domingo, 6 de febrero de 2022

Desde Religión Digital Jesús Bastante nos relata un resumen demoledor sobre la pederastia en la Iglesia Católica; lo cuenta en primera persona, como testigo que no se ha callado nunca ante realidades inimaginables. Es una prueba del valor que la conexión con el evangelio reparte en las conciencias. Por fin la evolución humana está llegando a descubrir el callejón sin salida de sus inercias repintadas y atascadas entre dogmas, rituales sin base consciente, repeticiones autómatas de liturgias, mantras y rezos, de procesiones y romerías, mucho más emparentadas con las miitologías de la antigüedad que con la renovación evolutiva constante del espíritu en el alma, la conciencia en la nueva percepción de la realidad de cada día, que solo tiene sentido si desemboca en el océano del Amor, que nos hace posibles ,que nos sostiene y nos despierta desde la misma realidad en que habitamos y que puede cambiar a mucho mejor si nostr@s nos transformamos con ella. Gracias por el relato y sobre todo, gracias, por permitir que la luz inagotable en los adentros, ilumine las tinieblas y se haga limpieza general ,para que los "saulos" del mejunje se caigan, de una bendita vez, del caballo de siempre ya convertido en robot sin rumbo


A las víctimas de los abusos. Con nombre, apellidos, historia y heridas detrás Todos llegamos tarde... pero algunos más tarde que otros

Niño crucificado por los abusos
Niño crucificado por los abusos

Dice, con razón, el cardenal Blázquez, que en la lucha contra los abusos todos llegamos tarde. Y es cierto: siempre que se produce un abuso es un fracaso de la sociedad en su conjunto. Pero también es verdad que algunos llegamos menos tarde que otros. Y también -y esto va para muchos compañeros que estas dos semanas andan 'a la caza' de abusados- que algunos seguiremos estando cuando el soufflé se desinfle. Porque lamentablemente lo hará.

Nosotros seguiremos estando ahí. Sabiendo que llegamos tarde. Pero luchando para que ningún niño, ninguna niña, nunca más, sufra abusos. En cualquier ámbito de la sociedad. Y por que se conozca toda la verdad. Porque, por el momento, la única memoria es la de los supervivientes, la de los héroes, la de las víctimas. A las primeras que deberían mirar, acoger, acompañar políticos, medios, jueces... y obispos

Llevo en esto de contar noticias de la Iglesia desde 1996. Hace una eternidad. Entonces -y, en algunos lugares, todavía hoy-, hablar de la pederastia era un tabú. Y hacerlo de la pederastia clerical, imposible. Con todo, desde 1998 comencé a escuchar testimonios de víctimas. Los más conocidos en esa época, los acusadores de Marcial Maciel, a quienes todos cerraban puertas, excepto algunos locos (el recuerdo es especial para nuestro añorado Pepe Martínez de Velasco, quien, tozudo como él solo, ayudó de un modo jamás reconocido a que se hiciera justicia).

Después, vinieron muchos otros. No arrastro la contabilidad -me da pudor, y no tengo el 'músculo' para elaborar un listado-, pero a lo largo de estos 25 años habré podido escuchar a más de un millar de víctimas. Sí, de víctimas de abusos. Con nombre, apellidos, historia y heridas detrás.

Juan Cuatrecasas (hijo), víctima y superviviente de abusos sexuales en el colegio Gaztelueta, del Opus Dei
Juan Cuatrecasas (hijo), víctima y superviviente de abusos sexuales en el colegio Gaztelueta, del Opus Dei Eldiario.es/Euskadi

Todos ellos, héroes, supervivientes del horror, aunque más de uno no pudiera soportar el silencio y la incomprensión y decidiera desaparecer. Que los hubo. No hay día en que no estén en mis oraciones. En ese intervalo, muchas noches sin dormir, muchas lágrimas, mucha sensación de no poder ayudar. Mucha impotencia. Pero también mucha dignidad. La suya, no la mía, que los protagonistas son, y serán (o deberían serlo) siempre ellas. 

En 2005-06 (ya les digo, no llevo la contabilidad) en ABC publicamos la condena al Arzobispado de Madrid como responsable civil subsidiario en un caso de abusos, porque la diócesis, con el conocimiento de sus máximos responsables (la condena es firme, se puede encontrar en cualquier archivo), trasladó al cura en cuestión de un lado a otro, sin acudir a la justicia, tratando de lavar los trapos sucios en privado, y desterrando a los catequistas que, contra viento y marea, siguieron adelante buscando justicia. Carlos Sánchez Mato es testigo privilegiado de ello. Fueron 30.000 euros de sanción a la diócesis por la vida de una víctima. De varias, en realidad. Dos años después, tuvo lugar mi abrupta salida del diario madrileño. No hay casualidades. Nunca las hay según de quién hablemos.

Víctimas de abusos de Astorga
Víctimas de abusos de Astorga RD

A lo largo de estos años, hemos escuchado a centenares de víctimas, y publicado única y exclusivamente cuando ellas querían hacerlo. Y cuando había razones de peso para hacerlas, porque independientemente del resultado judicial o penal, una víctima siempre lo es. Una vida rota a la que no se protegió lo suficiente. Muchos casos, la mayoría, se han quedado en la memoria, porque las víctimas sólo querían ser escuchadas (los supervivientes ya son héroes por hacerlo, nadie puede obligarles a dar un paso más y resucitar a sus fantasmas); muchos otros fueron derivados a diócesis, congregaciones, colegios, porque lo que querían eran una petición de perdón. Otros, los menos, decidieron salir a la luz y denunciar.

Durante este tiempo, gracias a las informaciones de los medios (RD también, y durante mucho tiempo, en solitario), conseguimos que se publicaran los protocolos de la Conferencia Episcopal, ocultos (incluso para los propios obispos) durante años; logramos condenas; asumimos el dolor de las víctimas cuando no se podían probar, en sede judicial, los abusos; o cuando decisiones políticas provocaban cambios en las fiscalías, y en la prescripción de los delitos, pasando imputados a ser testigos de la defensa, etc... (con la nueva ley de Protección a la Infancia, esto ya no sucedería); y asistimos cómo seguían tapándose, convenientemente, los agujeros del sistema. También en Roma, donde la víctima del caso Gaztelueta, por poner un solo ejemplo, sigue esperando (varias sentencias confirmadas después), que el prefecto de Doctrina de la Fe 'restablezca su buen nombre' y no el del condenado en firme por la jurisdicción española.

La CEE vacía
La CEE vacía

Hasta que llegó Francisco, y después el escándalo de Chile, y se produjo el cambio ¿definitivo? En las normas y en la conciencia de muchos (que no de todos), que también desde el Evangelio trabajan por erradicar esta lacra. Hay muchos que hacen mucho, y también es de justicia reconocerlo.

Dice, con razón, el cardenal Blázquez, que en la lucha contra los abusos todos llegamos tarde. Y es cierto: siempre que se produce un abuso es un fracaso de la sociedad en su conjunto. Pero también es verdad que algunos llegamos menos tarde que otros. Y también -y esto va para muchos compañeros que estas dos semanas andan 'a la caza' de abusados- que algunos seguiremos estando cuando el soufflé se desinfle. Porque lamentablemente lo hará.

Nosotros seguiremos estando ahí. Sabiendo que llegamos tarde. Pero luchando para que ningún niño, ninguna niña, nunca más, sufra abusos. En cualquier ámbito de la sociedad. Y por que se conozca toda la verdad. Porque, por el momento, la única memoria es la de los supervivientes, la de los héroes, la de las víctimas. A las primeras que deberían mirar, acoger, acompañar políticos, medios, jueces... y obispos.

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