lunes, 5 de diciembre de 2022

Sociedad sin alma ni conciencia = suicidio asegurado. Cuando los suicidios son de niñ@s y adolescentes es terrible: se quitan la vida porque lo que experimentan en ella es peor que la muerte, sin duda. El resto también se sucida más despacio, porque vivir aplastados por la inmundicia de todo tipo, por el abuso normalizado, por la crueldad hasta convertida en "sentido del humor y sentido común", es el colmo de la estupidez patológica. Las y los adolescentes hartos de vivir sin haber vivido, y solo soportando lo mejor que pueden eso que los mayores llaman "vida" y que para ellos no lo es, nos están indicando la bancarrota globalizada de la deshumanidad. Mientras quienes deberían ocuparse de gestionar los cauces de la convivencia, de la pedagogía social, de la empatía, la justicia y la compasión convertidas en fuerza institucional y activa, en ejemplos constantes de conductas sanas, solo se dedican a destrozar no solo el medio ambiente natural, sino también el medio ambiente ético, psicoemocional, conductual y social: a destruir y colapsar el sistema de valores imprescindibles para que la vida tenga sentido y valga el equilibrio y la alegría más que la pena y la angustia del vegetar como zombis empantallados en vez de vivir plenamente. Me pregunto: ¿Soportarán este estado demencial cuando crezcan esos bebés que ya van en la sillita abducidos y enganchados al móvil que les deja las neuronas bajo mínimos desde la más tierna infancia? Seguramente necesitamos una (r)evolución personal y compartida, que nos abra las puertas de la cárcel entendida como "libertad" e incluso, "renacimiento" ,"ilustración" y "cultura" que nuestra especie ha construido con tanto esfuerzo y esmero "sui generis", desde que empezó a pensar al revés y a liar la de San Quintín para salirse cada uno con la suya y el caos con la de tod@s...Menudo marrón...y pobres criaturitas indefensas, vulnerables e inocentes. Ainsss! Gracias, Ana, por este toque de alarma que debería parar ya mismo el tráfico de lo superficial, de lo vacío y de lo inútil, lavar las legañas de la pringue tóxica, a la última moda, y curar las cataratas sociales de una vez por todas.

 

Dominio público

"Tengo 15 años y voy a matarme"

Ana Pardo de Vera

La ultraderecha ganó la semana pasada la partida en el Congreso con sus insultos, sus ataques gruesos y sus bulos comprados por el PP la mayoría de las veces, impidiendo a ciudadanos y a ciudadanas reconocerse en esos representantes de la soberanía popular, salvo en discusiones de bar con drogas mediante. Mientras gritaban en el Parlamento nuestros políticos/as, una noticia venía a recordarnos brutalmente cuál es la vida real a la que nos enfrentamos como sociedad y de la que estamos haciendo dejación, los unos con sus banderas, su ETA paranoide, su machismo patológico, su xenofobia incrustada ... y las otras con sus ombligos diamantinos, su cobardía a la hora de abordar determinados problemas en profundidad en cuestiones que tienen que ver con una justicia social avanzada o su incapacidad de coger el toro por los cuernos sin complejos.

En un país donde equivocarse se asimila a la incapacidad permanente, donde pedir disculpas se identifica con debilidad y las responsabilidades las tiene que asumir siempre el otro, porque "a mí de mi puesto no me mueve ni dios", se están cometiendo errores garrafales en la gestión de lo público, en el abordaje de una sociedad joven y nueva, a punto de ser adulta con una ausencia casi absoluta de empatía y deseo de conocer por parte de quienes gestionan sus recursos públicos. Se hace política para adultos -y no todos-, nada más, y eso nos está pasando una factura atroz, que en el mejor de los casos, se desconoce, y en el peor, se ignora.

La semana pasada conocimos el Estudio sobre Conducta Suicida y Salud Mental en la Infancia y la Adolescencia en España de la Fundación ANAR y en el Congreso ni se mencionaron unas conclusiones que deberían haber provocado la emergencia nacional en un país que estuviera preocupado por una parte tan importante de nuestra sociedad. Nada. Por ANAR hemos conocido datos tan escalofriantes como que en diez años, los casos atendidos en la Fundación por ideación suicida se han multiplicado por 23,7 y los intentos de suicidios por 25,9. Lo cierto es que el manejo incorrecto de las nuevas tecnologías y la pandemia han agravado mucho la salud mental de los y las jóvenes, en general y a mayores, sin una red sanitaria fuerte que haya podido abordar, prever y ahora, gestionar, tanta angustia tan temprana.

Pero hay más, y les invito, les apremio, a leerse el informe completo, aunque se les caiga el alma a los pies ante la indiferencia que han cosechado datos tan alarmantes. ¿Qué lleva a un menor, a una niña, a querer matarse? ¿Cuánto sufrimiento tiene que haber acumulado en su cabeza para no ver futuro de ningún tipo? ¿Qué está pasando, que suben atrozmente las cifras, las llamadas a los teléfonos de atención de ANAR, y no salimos a la calle exigiendo herramientas de salud mental?


El informe de esta Fundación de ayuda a niños/as y adolescentes, recoge varios tipos de violencia asociadas a los intentos suicidas o suicidios consumados: el acoso, ciberbullying y otras dificultades en el ámbito escolar (21,4%), el maltrato físico (14,7%), el maltrato psicológico (10,4%), la agresión sexual (7,2%) y la violencia de género (3%). Durante 2021, ANAR atendió atendió a 748 menores de edad que, en el momento de la llamada, estaban intentando terminar con su vida, se estaban suicidando. Y no llaman todos/as, ni mucho menos. El perfil más habitual de entre estos jóvenes sin esperanza atendidos por ANAR es el de una adolescente entre 13 y 17 años (15 de media), de familia migrante, con antecedentes de fuga, que se autolesiona y ha sido víctima de abuso sexual, un abuso que se produce mayoritariamente en casa y que se acrecentó durante la pandemia, con miles de niños y niñas encerrados con sus abusadores.

Esta semana de larguísimo puente se celebra el 44º aniversario de la Constitución, que en su artículo 39.4 dice así: "Los niños gozarán de la protección prevista en los acuerdos internacionales que velan por sus derechos", en referencia, fundamentalmente, a los derechos de niños y niñas aprobados en 1990 por la ONU. Nos felicitamos por haber aprobado una Carta Magna en un contexto muy complejo y nos importa un bledo si cumplimos o no lo más importante que contiene, que son los derechos humanos; y dentro de estos, los derechos de niños y niñas. Se quieren matar y se matan con 15 años, pero "Viva España".

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