domingo, 13 de marzo de 2011

Los signos de los tiempos

Sigue nuestro planeta su curso de cambios geológicos y su extrema pedagogía de la respuesta a los estímulos que le proporciona la humanidad. Nuestra conciencia se ha expandido en el último siglo del milenio pasado, a una velocidad de vértigo. En menos de cien años hemos hecho un maratón de varias centurias. Hemos descubierto fuentes de energía, sistemas científicos y económicos que nos han colocado al borde de dos posibilidades: de trascender hacia una dimensión de conciencia nueva y mucho más evolucionada o a una regresión retroactiva hacia un pasado inservible cuyo cumplimiento significaría la extinción.
Ahora mismo estamos en ese borde, en ese filo de la navaja cósmica. Lo demuestran los últimos acontecimientos cada vez más fuertes y dramáticos. La mente y la voluntad emocional del hombre tiene un poder enorme. Y todo acontecimiento está ligado a todo pensar, sentir y actuar. Las masas humanas ya no son masas, son personas sufrientes que huyendo de la miseria creada por las minorías millonarias y consumidoras, han movido pieza en el ajedrez planetario. han removido los cimientos de la conciencia y han creado un flujo migratorio que inició la época del pago de karma. No se puede estar esquilmando de imperio en imperio, durante milenios, y pretender que eso no tenga consecuencias.
Esos cambios migratorios han modificado la conciencia de muchos y también la economía y la sociedad. La respuesta de los acaparadores fue el miedo y la miseria. Acumular los dineros del planeta en paraísos fiscales a cubierto de las eventualidades oscilantes del mercado monetario. En su avidez han arruinado a los más humildes, han vaciado los bancos y los bolsillos y han hecho desaparcer el dinero líquido, sustiuido por dinero en pagarés, hipotecas y terjetas de plástico.
Han fortalecido las dictaduras económicas e injustas. Sin embargo la mente humana se ha ido despertando al mismo tiempo que la conciencia. La tiranía del petroleo se tambalea, precisamente porque las sociedades sometidas por dictadores petroleros al servicio del gran monstruo acumulador de dineros, se han levantado a una sola voz y han plantado cara a su destino. No quieren ser esclavos del dinero, del poder ni del fanatismo. Han dejado en evidencia la mentira de Al Qaeda, que se ha quedado en nada ante la conciencia de pueblos enteros, en un sólo abrazo despertador. Mientras la parte consciente de la nueva humanidad da sus primeros pasos como koinonía, como comunidad de despiertos, la vieja guardia de la mente reptiliana ha cargado las baterías del miedo y ha provocado un cataclismo de dimensiones apocalípticas en Japón. En una sociedad trabajadora, próspera, de costumbres serenas y de una estética exquisita, cuya economía no se deteriorado con la crisis de un modo tan dramático como EEUU o como Europa. Parece una ofrenda terrorifíca al dios de la miseria, en el altar de la más idiota de las devociones. ¿Por qué Japón y no California? ¿Por qué nunca hay terremotos en USA? Porque seguramente de ellos parte la tecnología especialista en aterrorizar. Tienen capacidad suficiente para provocar explosiones submarinas que desencadenen tsunamis y arruinar economías y paises. Sobre todo países desgraciados, superpoblados y con una importante cota de natalidad, es decir, de futurible amenaza inmigrante, como la India, Paquistán, Afganistán, Irán, América Latina, China y ahora Japón.
Algún día ese monstruo sin forma, manipulador de mentes bloqueadas por el miedo, terminará su ciclo. Lo veremos pronto. Pero no olvidemos que dependerá de nuestro valor, de nuestro autodominio mental y emotivo, de nuestro despertar autoconsciente. Lo único que ese poder no resiste es la conciencia despierta y activa. La carencia y de miedo y la alegría segura del triunfo que ya está realmente hecho en dimensiones más altas. Tan hecho está que ya lo vio Juan de Patmos en el siglo primero. La nueva humanidad que, superado el milenio caótico de dominio perverso de la oscuridad, llega a la dimensión de la luz. De una fraternidad universal activa, creadora y libre. Espiritual y por eso tremendamente humana. Divina. Pasar de un plano a otro es sólo cuestión de despertar. Ya estamos en ello.
Adelante sin miedos ni trabas mentales. Usemos la mente para despejar la oscuridad. Usemos los sentimientos para sanar el planeta y a sus habitantes. No odiemos ni rechacemos a los que están provocando esta situación, seguramente ni siquiera lo saben. Simplemente obedecen al miedo. Enviemos luz y luz. Usemos las redes sociales y la palabra y el pensamiento siempre positivo al servicio de la nueva humanidad, que no excluye a la vieja, pero debe ayudarla a cambiar sin convertirse en su cómplice. Sin crear tensiones ni más enfrentamientos. Superando provocaciones y amenazas. Y SIN MIEDO.

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