lunes, 28 de marzo de 2011

ÖKUMENEGÄSSCHEN

Traducido, este título del post significa en español, "Callejón ecuménico".
Está ubicado en un pequeñísimo pueblecito de la cuenca del Rhin de cuyo nombre germánico y de complicada pronuncación, no me acuerdo, porque lo más impactante del lugar, además de su paisaje bellísimo, lleno de bosques y suaves colinas, es ese diminuto espacio, en el centro del lugar, una plaza de evocación onírica, que reúne en una experiencia muy interesante dos edificios dedicados, no sólo al culto religioso, sino al encuentro humano, cultural y riquísimo. Una iglesia evangélica y otra católica separadas solamente por un espacio verde, que todos han bautizado, de común acuerdo, como "Callejón ecuménico". Para los más jóvenes, los que no estudiaron griego en el bachiller, ni conocen al noticia de que al final de los años 50 del pasado siglo XX, un papa católico muy despierto y profético, convocó un concilio "ecuménico", vaya la traducción de esta palabra griega derivada del verbo "oikeio" que significa, "unirse íntimamente", "conocerse en profundidad", "cooperar desde lo entrañable". Eso justamente pretendía aquel buen hombre llamado Angelo Roncalli y luego Juan XXIII.

En ese pequeño rincón alemán hay un ritmo de vida diferente. Personas de dos credos cristianos, tradicionlamente enfrentados por cuestiones dogmáticas en la interpretación de los mismos textos, han superado las barreras y colaboran en la mejora de las relaciones humanas. Ofrecen, de común acuerdo, cada una de las dos opciones, un servicio de guardería infantil -católica- y unas jornadas diarias de "gateo" para bebés, en las horas que los padres y madres pueden estar con los niños -esto lo ofrece la opción protestante- y las dos posibilidades se combinan en el tiempo y en el espacio. Cuando se recogen los niños de la guardería, la familia puede cruzar el callejón ecuménico y reunirse con otras familias que también tienen bebés en edad de gatear, así mientras los niños juegan y aprenden a moverse por el suelo tibio del local, los padres y madres pueden compartir ideas, charlas , libros o música y algún té que suelen preparar entre todos.
Cada una de las dos iglesias ofrece una especialidad musical. Los católicos tienen coro y orquesta, cantan música clásica sacra. Dan conciertos bellísimos y acompañan, naturalmente, las liturgias. Los protestantes tienen un coro gospel y un conjunto de música pop. Una escuela sencilla de musica moderna para los niños y jóvenes de la zona. O para cualquier adulto que quiera colaborar y aprender. En los dos casos, tanto católicos como protestantes, se mezclan y participan en todo.

La armonía que se respira en aquel lugar, donde la plegaria es lo más natural y lo menos forzado que se pueda imaginar, es contagiosa. Una calidad de vida inusual. Un respeto congénito surge sin dificultad. La teoría de los sermones se convierte en una práctica exquisita, tan bella como el entorno físico. Hay solidaridad y apertura. La alegría o el problema se comparten sin dificultad alguna. Se fluye. Hoy están felices porque los Verdes han ganado las elecciones en la zona más dura de pelar, el bastión de lo más heavy: el sur de la Selva Negra. Y se felicitan de que una conciencia más ecológica y civilizada esté tomando las riendas de la sociedad.

Estas noticias son como una sorpresa dulce en medio de un pastel amargo. Y nos hacen crecer en la esperanza de que es posible ir creando rincones de concordia y de civismo en medio de la jungla habitual.

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