babuchas, velos, mezquitas e imanes, xd! Eso sí, cuando se ponen y se forran, son geniales, montan unos emiratos para acoger refugiados eméritos y campechanos, quepaqué...Con esos nunca habrá guerra si no es para pararles los pies a los pobretones y muertos de hambre, que hay que ver en qué plan están últimamente, huyendo hechos unos cobardicas, no como los de Ucrania, ahí, defendiendo la libertad como dioshmanda! 

Así es por desgracia nuestra corteza occidental, nuestro maravilloso e indescriptible Primer Mundo. El resumen exacto de los diez cuernos de la bestia apocalíptica, con la que la prostituta sentada al borde del mar y procedente de la ciudad de las siete colinas, sigue apurando el brindis en la copa de la corrupción con los poderosos de la tierra. Esa prostituta es la vieja humanidad  que ahora se va deshaciendo en su mismo jugo. 

Por fortuna hay una nueva humanidad naciente, despierta o en trance de despertar, que libre de miedos, rencores, odios, juicios y prejuicios, facilita las cosas en vez de complicarlas, y así va descubriendo en su interior un Nosotros tan cuántico, consciente, espiritual sin ataduras religiosas ni ideológicas, tan sano y limpio, que hasta le permite amar y comprender la desgracia de USA y de Putin, por eso, mientras crea iniciativas y las va poniendo en marcha sale a la calle a proclamar la necesidad de construir la paz y de borrar para siempre la violencia, el rencor y el miedo que los produce. Esa humanidad tiene un don: es contagiosa y aunque de manifieste en barrios o pueblecillos, es capaz de esparcir por el planeta las ondas imparables del amor sin fronteras, la única salida verdadera y eficaz que tiene nuestra especie para seguir viva.

Irán viendo el camino de salida, el Planeta será la Casa de Tod@s y la entropía de este final de ciclos será solo historia. Si quieres una vida nueva, no te despistes y constrúyela con tu familia humana, que somos tod@s, sin exclusión de quien no quiera autoexcluirse, claro, para eso somos libres y responsables de que nuestra libertad no sea una cadena ni un castigo para nadie. Ni siquiera para Putin y quienes están en su mismo plano. 

No es casualidad, seguramente, que Chernobil signifique en ruso "ajenjo", el nombre de uno de los fenómenos apocalípticos, que según refiere Juan de Patmos, contamina el cielo, el agua y la tierra del Planeta, envenenando todo lo que le rodea. Tampoco es casualidad que Chernobil esté en Ucrania y Ucrania al lado de Rusia. El universo evolutivo y consciente no da puntada sin hilo. Y nada sucede sin causas ni consecuencias. Pero pase lo que pase todo será para bien de quienes aman sin límites y viven empeñad@s en dar la vuelta al 6 de la bestia para transformarlo en el 9 de la verdadera humanidad. Eso depende de nostr@s. No lo olvidemos nunca, familia querida!  

Una guerra también puede ayudarnos a imaginar y a diseñar en plan efecto mariposa cuántica un mundo mucho mejor, sin salir de éste, donde la guerra ya no tenga sitio, ni espacio ni tiempo que hacer perder a la vida maravillosa que somos tod@s y que podemos compartir en las mejores condiciones si nos empeñamos en los pocos a pocos de cada día, en la diminuta y enorme belleza de lo que Es y Somos, y que en realidad es el único "tesoro" de que disponemos y ni siquiera poseemos, solo lo disfrutamos. El presente. Para inventar, imaginar, aprender, construir, transformar, fluir y compartir ¿Quién sabe dónde y cómo podremos estar mañana o dentro de una hora? Ése y no otro es el verdadero significado del carpe diem. Una gozada. Besicos a tod@s  y una tarde estupenda de domingo y febrero.


             Paisajes de Villavicencio son una Riqueza - DecibelesFm

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