lunes, 31 de octubre de 2022

Interesantísimo este artículo de Jesús Maraña. No os lo perdáis, porque no tiene desperdicio como crónica impecable y lavalegañas en plan terapia social y por ello, también politica. Política y sociedad son tan inseparables como alma y cuerpo para que haya vida y conciencia.


Buzón de voz

Un tal Feijóo: si te afliges, te aflojan

Ha quedado claro que Alberto Núñez Feijóo no es lector de Orwell (ver aquí), pero al parecer tampoco de Sergio del Molino, que acaba de publicar un libro muy oportuno al hilo del 40 aniversario de la victoria socialista del 28-O. Se titula Un tal González, y, entre otras muchas referencias verídicas, cuenta el consejo que el autócrata panameño Omar Torrijos le dio a su amigo Felipe González en el verano de 1977, mientras se fumaban unos puros regalados por Fidel: “Si te afliges, te aflojan. Que no te vean débil, no dudes, no tiembles. En cuanto te noten el miedo, estás perdido. Recuérdalo, Felipe: si te afliges, te aflojan” (ver pág. 121).

A la vista de la espantada protagonizada este jueves por Feijóo, después de tener un acuerdo cerrado y con fecha inmediata para la firma de la renovación del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional, la secuencia de los hechos indica que el presidente del PP se ha “afligido” ante las presiones internas y externas que se niegan a pacto alguno con lo que denominan “sanchismo”. Dicho de otra forma: que les importan un pepino la Constitución y el respeto a la legalidad democrática si con su atropello consideran que pueden sacar un rédito electoral o mantener su influencia en el gobierno de los jueces o en el órgano que puede tumbar legislaciones.

No se entiende si no el hecho de que pocas horas antes, la número dos del PP, Cuca Gamarra, explicara claramente que la anunciada reforma del delito de sedición no tiene nada que ver con la negociación sobre el CGPJ y el TC (“son dos cuestiones distintas”), y que en su momento, su partido se pronunciaría sobre ese proyecto de reforma rechazándolo en el Congreso (ver aquí). Resulta ofensivo para la inteligencia media de la ciudadanía (más alta sin duda que el salario medio) el comunicado que por la tarde lanza el PP para justificar la ruptura (ver aquí). Feijóo sabe perfectamente que la reforma sobre el delito de sedición viene de muy lejos, tiene el consenso jurídico por la necesidad de homologar sus penas a las que existen en el resto de Europa (ver aquí), y además el beneficio que puedan extraer de ella los condenados o acusados independentistas del Procés está limitado por otro delito grave que es el de malversación. Meter ahora este asunto en la coctelera del acuerdo para la renovación de los órganos constitucionales es una maniobra tan burda como insultante, y suma la excusa número 20 (ver aquí) de las utilizadas desde hace casi cuatro años por las sucesivas direcciones del Partido Popular para incumplir la Constitución y mantener su influencia en esos órganos a costa de provocar una crisis institucional sin precedentes (ver aquí).

Tuvo ya Feijóo la oportunidad de zanjar esta anomalía democrática cuando aterrizó en la presidencia de su partido, y de hecho es lo que habría confirmado aquel efecto Feijóo que lo dibujaba como un político experimentado, sensato, moderado, con sentido de Estado… y no sé cuántas virtudes más que dejaban ojipláticos a todos los conocedores del verdadero Feijóo y su gestión en Galicia (ver aquí). Simplemente por contraste con el tándem Casado-García Egea, su oposición de brocha gorda y su irresponsable “no a todo”, habría marcado Feijóo una etapa absolutamente diferente cumpliendo la obligación pendiente de renovar el Poder Judicial. Despreció esa oportunidad y prefirió nadar entre la ambigüedad y el seguimiento de la misma estrategia, agarrándose a la exigencia tramposa de que “los jueces elijan a los jueces” e intentando, infructuosamente, implicar a Bruselas nada menos que en una intermediación impensable en cualquier democracia de la UE (ver aquí).

¿Por qué Feijóo ha decidido romper un acuerdo firme que él mismo anunció como inminente ya el 12 de octubre en los corrillos informales de la recepción del Palacio Real? (ver aquí). Sabemos lo que hemos leído y escuchado. Y hemos leído en los últimos días editoriales y artículos de opinión en la prensa más ultra de la numerosa panoplia mediática de la derecha en los que se advertía crudamente a Feijóo que no debía acordar absolutamente nada con un PSOE “entregado al independentismo”. Hemos escuchado a Jiménez Losantos decirle de todo menos bonito al líder del PP, a quien el locutor más trumpista de las ondas desprecia casi tanto como glorifica a Isabel Díaz Ayuso, la rama nacionalpopulista cuya sombra da cobijo en forma de publicidad institucional a cabeceras de papel, radiofónicas y digitales siempre atentas a acompañar el discurso que sale de la Puerta del Sol. En cuanto las encuestas (y no sólo las de Tezanos) han empezado a indicar que el efecto Feijóo se iba difuminando, prácticamente los mismos altavoces que en su día liquidaron a Casado por denunciar los oscuros contratos del gobierno Ayuso de los que se benefició el hermano de la presidenta madrileña se han lanzado a la presión sobre Feijóo para que no se le pase por la cabeza firmar acuerdo alguno con Sánchez. La propia Ayuso lanzó una advertencia clara hace una semana: “A mí lo que me preocupa sobre todo es una negociación con un Gobierno, el de Sánchez, que miente por sistema y que no es de fiar” (ver aquí).

El llamado efecto Feijóo ha ido decayendo más por méritos propios que por estrategias ajenas. Se le han visto serias lagunas en economía que ponen en evidencia su forzado retrato de gran gestor: se puede perfectamente llegar al Gobierno sin haber leído a Orwell o a Sergio del Molino. Casa muy mal con el perfil de "gran gestor" confundir la prima de riesgo con los tipos de interés de la deuda, defender bajadas de impuestos hasta la misma hora en que su colega Truss recibe el finiquito y votar no a todas las medidas para combatir la inflación o afrontar la crisis energética planteadas por el Gobierno español y aplicadas después por el resto de la UE. O apostar por seguir la senda antisistema practicada desde dentro del PP por Ayuso y desde fuera por Vox. El defecto Feijóo es que en sólo unos meses ha demostrado tantas carencias y debilidades que corre serios riesgos de que lo “aflojen” quienes defienden la versión más reaccionaria y cavernícola del neoliberalismo castizo. 

La mayoría parlamentaria de la investidura debe actuar, abordar las reformas necesarias para desbloquear en lo posible la renovación de los órganos constitucionales y retratar a quienes están cargándose sin complejos el ya muy dilapidado crédito de instituciones clave del sistema democrático. Si te afliges, te aflojan.

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