jueves, 11 de abril de 2024

Esta canción de mi infancia, cuyo título es la única verdad del relato cantable, se cantaba en los años cincuenta del siglo XX y en plena dictadura franquista, deja clarísimo que lo de la trola en España siempre ha sido una tradición inalterable y muy valorada, como legado cultural, inoculado desde la infancia, sin remilgos ni obstáculo alguno. La escuchaban nuestros padres y madres, familiares, vecinos y vecinas, monjas y curas, nuestros maestros y maestras, la gente que paseaba por los parques y las plazas mientras los corros infantiles iban haciendo un homenaje diario al choriceo y a la mentira como lo más natural y cantable.Seguramente ahora estamos recogiendo la cosecha de aquel ciruelo que daba avellanas, del peral que daba nueces y del melonar de la pobre princesa de El Escorial, seguramente la palabra y el lugar más acertados: la fábrica de escoria, convertida en palacio/monasterio de las pobres princesas. En fin, que menudo baúl de los recuerdos nos ha dejado la historia. Y esto es sólo una menudencia, unas migajitas de nada, en fin. Demasiado bien estamos para lo que hemos heredado, tragado y asimilado durante tantísimos años...Ains!!!!

 

 

 VAMOS A CONTAR MENTIRAS

 

 Ahora que vamos despacio

vamos a contar mentiras, tralará,

vamos a contar mentiras:

Por el mar corren las liebres, tralará,

por el monte las las sardinas, tralará.


Salí de mi campamento

con hambre de seis semanas, tralará,

me encontré con un ciruelo

cargadito de avellanas

y me puse a apedrearlo, tralará, 

porque así me dio la gana, tralará.


Con el ruido de las nueces 

salió el amo del peral, tralará,

y nos gritó desde lejos, tralará:

"¡¡¡Chiquillos, no tiréis piedras,

que no es mío el melonar,

que es de una pobre princesa, tralará,

que habita en El Escorial,

tralará, tralara, tralará!!!" 

Imágenes: Desorientación

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