lunes, 2 de junio de 2025

Muchas gracias, querido hermano Pablo Bustinduy, por estas reflexiones cada vez más necesarias y urgentes. Sería un gran acierto que todos y todas l@s ministr@s puest@s al día por la realidad, como hizo durante toda su vida Pepe Mujica, hiciesen estos deberes del servicio político, en la escuela del progreso humano mediante la Evolución, como debe ser y muy pocas veces es, desgraciadamente. Muchas gracias por este servicio a la sociedad, inseparable de la verdadera democracia y del verdadero progreso como resultado.

 

Pobres los que quieren mucho

Fotografía del 26 de marzo de 2025 del expresidente uruguayo José Mujica. EFE/ Gastón Britos

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Hace ya 15 días que nos dejó Pepe Mujica. Una vida entera dedicada a la lucha por mejorar la vida; una vida dura, llena de voluntad y de coherencia. En su lucha por la libertad y la justicia social —esa forma superior de estar en la vida— hoy millones encuentran inspiración y entereza. Con frases de Mujica se pueden llenar libros enteros, pero hay una cita sencilla, ni siquiera original de no ser por la forma radical con que la aplicaba a su cotidianidad, que me viene a menudo a la cabeza, hoy que los apóstoles neoliberales vuelven a repartir lecciones a quien tenga la poca memoria para escucharles. 

Pobres no son los que tienen poco; son los que quieren mucho. Los pobres de Mujica no son los oprimidos, los necesitados, los que acumulan injusticias a las espaldas. Son los oligarcas, los magnates, los plutócratas que hoy buscan sin reparo asaltar las democracias. Pobre no es el pueblo que aspira al bienestar y a la justicia social; pobres son quienes oprimen, quienes extraen, quienes violentan a los pueblos para satisfacer un ansia de acumulación insaciable.

La frase remite más de lo que quisiéramos al mundo en que vivimos. Los pensadores neoliberales y sus representantes en la arena política irrumpieron con la arrogancia de quien posee las claves de un saber inaccesible: solo ellos sabían cómo hacer funcionar la economía, cómo construir una sociedad próspera, cómo hacer la libertad viable. En contraposición, todos los demás no eran más que ignorantes, ilusos o siervos de un destino colectivo, gris y autoritario. 

Con su lenguaje aséptico y su jerga de apariencia técnica, el pulpo neoliberal fue extendiendo extremidades hasta el último rincón de la sociedad y la cultura. Su mayor proeza fue ir más allá del programa político que todos conocemos: privatizaciones, desregulación económica, acabar con la redistribución de la riqueza, con la representación industrial de los trabajadores, convertir el Estado en un agente más de la acumulación privada de capital. 

El gran éxito neoliberal fue infiltrarse en los resquicios de la vida económica y social, en la creación y el pensamiento cotidiano, en el deseo de unos y de otros, en el aire cultural de nuestro tiempo. Una sociedad sin horizontes ni anhelos colectivos, hecha sólo de individuos y familias; de consumidores, inversores, productores; de agentes económicos para los que todo es un activo financiero en acto o en potencia. Una sociedad jerárquica y estratificada, pero sin clases. Una sociedad donde valores como la igualdad, la solidaridad o la justicia social pertenecen a la ética de cada uno. Una sociedad hecha a medida de los que quieren siempre más, de los que quieren mucho.

Hoy, el legado de aquel sueño colectivo muestra su verdadero rostro: un mundo roto, cada vez más desigual, violento e injusto; sociedades desgarradas por la desigualdad y la pobreza; democracias asediadas por oligarcas y fascistas que, cuando el proyecto neoliberal ya no puede siquiera prometer prosperidad, progreso y certezas para el futuro, porque ya no hay quien se las crea, se deciden a imponerlo simplemente por la fuerza. 

Por eso no es el momento de contemporizar, de asumir un momento frío o defensivo, de matizar las ambiciones. Igual que el proyecto cultural del neoliberalismo vino de la mano de un proyecto económico tan radical como claro, es imprescindible que la izquierda —sobre todo en esta Europa marcadamente derechizada— haga de su programa económico un reflejo claro de los valores políticos y del horizonte social hacia el que apuntamos. Un horizonte que se expresa de forma clara: nuestro proyecto no busca otra cosa que la justicia social, es decir, que llevar la democracia a la economía. 

Hablamos de crear derechos universales de ciudadanía, como una prestación por crianza o el acceso garantizado a una vivienda digna, que cristalicen con la misma plenitud con que lo hicieron el derecho a la salud, a la educación, a la jubilación o las vacaciones. Hablamos de reducir la jornada laboral y aumentar los salarios para repartir el fruto del crecimiento económico entre quienes lo producen cada día en el trabajo. Hablamos de justicia fiscal para que se dé una redistribución real de la renta, la riqueza y los recursos. Hablamos de una transición energética y digital con justicia social, con infraestructuras públicas y control democrático. 

Hablamos de equilibrar la balanza y repartir el poder, haciendo que todos y todas tengan más oportunidades, más tiempo, más derecho al bienestar. Hablamos de construir las condiciones de una igualdad real, traducida en vidas mejores especialmente para quienes menos tienen. Para los muchos y la mayoría social. Eso quiere decir democratizar la economía. 

Es evidente que estamos lejos de atisbar esa sociedad, pero eso es precisamente lo que define un horizonte. En nuestra acción política, en el programa de Gobierno, en cada debate social, esa es la aspiración a la que nos debemos dirigir. Eso es que intentamos hacer por ejemplo en materia de derechos sociales y de consumo: defender el derecho universal al bienestar, garantizar que ninguna empresa, por grande o poderosa que sea, esté por encima de la ley, que los ciudadanos no estén indefensos, que quienes más poder tienen no se sientan impunes. Garantizar, a fin de cuentas, unas relaciones económicas más justas, menos desiguales, escrupulosamente al servicio del interés general y de la mayoría social. 

Porque aunque en este tiempo maldito haya ojos que se acostumbren al dolor, a la barbarie genocida, a la desigualdad extrema, aunque haya quienes lo apuestan todo al odio, la división y la violencia, nuestra obligación es saber que una vida mejor, que una forma superior de estar en la vida, es posible. El desafío para ello sigue siendo el mismo: derrotar a los que quieren mucho para que los más, los cualquiera, los que hacen cada día este y todos los países, tengan derecho a una vida buena, a esa vida mejor por la que luchó Mujica. 

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 P.D. del blog

 

Creo necesario añadir al artículo de Pablo algunos puntos de reflexión urgente , que conviene tener en cuenta en el momento evolutivo en que nos encontramos como especie, en todos los aspectos. 

Hay ideas y actitudes que es necesario revisar a las alturas de la historia y del plano antropológico que atravesamos, ideas y actitudes que ya han caducado y cuyo sostenimiento sólo agranda y multiplica los problemas. 

La "lucha", es uno de los conceptos heredados por el reino animal y utilizados desde los inicios de la especie como una herramienta imprescindible para imponer imperios, formas y sistemas de mecánica pseudovital, porque en realidad, la "lucha" no favorece la vida, sino el fin de muchas vidas para que sobrevivan unas cuantas, las más duras, insensibles, inhumanas y crueles, "al servicio" de ideas, creencias, poderes e intereses que nada tienen que ver con el bien común, sino con el beneficio personal, que no individual. La "persona" es sólo la careta, la máscara, el individuo es la totalidad indivisible de la dignidad humana, que mediante el Nosotr@s universal, se integra en la sorofraternidad global imprescindible para que la vida en el sótano de lo minúsculo ascienda a la azotea de lo mayúsculo, o sea, del sólo estar, parecer y aparentar sin más, a la plenitud del SER. Del egopolio patológico, al Bien Común terapéutico, sanador y regenerador, para tod@s, sin exclusiones ni preferencias. O sea, pasando de ser 'trumpantojos' de ida y vuelta hacia la nada, en plan Feijoses, Abascales, Ayusos, Mileis, Mazones, Netanyahus, Putines, Zelenskis y demás peña Mordor fashion,  a ser la Gran Familia del Alma  y de la Conciencia. I.N. Inteligencia Natural del Espíritu en la materia, a tope, reflejada  y proyectada en la pantalla universal de la Casa Común, y al mismo tiempo en las pantallas individuales de cada habitación única y al mismo tiempo, integradora de la misma construcción. 

Para ese logro la "lucha" no sólo es dañina, sino sobre todo inútil. Ya lo estamos comprobando,cada conquista que se consigue a base de "lucha", el tiempo la acaba volviendo del revés y empeorando lo que ya se creía cambiado a mejor para siempre. El tiempo de la paz, del equilibrio, de la integración y de la verdadera justicia sería posible si después de dos guerras mundiales en la primera mitad del siglo XX, más la cantidad de guerras parciales repartidas hasta hoy por el mundo donde el imperio del ego y el poder del dinero son  sus inagotables y demoledores efectos secundarios, hasta hoy, hubiese sido sustituido por el regalo sano, alimenticio, regenerador y feliz, del Bien Común, creado y aceptado por la mayor parte de una verdadera Humanidad. 

Para dar esos pasos y aplicarlos adecuadamente, la primera condición es deshacernos para siempre del concepto "lucha" -porque esa experiencia requiere  enfrentamientos, en la  cerrazón para la lucidez que nos humaniza y nos crea constantemente, y, así, dejar de usar el concepto y las acciones derivadas,  como sinónimo de remedio, de solución y hasta de cambio positivo universal, que ya es el colmo del atasco en el autolaberinto de la especie. 

La "lucha", tan valorada por sus adeptos, nos bloquea aunque no lo parezca a simple vista, pues hace imposible la esencia de la Vida, que es el entendimiento mutuo, común  y colectivo por encima de intereses ególatras, narcisistas y egópatas que hacen imposible la paz, esa energía atenta e inteligente, sofraterna y justa que   nos hacer percibir la realidad tal como ES y no como nos interesa, e interesa que sea a los imperios de ppasta y ppoder que todo lo enredan y confunden mientras matan todo lo que pillan si no les da dinero e influencia política, según las circunstancias "personales" y gremiales del personalismo, en las que sólo parece "bueno" e interesa lo que  beneficia mucho más cuantitativa que cualitativamente , más en beneficio del ego y su autobombo "persona"-lizado,  que del Bien Común gigantesco y para tod@s, sin comprender que sin el bien universal todos los "bienes" sólo personales son pegamentos tóxicos demoledores también para sus propios interesad@s,  gestor@s y manipuladores egópatas a saco. 

El mundo que ahora mismo se debate sin saber por donde tirar, entre el reciclaje vital y la demolición completa de sí mismo, es la prueba inocultable de que lo que estamos padeciendo roza ya el finiquito y que desde luego la "lucha" lejos de ser "la solución", sólo es la liquidación ruinosa  de lo ya insostenible, si es que , como dice Juan de Patmos en el Apocalipsis, no salimos del pozo negro cuanto antes y vamos poniendo en pie, de común acuerdo, sano, humilde, compasivo y amoroso,  "la Nueva Tierra y el Nuevo Cielo" que necesitamos más que nada y más que nunca, lo que en realidad Somos, aunque aún, mayoritariamente, no hayamos conseguido reconocerlo reflejado en nuestros semejantes y en el entorno vital, por la insistencia estructural de las animalidades tan viejas como el Paleolítico, confundidas con el factor humano, en vivir todo desde fuera de lo mejor de Nosotr@s mism@s, encandilad@s por las posibilidades externas en la compra- venta de sí mism@s, y que sean las cosas comprables y vendibles  las que nos cambien a mejor, cuando en realidad sólo es desde el Yo  más sano, fundido en el Nosotr@s, el único estado individual de familia universal, que todo lo puede cambiar a mejor. 

En vez de pedir que " un dios todopoderoso " haga lo que no queremos hacer nosotros, comencemos por hacer NOSOTR@S todo lo que cambia  lo divino en humano y lo humano en divino; en realidad todo está unido; no seamos los humanos quienes constantemente, roncando en un sopor milenario y asumido  como "lo natural", lo neguemos por más tiempo mientras como especie no se sale de la misma cloaca per saecula saecolorum, o sea, for ever and ever again...queridos USA and company del mundo mundial, 

Hále, familión querido, menos lucha corta y pega, y más Amor Infinito de verdad, que nos haga ver la Realidad sin tapujos, para convertir en abono del Huerto Eterno, las basuras de un interminable y sadomasoquista proceso ya insostenible...Ains!!!

 

 

 

 

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