martes, 14 de diciembre de 2010

España,¿qué has hecho para merecer esto?

Sólo le quedaba atacar el deporte. Al ranking de la envidia ultratodo. Mientras las sociedades apolilladas se hunden, las sociedades más frescas y vivas se apañan y salen a flote como pueden. Mientras tanto las máquinas de lodo apestoso, dueñas de los medios de comunicación, se esfuerzan cada día en enfangar un poco más a este esforzado colectivo humano que, gracias a ellos, se está convirtiendo en un titán imprevisto. Una red dineraria apuesta en los mercados contra la economía española como si fuese el único objetivo en el punto de mira. Poco importan los chanchullos y los delincuentes financieros demostrados que gobiernen otros paises. España es lo peor, aunque éticamente sea de lo mejor. Eso no importa. O sí, importa mucho porque es quizás, junto a Portugal, el único bastión de Occidente que aún sostiene algún valor que otro. Que sin necesidad de salir en masa gritando a oídos sordos, sino cívicamente en las urnas, ha conseguido un modo de administrarse con la mayor honestidad posible. Sacando las corrupciones a la luz, sufriendo la afrenta de una oposición horrenda que prefiere hundir el pais si ella no lo gobierna. Ha tomado en serio la antorcha de la laicidad. Aquí se puede ser cristiano y homosexual o divorciado o no ir a parar al santo oficio si se ha tenido la desgracia de abortar, ni al infierno, si se quiere morir con dignidad. Aquí se puede ser cristiano sin ser católico ni supersticioso. Hay una ley de igualdad. Una ley que ampara a los dependientes y deficientes. Una ley que pretende educar para la ciudadanía y el respeto a lo diferente. Sin pisar una iglesia ni salir en ninguna procesión, aunque haya otra parte de la sociedad que lo hace con todo su derecho. Y en lo que respecta al civismo y rectitud moral al menos en proyecto, aun no ha tirado la toalla. Se sostiene de milagro por un hilito que el universo apoya descaradamente. Se ha intentado todo. Terrorismo inducido cada vez que al PP le crecían enanos judiciales. Terrorismo económico cuando el mundo reconocía que la banca española era de lo más sólido y limpio. A través de ese matzinger z teutón y etnócrata, esa ángela market teledirigida por la economía talibán de la renacida svastica internacional. Se ha comprado el grupo Prisa, se elimina la CNN plus. Es decir se quita de en medio a Gabilondo, que es un peligro para las entrevistas que ponen de manifiesto la nulidad robótica del PP y se compra El Pais, uno de los periódicos más solventes. Se divide a los socialistas. Se gasta un pastón en comprar voluntades de fácil convencimiento para que hagan la vista gorda en casos judiciales, se chantajea, se aisla al único juez con valor demostrado para denunciar y poner a buen recaudo la desvegüenza politicastra. Se obliga al presidente del Gobierno a aceptar los recortes más vergonzantes de la historia cuando le toca el turno ejecutivo europeo. Se soliviantan camioneros y controladores descontrolados. Secuestro de barco y de voluntarios en África. Se pone el Sahara al rojo vivo para pillar en medio a España, que está en un momento de acoso absoluto. Y cuando todo parece que se va superando, se dan cuenta de que hay aún algo intacto en el prestigio internacional español: el deporte. ¿Campeones tantas veces sin venderse al trust? No puede ser. Hay que hacer algo. La buena pasta deportiva de los atletas, la capacidad espléndida para superarse a sí mismos y el triunfo limpio y sin chanchullos, sin patadas en los bajos fondos o en la cara o en el tórax, sin zancadillas ni agarrones, ni compraventa de árbitros, es el termómetro que indica la salud verdadera de un pueblo. Hay que inventar algo. El dopage. Una investigación que sale de repente de la nada como un Assange inesperado con papeles y pruebas a lo berlusconi. Poco impora que los dolores del cospedal, ese órgano infectado que la involución ha descubierto de repente en el cuerpo social, no se tegan en cuenta. A España no debe afectarle esa cospedalitis idiopática que se lleva un pastón en manejos dinerarios como si fuese el hada madrina o la santa rita de los controladores. No. Hay que hacer que la atención ciudadana se olvide de esos detallitos sin importancia. Mejor inventar un escándalo deportivo internacional. Una calumnia generalizada. Comprar un médico deportivo con un buen paquete de dinero en paraíso fiscal. Invisible e indemostrable. Como el dopping de los atletas. La svastica de Goebbels ondea sobre Europa de periódico en periódico, de telediario en telediario. Los ultratodo se licuan en loor y gloria a la basura. Se rebozan en ella. Se arrodillan ante los altares del monstruo que han creado y que ahora les domina. Ni siquiera ven que es la nada. Las noticias en cascada caen una detrás de otra. "Calumnia, que algo queda", dicen los Dark Veider del videojuego mediático mientras van llenándose los bolsillos de monedas a traición y van dejando el alma deshacerse en las sombras de su propio futuro imposible.

La verdad, gracias a Dios, no es patrimonio de ninguna cuadrilla teledirigida. Tiene fuerza eterna y propia y siempre termina por vencer en su propia evidencia. No tiene prisa. Ya hubo alguien que dijo "Dios ha muerto" y terminó en un manicomio deshecho por su propio ego. Ya hubo otros que soñaron poseer el mundo y ese mundo que creían poseer los destruyó. Y Dios sigue ahí y aquí. En todos. Hasta en esos baratillos medio-humanos que aún están por crecer y despertar.

España, no sé que misión tienes en el mundo, guapa, pero muy importante debe ser cuando todas las fuerzas más negras la han tomado contigo. ¿No será que después de todo aquel himno fervoroso que se cantaba en las iglesias cuando yo era chica, era profético? A mí, entonces me sonaba a exageración y a club de beatos alucinados, pero viendo lo que hay creo que era pura anticipación clarividente. Porque el himno decía: "En estas notas asoman promesas de gran valor y en las estrofas tremolan palabras del corazón : Cristo ha de ser el Señor de la nación española. Y así nos habla su amor: Reinaré en España y más que en todo el resto del mundo. Cristo ha se ser el Señór de la nación española. Escuchalo, escuchalo, satanás, en tu rencor furibundo, jamás lo olvides, jamás, jamás". Pues nada, que parece que aquellos nacionalcatólicos en sus fervores patrio-devotos, un poquito paranoicos, estaban entreviendo el futuro, pero no como se lo imaginaban. En un tiempo de desolación y ausencia de valores, Cristo brillaría por su humanidad y cercanía a los oprimidos, a los inmigrantes, a los marginados, a los sufrientes y olvidados, a los que sufren persecución por causa de buscar la justicia, a los que son maltratados y calumniados por vivir los valores del Reino de Dios enfundados en vestiduras laicas e ideologías no religiosas, que ya no necesitan ir a misas lavaconciencias porque sus conciencias, quizás ahora ya son una misa constante. "No se es bueno por decir "Señor, Señor", sino cuando se cumple la voluntad del Padre" Así lo dijo Jesús. Y así es. No se es hijo de Dios reconocido por firmar un concordato con un estado religioso, sino por cumplir el evangelio escrito en el corazón, en los sentimientos, en la rectitud de conciencia que impide corromper el alma y la vida.
Verdaderamente parece que es cierto: Dios escribe derecho con renglones torcidos. "Los descreídos, los publicanos y las prostitutas os precederán en el reino de los cielos", dice Jesús. Los laicos e izquierdosos que no se corrompen y tienen un alma limpia, también.

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